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Wolfman tuvo una segunda oportunidad con el personaje cinco años más tarde, cuando Edgar Rice Burroughs Inc, propietaria de los derechos de la obra, contactó con él para realizar un comic de John Carter que publicaría esa compañía y que se editaría en Europa. Para este nuevo proyecto Wolfman unió fuerzas con el dibujante Dave Cockrum, por entonces muy apreciado entre los fans gracias a su trabajo en los X-Men y la Legión de Superhéroes. Al final, Cockrum sólo ilustraría tres páginas de ese proyecto antes de que ERB, Inc sorprendiera a los implicados anunciando que se retiraba y que cedía los derechos a Marvel Comics. Para Wolfman esto fue un jarro de agua fría, otra oportunidad perdida…hasta que Roy Thomas se puso en contacto con él.
Porque mientras Wolfman y Cockrum trabajaban en el encargo de ERB, en Marvel Comics Stan Lee había ordenado a Thomas, antiguo editor en jefe de la editorial y entusiasta de la obra de Burroughs, que redactara una propuesta a ERB para conseguir la licencia sobre sus personajes. Thomas, llevado por su entusiasmo, sugirió la publicación de toda una línea de nuevos comics, pero Marvel no quería que su aún incierta aventura creciera demasiado, al menos al principio, y sólo aceptó desarrollar “Tarzán” y “John Carter, Guerrero de Marte”.
Ya con la licencia asegurada, Thomas planeaba encargarse él mismo de guionizar ambos títulos, pero rápidamente se dio cuenta de que le iba a resultar imposible dada la carga de trabajo que ya tenía sobre sus espaldas. Y fue entonces cuando ofreció a Marv Wolfman no sólo el puesto de escritor de las series, sino el

A la tercera va la vencida, debió de pensar Wolfman cuando aceptó sin pensar la oferta de Thomas. Su intención, no obstante, ya no era adaptar las novelas de Burroughs, sino crear nuevo material para los comics. Para ello, utilizaría un “vacío” temporal de nueve años que existe en las novelas, entre el párrafo tercero y cuarto del penúltimo capítulo de la primera novela de Carter, “Una Princesa de Marte”. De esta forma, no sólo tendría la oportunidad de contar historias completamente nuevas sin traicionar la cronología original, sino que evitaría abrumar a los lectores que no estuvieran familiarizados con el universo de ficción de Burroughs, con su ininterrumpido desfile de naves, ciudades en ruinas, criaturas y personajes.

Podríamos pensar que no fue tan malo que Cockrum quedara fuera del equipo si tenemos en cuenta que su sustituto fue el gran Gil Kane, una leyenda dentro del comic. Por desgracia, ya con muchos años de carrera tras de sí, su trabajo ya no tenía la definición que solía, obligando a Wolfman a contratar al entintador filipino Rudy Nebres para que acabara y embelleciera sus bocetos.
Junio de 1977 es la fecha de portada del primer número de la colección, y en él daba inicio “Los Piratas del

El John Carter de Wolfman era impecable. Aunque la historia era suya, bien podría haber sido extraída de algún relato olvidado e inédito de Burroughs. Ello gracias no tanto a la magnífica comprensión del guionista de los personajes y el entorno de ficción sino a la forma en que cuenta la historia. En las novelas de Burroughs, John Carter ejerce de narrador de sus propias aventuras y Wolfman emplea la misma técnica, llegando a imitar la prosa del escritor.
En cuanto al apartado gráfico, los lápices de Kane y las tintas de Cockrum se combinaron en ese primer

Asimismo destacable es la descripción gráfica de otros elementos de las novelas de Carter: sus grotescos enemigos (ya sean los verdes Tharks o las diversas criaturas de pintorescos nombres: thoats, soraks, callots…), las ciudades en ruinas y, por supuesto, la delicada pero contundente belleza de Dejah Thoris.






Por su parte, en las capaces manos de Claremont, Dejah Thoris evolucionó rápidamente desde el papel de damisela en peligro hasta heroína del siglo XX. Después de todo, el núcleo de “Maestro Asesino de Marte” es la historia de la princesa asumiendo la misión de vengar a su amado. Incluso después de que un revivido Carter se una a ella, Dejah continúa al frente de la acción como lo demuestra el número 23 (abril de 1979), en el que se bate en duelo con bravura contra cuatro asesinas mientras Carter la contempla encadenado e impotente, una agradable inversión del tradicional papel de la pareja “héroe-damisela”.
A pesar del entusiasmo desplegado por Claremont y su novedoso enfoque de las historias de Barsoom, la


Como todo buen héroe, John Carter nunca muere de verdad. Ni siquiera en los comics. En la actualidad y a raíz de la reciente película de Disney, Marvel ha devuelto al guerrero de Barsoom su colección mensual, tanto en la forma de historias relacionadas con el argumento de la película como una nueva adaptación de “Una princesa de Marte”. Marvel y Dark Horse han recuperado en su línea de clásicos los viejos episodios aquí comentados e incluso Chris Claremont ha retomado su historia de “Star Wars” y la ha escrito como originalmente había deseado, incluyéndola en una antología en prosa con nuevas aventuras titulada “Under the Moons of Mars”. Cien años después de su nacimiento, John Carter parece gozar de mejor salud que nunca. Y eso no es algo que ocurra todos los días.