domingo, 8 de septiembre de 2019

2012- DREDD – Pete Travis


El Juez Dredd es el personaje más famoso de la revista semanal británica “2000 A.D.”, una creación del guionista escocés John Wagner y el dibujante español Carlos Ezquerra. Desde su primera aparición en 1977, en el segundo número de la publicación, Dredd ha sido una presencia constante en ella. Inicialmente, el futuro en el que vivía este peculiar policía era una vuelta de tuerca satírica al universo moral de “Harry el Sucio”. Con el paso de los años y los autores, ese futuro fue ampliándose y matizándose pero sin perder ese espíritu de humor negro basado en los valores totalitaristas y maniqueos que defendía el Juez. Hacia finales de los años ochenta Dredd ya era uno de los grandes “héroes” del comic mundial y el único personaje de “2000 A.D.” en saltar a la fama internacional, llegando a protagonizar comics donde cruzaba su camino con Batman, Aliens o Predator.



La primera adaptación cinematográfica de Juez Dredd a la gran pantalla llegó en 1995, protagonizada por Sylvester Stallone, una versión universalmente denostada por su servidumbre a los intereses del actor y el desprecio a muchos elementos del canon del personaje, como el mostrar continuamente al Juez sin su casco (algo que el Dredd de las viñetas jamás hacía con el fin de mantener cierto grado de misterio), la inclusión de un absurdo interés romántico y la presencia de un insoportable sidekick cómico.

El siguiente y hasta ahora último en probar suerte fue el guionista Alex Garland, que empezó a trabajar en una nueva película alrededor de 2006. Su nombre comenzó a ser conocido gracias a su primera novela, “La Playa” (1996), que fue llevada al cine por Dany Boyle cuatro años después con guión del propio Garland. Él y Boyle colaboraron a continuación en el guión de dos películas de CF, la exitosa “28 Días Después” (2002) y “Sunshine” (2007). Su carrera pareció haberse enfocado definitivamente en este género, ya que luego se encargaría de adaptar “Nunca Me Abandones” (2010) y estuvo vinculado con la posible traslación al cine del videojuego Halo y el remake de “La Fuga de Logan”.

Inicialmente, Garland quería haber escrito una película sobre el Juez Muerte o adaptar alguna de las historias clásicas sobre la batalla por la democracia bajo el sistema totalitario defendido por el Juez, pero se dio cuenta de que esos proyectos eran demasiado ambiciosos y exigían del espectador un considerable conocimiento previo del universo distópico del personaje, por lo que finalmente optó por escribir una historia más convencional que sirviera de presentación para el público generalista y obtuviera el visto bueno de las compañías productoras británica, india, sudafricana y norteamericana.

En el futuro, la mayoría de los antiguos Estados Unidos se han convertido en un inhabitable páramo radioactivo conocido como “La Tierra Maldita”. Los supervivientes viven concentrados en un puñado de decadentes y superpobladas megalópolis, la más grande de las cuales es Mega-City Uno, una conurbación que se extiende desde las antiguas Boston a Washington DC y cuyos habitantes suman 800
millones, agrupados a millares en grandes edificios llamados Bloques y que son como ciudades verticales.

Semejante aglomeración y en tan nefastas condiciones está siempre al borde del caos y el nivel de criminalidad no para de subir pese a los esfuerzos y dedicación de los Jueces, unos brutales oficiales de policía que detienen, juzgan y ejecutan si es preciso a los infractores. Puede que la guerra nuclear finalizara hace muchas décadas, pero la ley marcial nunca se abolió ni el sistema de jueces se desmanteló. Mega-City Uno es la perfecta encarnación de un estado policial y totalitario. Aparte del Alcalde y un puñado de políticos, quienes verdaderamente dirigen la ciudad –hasta donde esta puede ser controlada- son los brutales Jueces. De entre todos ellos destaca el Juez Dredd (Karl Urban), al que su superior le
encomienda, pese a sus reticencias, una compañera para que evalúe su capacitación sobre el terreno. Se trata de la novata Cassandra Anderson (Olivia Thirlby), una mutante con habilidades psíquicas.

Su primera llamada procede del megabloque Peach Tree, uno de los colosales edificios de la ciudad en los que se apiñan miles de personas. En su atrio se han encontrado tres cuerpos estrellados tras una caída de cientos de pisos. Peach Tree está controlado por Madeline “Ma-Ma” Madrigal (Lena Headey), una exprostituta que ha prosperado hasta jefa mafiosa y que utiliza el edificio como base para fabricar una nueva y potente droga, el Slow-Mo. Cuando ve que los jueces han llegado para investigar y que no van a irse fácilmente, Ma-Ma se hace con la sala de control del bloque y conecta el sistema de emergencia para ataque nuclear, bajando compuertas impenetrables que
aíslan al edificio del exterior. A continuación, ordena a los habitantes de Peach Tree que eliminen a los dos jueces y advierte de que cualquiera que les preste ayuda será ejecutado. Solos e incapaces de recibir auxilio exterior, Dredd y Anderson tendrán que sobrevivir en el interior del bloque enfrentándose a cientos de asesinos y provocando un auténtico baño de sangre.

Muchos fans acudieron a ver la película con cierta prevención. Había críticas especializadas cuyo dictamen era muy favorable y contaba con un guión de Alex Garland, que ya había demostrado su buen hacer en otras producciones. Pero por otra parte, el director Pete Travis no despertaba demasiada confianza tras haber firmado el forzado thriller “En el Punto de Mira” (2008). Nada más comenzar la película, ese mal presentimiento parece confirmarse cuando vemos a Dredd conduciendo su moto y envuelto en la persecución a tiros de una
camioneta conducida por unos criminales drogados. La decepción se explica porque esta escena de ritmo trepidante y bien dirigida, es exactamente lo que uno podría ver en una película ordinaria de acción. Karl Urban está correctamente ataviado con el uniforme del comic y hay un modesto intento de reproducir la excesiva motocicleta que conduce en las viñetas, pero en lo que se refiere al resto de los elementos de la secuencia (los vehículos, la ropa de los matones y los viandantes) no resultan en absoluto futuristas.

En su favor hay que decir que Garland se esfuerza por ser fiel al comic. Karl Urban mantiene en todo momento su rostro oculto tras el casco, el uniforme está bien diseñado aun cuando se le hayan eliminado las aparatosas hombreras de la versión del comic, poco prácticas para un trabajo policial de calle. Se diría que Urban, que parece nacido para el papel, hubiera
estudiado y absorbido los manierismos de Sylvester Stallone en su época de “Cobra” (1986) e interpreta a su personaje como alguien reservado, muy duro, letal y cuyas frases son tan cortas como contundentes. Ya en la escena de apertura queda retratado perfectamente. Cuando inicia la persecución de los criminales, Control le pregunta por radio: “¿Necesita refuerzos?”, a lo que Dredd responde con un “NO” rotundo que dice todo lo que necesitamos saber sobre él: trabaja solo y es una máquina fría, imparable y violenta de impartir justicia. En teoría y superficialmente, Dredd es un cínico gruñón que se expresa con monosílabos. Pero, de hecho, el Joe Dredd de los comics es más complejo que eso: tiene sentido del humor –eso sí, seco y corrosivo- y de vez en cuando muestra destellos de humanidad. Urban, sin quitarse el casco para mostrar sus ojos, recoge todo esto y con solo su rictus, mentón y barbilla consigue transmitir esa sutil mezcla de circunspección e ironía.

