domingo, 15 de junio de 2025

2023- SILO (2)

 



(Viene de la entrada anterior)

 

La primera temporada de “Silo” había sido una propuesta que, aunque con algunos defectos, resultaba entretenida; una mezcla de ficción distópica, thriller de conspiraciones y melodrama que se desarrollaba en un entorno intrigante y bien construido y a hombros de actores sólidos. En fin, que sus virtudes compensaban cómodamente sus defectos. Por desgracia, éstos se acentúan pronunciadamente en la segunda temporada sin que haya nuevas aportaciones que los neutralicen: el ritmo se ralentiza y las dos tramas principales en que se divide la historia quedan muy descompensadas en cuanto a interés.

 

Para cualquier espectador mínimamente avispado, no fue una sorpresa que la primera temporada finalizase con Juliette saliendo del Silo. Lo que no había sido tan predecible (entre otras cosas, porque se habían dado pistas en sentido contrario) es que, efectivamente, el exterior fuera tan inhabitable como aseguraban las autoridades del bunker. Una hábil maniobra de su mentora, Martha Walker, le permite a Juliette conseguir un aislante funcional que, a diferencia de sus predecesores, deliberadamente sacrificados por las autoridades del Silo, le garantiza la supervivencia mientras dure su reserva de oxígeno. Ante la atónita mirada de las multitudes que la ven en directo por las pantallas de los comedores, camina hasta la loma que limita el horizonte y desaparece tras ella.

 

El paisaje que la rodea es de ruina absoluta: restos calcinados de una ciudad y una llanura en la que parece haber muchos otros silos subterráneos. Elige uno de ellos y entra en su interior caminando sobre los esqueletos de cientos, si no miles, de personas que aparentemente se abalanzaron al exterior tras triunfar en su revolución, muriendo casi al instante. A primera vista, el complejo parece abandonado. Como su traje ha sufrido desperfectos y ya no tiene oxígeno en las bombonas, su propósito es explorar el lugar con el fin de encontrar otro equipo de supervivencia con el que regresar a su propio Silo y advertir a sus habitantes, antes de que la revolución se extienda, de que salir del búnker es una muerte segura. Mientras trabaja en ello y encuentra pistas de que podría no estar sola en la inmensa estructura subterránea, rememora su infancia.

 

La segunda trama tiene que ver, precisamente, con esa rebelión que empieza a tomar forma alrededor de los compañeros mecánicos de Juliette en el fondo del Silo, mientras Bernard y Simms maniobran contra ellos y entre sí para mantener el control a toda costa y evitar que los secretos que ocultan se hagan públicos.

 

Ambas tramas tienen contenido para llenar, quizá, cuatro o cinco episodios. El problema es que los guionistas las estiran para completar los diez de que consta la temporada. Y el ritmo, obviamente, se resiente. Mientras que en la primera temporada era difícil resistirse al misterio que rodeaba a la existencia del Silo, en la segunda ese enigma queda asfixiado por un relleno casi siempre poco emocionante.

 

La trama de Juliette es completamente independiente de lo que ocurre en el silo principal, lo que perjudica enormemente al conjunto de la serie. Juliette es, sin duda, el mejor y más interesante personaje de “Silo”, y esta temporada reduce su presencia y limita su papel a algo que se asemeja a una misión de búsqueda en un videojuego. En la primera temporada, la mecánica-detective se sumergía en la investigación de un emocionante misterio que podía poner patas arriba la concepción que del mundo tenían todos los habitantes del Silo. En la segunda, se dedica a buscar partes de un traje, nadar en la oscuridad y lidiar con un cargante personaje, Solo (Steve Zahn), voluntariamente encerrado en una sección del bunker tras una puerta infranqueable. Todo esto no le quita mérito a Ferguson, que con su interpretación mayormente silenciosa es capaz de transmitir todo el ingenio y determinación de su personaje. Toda la información que explica su fuerza de voluntad se desarrolla en los flashbacks que rememoran momentos clave de su infancia.

 

Tampoco ocurre nada verdaderamente interesante en la otra trama centrada en la rebelión. La pregunta es si la gente, tras ver en las pantallas a Juliette sobrevivir a su salida, se alzará, derrocará a Bernard y abrirá la escotilla. Sin embargo, nunca parecen tener una auténtica posibilidad real y, como resultado, no hay en juego nada demasiado relevante. Es, en definitiva, mucho alboroto que sabemos que, en último término, no conducirá a nada.

