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“Parque Jurásico”
(1993) fue una de las películas más importantes de los años 90, no sólo por su éxito
comercial, su papel revitalizador de la decadente carrera de Michael Crichton o
incluso por la plétora de títulos con monstruo que inspiraría (de “Carnosaurio”
a “Deep Blue Sea” pasando por “Godzilla” o “Joe”), sino por el impulso que dio
a los efectos generados por ordenador. No fue la primera película que los
utilizaba, pero si la que con mayor éxito los integró con la acción real,
creando imágenes de un poder hasta entonces imposible de concebir. Siguiendo su
ejemplo, vendrían incontables películas que no sólo utilizaron el ordenador
para generar monstruos sino para recuperar y vigorizar otros géneros fílmicos:
las películas de desastres (“Twister”, “Un Pueblo Llamado Dante´s Peak”,
“Titanic”, “La Tormenta Perfecta”), las de fantasmas (“La Maldición”), las
bélicas (“Pearl Harbor”), las de momias (“La Momia”) e incluso la traslación de
dibujos animados a la acción real (“Babe, el Cerdito Valiente”, “Como Perros y
Gatos”). Gracias al espíritu pionero de los responsables de “Parque Jurásico”,
la utilización del CGI para llevar a la pantalla lo imposible es hoy “mera” rutina.