Olivia Thirlby cumple sobradamente como Juez Anderson, encarnando a una recién graduada policía, insegura y algo torpe al principio pero cuya humanidad constituye un buen contrapunto a la impasibilidad de Dredd. Entre toda la acción y aventura puede suceder que el espectador olvide que está ante un estado totalitario; Anderson está allí para recordárselo. Desde el principio queda claro que tiene dudas respecto a convertirse en Juez y que su misión junto a Dredd no va a cambiar su inclinación sino todo lo contrario. De hecho, Garland utiliza al personaje para introducir un dramático subtexto moral que estaba ausente en los comics, sobre todo en la escena en la que Dredd le ordena que mate a uno de sus atacantes y luego averigua que es el marido de la mujer que les ayuda brindándoles refugio. La actriz consigue hacer creíble la evolución de su personaje y le da una fuerza de la que intuyo carecía en el guión.

Por otra parte, hubo ciertas dudas –legítimas- respecto a la inclusión de Anderson en la
historia. Era un personaje muy popular en los comics y sus poderes psíquicos funcionan bien en la página impresa pero estaba menos claro que en imagen real se obtuviera el mismo resultado. Existía el peligro de que la exhibición de sus habilidades mentales rompiera de algún modo el tono oscuro y realista de la historia. Resultaron ser temores infundados. Sin entrar en spoilers, digamos que la forma en que Anderson utiliza sus poderes es no sólo desasosegante y sorprendente sino en línea con la trama y atmósfera de la película. Quizá la única pega que le pueda poner por parte de los fans más militantes de la serie de comics–y no me parece de gravedad- es que resulta difícil imaginarse a esta Juez Anderson como la madura y decidida versión que debutó en “2000 A.D.” en 1980.

En cuanto a Lena Headey, interpreta a una villana un tanto estereotipada pero intensamente malvada y adecuada para una película de acción como esta. Headey dota de vida y alma lo que en principio es un personaje de cartón piedra, un mero engranaje para iniciar e impulsar la acción hasta su clímax.

La película empieza verdaderamente a arrancar cuando Garland fuerza el confinamiento de Dredd y Anderson en el Bloque. El guión crea una situación muy tensa que recuerda a “Solo Ante el Peligro” (1952) o “Atmósfera Cero” (1981) en el sentido de que presenta a defensores de la ley en un entorno hostil y donde los civiles reciben la orden de colaborar en la caza o, como mínimo, no prestarles ayuda so pena de ser castigados. De hecho,
la premisa de “Dredd” guarda un sorprendente número de similitudes (oficiales de policía que entran en un edificio de apartamentos lleno de criminales) con el entonces muy reciente film indonesio “Redada Asesina” (2011). Pete Travis no se muestra tímido con la violencia y las escenas viscerales, con balas atravesando caras, cabezas explotando y cuerpos masacrados; o ese momento brutal en el que Ma-Ma pulveriza con artillería todo un nivel del Bloque liquidando a todos los vecinos inocentes. La violencia es brutal y sangrienta, como corresponde a este futuro distópico, y la película encuentra nuevas formas de superarse en este sentido conforme avanza hacia su final.

El guión de Garland es sencillo y sigue de cerca la fórmula ya establecida tiempo atrás por “La Jungla de Cristal”, pero su ritmo, intensidad y carisma del protagonista hacen que al espectador no le parezca estar asistiendo a un mero clon del film de McTiernan. Garland resiste la tentación de hacer algo más épico basado en alguno de los arcos argumentales más largos del personaje pero que habría quedado muy pobre habida cuenta del presupuesto manejado, y opta por una historia más sencilla que sirva de presentación del Juez a un público no familiarizado con él.

Hay, eso sí, quien ha criticado la película por reducir al Juez Dredd a los parámetros habituales del film de acción moderno, renunciando a incluir los elementos satíricos que constituían el
rasgo distintivo de la serie de comic. No se le puede quitar razón a quienes esto argumentan, pero también hay que tener en cuenta que Juez Dredd es un comic difícil de adaptar al medio cinematográfico con absoluta fidelidad gráfica y literaria sin caer en lo ridículamente hiperbólico. Las exageraciones que tienen buen encaje en las páginas de una revista que publica entregas semanales de cuatro u ocho planchas del personaje es fácil que chirríen o cansen al espectador generalista cuando se trata de hacer una película de dos horas. Por otra parte, la mayoría de las historias del Juez carecen de la épica que muchos de esos críticos esperan y son más bien historias cortas y autoconclusivas, exactamente lo que es este film.