 

El otro problema de la temporada tiene que ver con los personajes. En ausencia de Juliette, el movimiento opositor a Bernard carece de un líder carismático. En cambio, tenemos un un conjunto de personajes con poca chispa y entidad. Billings, el sheriff, y Robert Simms, el antiguo ayudante de Bernard, eran quienes tenían mayor potencial de crecimiento después de lo ocurrido en la primera temporada, pero ahora, en lugar de desarrollarlos, los guionistas se centran sobre todo en explorar su faceta familiar, lo cual les ayuda a encajar más relleno, pero no a avanzar la trama sustancialmente. Tampoco Juliette experimenta cambio alguno en el curso de estos diez episodios. Termina la temporada siendo exactamente la misma persona que al final de la anterior. Lo que descubre en el otro silo es relevante para comprender lo que podría suceder en el suyo propio, pero esto podría haberse condensado mucho más y, sobre todo, sus vivencias e interacción con los supervivientes que allí encuentra no le aportan realmente nada a título personal y bien podrían haberse eliminado por completo.

 

En cada episodio, una de las tramas se torna algo más interesante que la otra, pero sin que se tenga la sensación de que el conjunto vaya hacia alguna parte. Esta deriva empieza a cambiar poco a poco en los últimos capítulos cuando, por una parte, Knox (Shane McRae), el Jefe de Mecánica, idea un plan para intentar apoderarse del Silo; y, por otra, Juliette, por fin, regresa a su búnker. A lo largo de toda la temporada, se nos siguen dando detalles interesantes sobre ese universo confinado entre hormigón: cuántos silos había, dónde se guardan las reliquias, quién sabe qué, etc… Pero rara vez, como he indicado, esa información viene de la mano de un personaje atractivo. Un problema que parece a punto de solucionarse con el regreso de Juliette, solo que el cierre de la temporada llega antes de que pueda reencontrarse con el resto del reparto.

 

Pero la vuelta de Juliette, tan esperada como esperable, no es lo que marca el auténtico final de la temporada. Éste consiste en una breve escena en flashback que plantea más preguntas y que nos recuerda por qué terminamos de ver la primera temporada esperando que llegara pronto la segunda. Transcurre en un Washington D. C. del presente. Un joven congresista llamado Donald (Ashley Zukerman) entra en un bar para encontrarse con una periodista, Helen (Jessica Henwick). Mientras ambos conversan y flirtean, descubrimos que en su pasado ocurrió una tragedia equivalente a la del 11 de septiembre o Pearl Harbor, un evento que no necesita ser nombrado para identificarlo; el ejército salvó a la gente de Nueva Orleans; hay problemas con Irán… También se nos dice que, antes de unirse al Congreso, Donald estuvo en el ejército y tiene un doctorado en ingeniería. Parece el currículo perfecto para alguien que fuera a construir decenas de silos enormes. No pasa mucho tiempo, sin embargo, antes de que Donald se de cuenta de que no es la cita a ciegas que creía. En realidad, Helen está allí por trabajo y quiere hablar con él de algo más serio, principalmente de si se avecinan represalias contra Irán y si se produjo un "ataque con armas radiológicas". Donald decide irse antes de que las cosas vayan más lejos y le da a Helen un regalo, un pequeño objeto que compró en una tienda: un dispensador de caramelos Pez, suponemos que el mismo que había ido apareciendo en las dos temporadas de “Silo”. Un flashback en fin, que nos apunta algo del origen de los silos, que es el tema principal de la segunda novela de Hugh Howey y que previsiblemente se desarrollará más en la siguiente temporada.

 

En resumen, una segunda temporada algo decepcionante respecto a la primera. Es cierto que, en ocasiones –y esto es algo que las plataformas de streaming no están dispuestas a asumir-, una serie necesita tiempo para alcanzar su potencial y que una sola temporada, o incluso dos, pueden no resultar suficiente para que los guionistas encuentren el rumbo idóneo o enriquezcan a sus personajes hasta el punto de hacerlos inolvidables. El problema en “Silo” es más bien el inverso porque la curva de interés desciende en lugar de ascender. Ese flashback de cierre, algunos elementos nuevos que amplían el misterio (como las voces que salen de un túnel secreto al fondo del silo) y el regreso de Juliette al meollo de la acción, aunque no compensen los abundantes problemas de la temporada, sí animan a darle una oportunidad a la tercera (ya confirmada junto a una cuarta y última).

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario