(Viene de la entrada anterior)
“La Cripta de Cristal” se publicó originalmente en el número de enero de 1954 de “Planet Stories”.
Los últimos ciudadanos de la Tierra se aprestan a abandonar Marte en la última nave que despegará de ese planeta antes de que estallen las hostilidades entre los dos mundos. Poco después del despegue, la nave recibe la orden de volver y aterrizar. Con ayuda de un detector de mentiras portátil, un oficial marciano llamado Leiter comienza a interrogar al pasaje acerca de un ataque terrorista recientemente perpetrado por tres terrícolas, dos hombres y una mujer, y con el cual, dos horas antes, destruyeron toda una ciudad marciana. Leiter cree que los terroristas, esperando escapar antes de que comience la guerra, deben encontrarse en esa última nave rumbo a la Tierra. Sin embargo, todos los interrogados niegan su participación y el detector confirma la veracidad de sus respuestas.
La nave
recibe otra vez autorización para el despegue y durante el via
je los pasajeros
comienzan a hablar sobre sus respectivas historias y los extraños sucesos
previos al despegue. Es durante estas conversaciones que se revela que dos
hombres y una mujer que se sentaban separados en la cabina y cuyos nombres son Mara,
Jan y Erick, eran los fugitivos de la justicia marciana.
En un flashback, se nos cuenta cómo los tres agentes terrestres, sorteando varios obstáculos, se infiltran en la mayor de las ciudades marcianas, colocan unos dispositivos en lugares específicos y salen de los límites urbanos antes de que éstos se activen. Aunque el resultado parece ser la aniquilación absoluta de la ciudad, en realidad ésta ha sido reducida al tamaño de un pequeño globo que los agentes llevan consigo y que pretenden utilizar de rehén para obligar a Marte a plegarse a las exigencias de la Tierra.
La
razón por la que no fueron identificados por el detector de mentiras fue que,
en realidad, la ciudad nunca fue destruida, así que dijeron la verdad al negar
tener conocimiento de esa tragedia. El pasajero que instó al trío a contar su
historia, Thatcher, revela ahora su identidad como espía marciano. Había
comprendido que, ante la falta de escombros y la pérdida de masa en la región,
la ciudad no había sido destruida, aunque no conocía exactamente lo sucedido
hasta que logró sonsacárselo a los agentes terrestres. Thatcher sugiere que
Marte robará la tecnología y la usará contra la Tierra en el ya inevitable conflicto.
“La
Cripta de Cristal” es una historia sin duda deudora de los clichés que ya se
estaban asentando en las ficciones de espionaje publicados durante la Guerra
Fría. Un elemento que llama la atención es que los agentes terroristas no
parecen ser del todo malvados. Su objetivo es usar la ciudad marciana atrapada
en una esfera de cristal para, o bien ganar la guerra o bien evitarl
a, pero, en
cualquier caso, en lugar de destruir la urbe, optaron por preservarla. En una
época en la que la visión predominante de la guerra incluía la destrucción de
ciudades enteras con bombas nucleares, este giro es inesperado y refrescante. Desafortunadamente,
como ocurre con todas las tecnologías, la de reducir ciudades a un tamaño minúsculo
puede ser utilizada por ambos bandos. La frase final de Thatcher lleva a pensar
que habrá ciudades terrestres que sufrirán el mismo destino, lo que pondrá
inevitablemente en marcha un ciclo interminable de represalias que, a la
postre, será tan devastador como una guerra más convencional.
Encontramos en este cuento otro ejemplo de conflicto entre la Tierra y las colonias humanas en los demás planetas y cuerpos celestes del Sistema Solar. En sus primeras historias, este era el escenario geopolítico favorito de Dick, solo superado por la siempre siniestra Próxima Centauri. A Dick le fascinaba la diferencia entre quienes permanecen en la Tierra y los que se aventuran en las fronteras cósmicas. En este caso, Marte se presenta como una especie de barrio lejano y poco desarrollado tecnológica y militarmente, pero, aún así, capaz de suponer una amenaza para la Tierra. La fuerte presencia policial que encuentran los pasajeros de la nave y los agentes secretos durante su misión sugiere que Marte está lejos de ser una utopía y que se acerca más a un estado autoritario.
En “El Hombre Variable” (1953) o “La Nave Humana” (1953), Dick nos había hablado de cómo la Tierra necesitaba expandirse no ya para prosperar sino simplemente para sobrevivir y evitar la decadencia. Sin embargo, esto no evitará, nos dice aquí, los roces, diferencias e incluso guerras entre los mundos fronterizos y la metrópoli.
“La Vida
Efímera y Feliz del Zapato Marrón” apareció en “Fantasy and Science
Fiction” en enero de 1954 y aquí nos reencontramos con el Doctor Laberinto, protagonista
de otro cuento anterior, “La Máquina Preservadora” (1953). En esta ocasión, le
muestra al narrador una caja con un pequeño botón el cual no parece funcionar.
Esto frustra a Laberinto, que teme que su nuevo invento, el Animador, nunca llegue
a funcionar. Explica que se basa en el Principio de Irritación Suficiente, que
ha formulado en base a un peculiar fenómeno que observó: el movimiento de una
piedra para evitar la luz del sol. Laberinto elaboró la teoría de que ese principio
podría aplicarse para hacer que otros objetos inanimados cobren vida. El
narrador, intrigado aunque el dispositivo no parece funcionar, lo compra por cinco
dólares y esa noche lo prueba con dos de sus zapatos.
A la
mañana siguiente, el Doctor Laberinto, arrepentido, regresa con los cinco
dólares pidiendo que el narrador le devuelva el Animador. Pero entonces éste
descubre que falta uno de los zapatos que introdujo en él. Empiezan a buscar y
finalmente capturan al zapato evadido. Aunque el científico está eufórico
porque su invento ha demos
trado ser un éxito, Joan, la esposa del narrador,
está horrorizada por lo sucedido y decide quedarse con su familia antes que
permanecer en la misma casa que el zapato viviente.
Después del trabajo, el narrador se reúne con su esposa y la acompaña a casa, donde descubren que el zapato se ha escapado y que tendrán que animar uno nuevo o recuperar el original. Mientras tanto, Laberinto les telefonea anunciándoles que científicos e investigadores van a llegar a su residencia para observar y dar testimonio del Animador.
Cuando llegan los dos colegas para comenzar su investigación, su anfitrión se encuentra con que no tiene ningún zapato que mostrarles. Justo cuando llega Laberinto, ven al zapato acompañado de uno "femenino" (uno de los zapatos de fiesta de Joan) moviéndose juntos por el césped. El "masculino" baila alegremente, se ocultan a la vista y, aparentemente, se dedican a disfrutar de una cópula, lo que lleva a Laberinto a anunciar que están presenciando un trascendental evento histórico y científico.
En los dos cuentos del doctor Laberinto, éste concibe un invento fantástico y logra que otros científicos se lo tomen en serio. Los resultados carecen de utilidad alguna, pero no por ello dejan de ser grandes logros. En esta historia, Laberinto no ha perdido el miedo al inminente declive de la Humanidad que ya había expresado en “La Máquina Preservadora”. Curiosamente, con el Animador, al igual que su anterior artefacto, promete salvar la cultura humana. Pero en lugar de preservar el arte y la música, el Animador es capaz de dar vida permanente a los bienes de consumo. La cópula final entre el zapato "masculino" y el "femenino" nos sugiere que si —como predice Laberinto— la Humanidad termina por extinguirse, los objetos salvados por el Animador se multiplicarán por sí solos en el futuro.
El Principio de Irritación Suficiente es una idea interesante. Podemos imaginar que los zapatos ya estabam lo suficientemente cabreados como para huir por sí solos y que el Animador sólo precipitó lo que ya era inevitable. Laberinto quiere ir más allá y explicar el origen de la vida mediante la “irritación”: “Hace eones, en un pasado remotísimo, algo irritó de tal manera a un fragmento de materia inanimada que, impulsado por la indignación, ésta empezó a moverse. Asumí que la gran tarea de mi vida sería descubrir el perfecto irritante, capaz de hacer cobrar vida a la materia inanimada, para incorporarlo a una máquina manejable”.
Podemos quizá también identificar un sutil homenaje al “Frankenstein” (1818) de Mary Shelley. En esa novela, la criatura le exige a su creador una esposa con la que compartir su vida. En el cuento de Dick, el zapato animado (evidentemente, más irritado de lo que nadie pensaba) adopta un enfoque más directo y crea su propia esposa usando el dispositivo.
En fin, no es una historia que deba tomarse demasiado en serio, pero aún así contiene algunas ideas interesantes.
“El Factor
Letal”
(“Meddler”), se publicó en la revista “Future Science Fiction” en su número de
octubre de 1954.
En el futuro, los historiadores utilizan una tecnología llamada "El Sumergible” para observar eventos del pasado. Wood le muestra a Hasten, un experto en el uso del Sumergible, una nueva versión que puede predecir el futuro. Hasten se queda horrorizado porque no solo es ilegal usar ese vehículo para tal propósito sino que es extremadamente peligroso. Cualquier cosa del futuro que se traiga al presente tiene el potencial de alterar radicalmente los acontecimientos por venir. Pero Wood confiesa que el daño ya está hecho.
Resulta que un año antes, el Sumergible fue enviado al futuro previa autorización del Consejo de Ciencias Políticas para predecir el resultado de unas determinadas decisiones. Para proteger la línea temporal, el vehículo fue diseñado para no traer nada de vuelta y solo tomar fotografías desde gran altura. Los primeros informes del futuro mostraron un mundo que mejoraba progresivamente: menos urbanización y una población más feliz. Pero cuando volvieron a revisar ese período, descubrieron que el futuro había cambiado. Existían evidencias de una guerra global y, algo más lejos en el futuro, ni rastro de la civilización humana. Para investigar por qué sucedió esto y, con suerte, prevenirlo, construyeron una máquina del tiempo capaz de enviar a una persona al futuro. La misión de Hasten, por lo tanto, consistirá en investigar la causa del fin de la humanidad.
Hasten
comienza viajando cien años en el futuro. No ve evidencias de civilización
humana. Las vacas ya no están domesticadas. Media hora después, es atacado por
enormes mariposas. Las consecuencias de la agresión son inmediatas y virulentas:
dolor intenso y ennegrecimiento de la piel. Regresa a la máquina del tiempo y
cura sus heridas, dándose cuenta de que no ha recibido más que una pequeña
picadura. De haber sufrido más de ellas, no habría sobrevivido. Reemprende su
búsqueda y, antes de ser víctima de otro ataque de estas criaturas, logra
regresar al vehículo con un montón de periódicos viejos sacados de una
biblioteca. Tiene pensado avanzar cincuenta años más para asegurarse de que la
causa de la extinción de los humanos fueron las mariposas, pero cuando descubre
que éstas, que han recubierto todo el vehículo, segregan algún tipo de ácido
corrosivo que amenaza con destruir aquél y acabar con su vida, regresa a su
propia época.
Hasten explica lo que ha averiguado: las mariposas solo atacan a los humanos y dejan en paz a otros seres vivos. Wood confía en que, con este conocimiento, los humanos podrán detenerlas. Mientras tanto, un soldado observa que la máquina del tiempo tiene adheridos muchos capullos, la mayoría de los cuales ya están vacíos. Las mariposas han sido liberadas en el presente.
“El
Factor Letal” es una historia de viajes en el tiempo que subvierte las
convenciones del subgénero. La tr
ama estándar de este tipo de historias de
viajes temporales que desembocan en el fin de la humanidad suele presentar a
alguien que retrocede en el Tiempo y modifica un evento aparentemente
insignificante, pero en realidad crucial. El llamado “Efecto Mariposa” es más
conocido por el cuento de Ray Bradbury “El Sonido del Trueno” (1952). Esta
reformulación que hace Dick de la premisa de Bradbury es interesante porque
muestra que alterar el futuro puede conducir al mismo tipo de catástrofe que
alterar el pasado.
Los Sumergibles
son, por su parte, un avance interesante en la tecnología de los viajes en el Tiempo.
En esta historia, vemos que tal invención ha llevado a la mecanización y
burocratización de la investigación histórica. Si el pasado puede estudiarse de
forma directa y no mediante testimonios o pruebas, ya no hay necesida
d de
debate entre historiadores. Dick advierte sutilmente que el peligro de
introducir ciertas tecnologías en la investigación académica es el mismo que en
otros campos: priva a las personas de su autonomía mental para cedérsela a las máquinas.
Aún faltan años para que los ordenadores puedan realizar un análisis histórico
completo, pero los historiadores ya utilizan tecnología digital para procesar
datos. ¿Cuánto tardarán los ordenadores en llegar a conclusiones por sí solas?
Algo más inquietante aún en este cuento es la ambigüedad institucional de
Investigaciones Históricas, una agencia gubernamental. Y digo esto porque
tradicionalmente se ha utilizado y manipulado la historia para modelar
ideológicamente a las masas, asegurando que tal proceso histórico, por ejemplo,
era inevitable o que tal o cual sistema político forma parte de la evolución
natural de la sociedad.
El
consejo gobernante en “El Factor Letal” recibe el nombre de Consejo de Ciencias
Políticas, lo que nos llev
a a pensar en un régimen inspirado en la idea de los reyes
filósofos que Platón describió en su obra “La República”. Pero por muy sabios
que sean estos gobernantes, demuestran no tener demasiado sentido de la
responsabilidad a la hora de utilizar ciertas tecnologías potencialmente
disruptivas. Incapaz de conformarse con recopilar evidencias del pasado a la
antigua usanza, el Consejo de Ciencias Políticas exige tener conocimiento del
futuro. Los resultados, como demuestra el cuento, son catastróficos. Cualquiera
que haya pasado algún tiempo en un ámbito académico se habrá dado cuenta de que
quienes medran en él no son las personas que uno querría ver dirigiendo una
sociedad.
“La Nave de
Ganímedes”
apareció en “Thrilling Wonder Stories” en invierno de
1954. En ella, la Tierra
está preparándose para aceptar los términos de Ganímedes tras una guerra de dos
meses. La luna de Júpiter es pequeña, pero ocupa una posición estratégica para
controlar el punto de salto de los viajes interestelares. Su colonia se
independizó de la Tierra y exigió un impuesto del 20% a las naves que viajaran
por sus inmediaciones. Si la Tierra se oponía o intentaba recuperar sus bases
en esa luna, los ganimedianos las destruirían. Aunque se están construyendo
nuevas instalaciones en la Luna, su finalización llevará tiempo y, mientras
tanto, las colonias de fuera del Sistema Solar dependen del flujo de tráfico
desde la Tierra. Antes de que el Senado pueda votar sobre las condiciones de
capitulación, el comandante militar Carmichel lee un informe sobre una nave de Ganimedes
recientemente capturada. El Senado decide aplazar la votación a la espera de
los resultados de esa investigación.
L
a nave
en cuestión, con forma de globo, se prepara para un vuelo de prueba sin tiempo
para estudiar a fondo la tecnología, completamente diferente a lo que los
científicos de la Tierra han visto antes. A pesar del gran riesgo, una tripulación
compuesta por el general Groves, el doctor Basset y el comandante Carmichel
emprende el vuelo de prueba a Marte tras deducir someramente el uso de los
controles.
Llegan
a un planeta desconocido. Abandonan la nave, comienzan a explorar y poco después,
son atacados por diminutos seres armados con arcos, flechas y espadas diminutas
que apenas les hacen más daño que una picadura. Llegan a una ciudad de estilo
medieval, donde salen a su encuentro caballeros montados en pequeñas monturas y
más soldados. Carmichel comprende que esta experiencia podría haber sido el
origen de un cuento fantástico y ordena a la tripulación que regrese a la nave.
Una vez allí, explica que cree que están en Liliput y que hay otro lugar al que
pueden ir para confirmarlo: Brobdingnag. Un salto más y, efectivamente,
encuentran un mundo pob
lado por gigantes. Rápidamente regresan a su punto de origen
"neutral". La tripulación decide mantener en secreto sus hallazgos y limitarse
a informar que la nave no funciona, pero se preguntan cómo Jonathan Swift (al
que nunca mencionan por su nombre) tuvo acceso a estas experiencias.
Más tarde, el Senado acuerda poner fin a la guerra. Un oficial de Ganímedes llega para recuperar la nave y explica que, en realidad, es una máquina del tiempo. “Liliput” y “Brobdingnag” no eran mundos diferentes, sino la Tierra en épocas del pasado y el futuro respectivamente. Resulta que, debido a la expansión del universo, la gente de antaño era más pequeña y la del futuro será más grande.
"La
Nave de Ganímedes” es otro ejemplo de los primeros esfuerzos de Dick por
explorar el potencial de las historias de viajes en el tiempo. En este caso, la
idea es que la máquina del tiempo es inútil porque las realidades físicas del
pasado y el futuro t
ienen una escala radicalmente diferente a la nuestra. A
medida que el universo se expande, toda la materia del universo lo hace al
mismo ritmo. Supongo que esto significaría que, desde una perspectiva relativa,
el universo no se expandió realmente. Tal fenómeno parece estar bastante
alejado de nuestro conocimiento científico actual, el cual nos dice que lo que
se expande es el espacio-tiempo, pero no la materia.
Como ya he dicho con ocasión de algún cuento anterior, no debemos juzgar la competencia (o falta de ella) científica de Dick. Lo que importa aquí no es la fidelidad científica sino la idea de que el viaje en el tiempo podría ser el origen de algunos de nuestros mitos y fantasías literarias. Siendo una premisa más original que la de las influencias extraterrestres en la cultura humana primitiva, lo cierto es que Dick no nos da mucho material que analizar. No se explica de qué forma Jonathan Swift podría haber viajado en el tiempo o, al menos, observado esas épocas. Si la metafísica del viaje en el tiempo, tal y como se explica en el cuento, fuera cierta, Swift no podría haber sido un viajero temporal. Lo único que realmente sabemos es que los gigantes de la mitología podrían haber sido encuentros reales con viajeros temporales. Y, relacionado con esto, hay más preguntas. Si llevaras la nave al pasado durante un día y regresaras al mismo momento en que partiste, ¿serías más grande? Parece que la máquina del tiempo del cuento regresó al momento inmediato de la partida, por lo que la tripulación debería ser más grande, habiendo experimentado un tiempo extra en un universo en expansión.
En cuanto al marco político que describe someramente Dick en este cuento, retoma la idea de que la expansión humana por el espacio creará comunidades humanas con identidades, valores e incluso tecnologías diferentes a las de la Tierra. Pero es que, además, podrían llegar a ser políticamente más poderosas que la metrópoli debido a un fallo a la hora de planificar esa expansión. Aquí tenemos un ejemplo ingenioso de cómo una nación débil puede derrotar fácilmente a una mucho más fuerte, si esta subestima el valor estratégico de la primera.
(Continúa en la próxima entrada)

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