También ha habido fans decepcionados por la falta de ambientación futurista. Los elementos más obvios e inevitables del comic están ahí –los uniformes, las motos, las pistolas..- y hay
algunas tomas aéreas bastante impresionantes de Mega City Uno, los Juzgados o el Bloque Peach Tree. Pero por lo demás no parece que estemos en una urbe futurista sino en el Los Ángeles contemporáneos. Los comics, en cambio, sí eran muy prolijos a la hora de mostrar con todo detalle el futuro distópico del Juez, llenando las viñetas de detalles, figuras y situaciones humorísticas de fondo. En descargo de “Dredd” hay que decir que es una película con un presupuesto medio –desde luego, inferior que la versión de Stallone, que pudo permitirse más alegrías en el apartado del diseño y efectos-. Por tanto y con el fin de mantener los gastos bajo control, la acción queda limitada casi exclusivamente al interior del bloque, lo que significa muchas escenas en pasillos, corredores y habitaciones y pocas en el exterior.

De todas formas, los técnicos y el director supieron exprimir al máximo el presupuesto del que disponían y “Dredd” es una de las películas de serie B más elegantes y de factura más potente
que se han hecho en las últimas décadas. Rodada en Johannesburgo, Sudáfrica, la estética de Mega City Uno es de un realismo sucio, caluroso y violento.

Sin duda, uno de los grandes hallazgos de “Dredd” es el efecto Slo-Mo: los cerebros de quienes consumen la droga experimentan una sensación de ralentización sensorial en la que pueden apreciar con extraordinaria nitidez los detalles de todo lo que les rodea. En una época en la que la cámara lenta se ha utilizado hasta la saciedad, “Dredd” encuentra una forma de recuperar esta técnica como algo nuevo y emocionante. Y ello gracias al trabajo del director de fotografía británico Anthony Dod Mantle (“28 Días Después”, “El Ultimo Rey de Escocia”,
“Slumdog Millionaire”) que utiliza su talento y experiencia para hacer que una de las más antiguas y baratas técnicas de cámara parezca sofisticada e innovadora sin perder la limpieza narrativa (y cuyo efecto en pantalla se magnificaba para quienes eligieron verla en 3D). Por lo demás, la película abunda en efectos digitales, pero inteligentemente aplicados para que complementen la imagen real sin apoderarse de ella.

Desde hace ya bastantes años, las películas basadas en series o personajes de comic-book hacen furor, con los superhéroes dominando las taquillas, las noticias y las redes sociales. Pero ese origen viñetero no siempre es garantía de éxito y, por desgracia, “Dredd” es el mejor ejemplo de ello. Los problemas empezaron ya durante el rodaje. Garland, que en ese punto no había dirigido nada todavía, tuvo más papel en la dirección y el control creativo que el propio Travis. Cuando se terminó la filmación y llegó el proceso de edición, los ejecutivos de las productoras se mostraron tan descontentos con lo que iba saliendo del mismo que apartaron a Travis y Garland hubo de hacerse cargo del montaje. Es un milagro que el resultado fuera tan sólido con semejantes vaivenes.

Y cuando llegó el estreno, “Dredd” sólo recaudó 6 millones en Estados Unidos en el fin de
semana de apertura. La crítica se mostró dividida entre quienes apreciaban los logros de la película a la hora de trasladar al personaje del comic y sacar lo máximo de un presupuesto magro, y aquellos que despreciaban su violencia y esquemático guión. Tampoco ayudó que críticos importantes ni siquiera se molestaran en ir a verla o escribir sobre ella, por lo que mucha gente se quedó sin conocerla siquiera.

Otra desventaja adicional fue que “Dredd” se estrenó pocos meses después de la ya mencionada “Redada Asesina”, para muchos la mejor película de acción desde “La Jungla de Cristal” (1988). El argumento de ambas era similar: un policía atrapado en el edificio de un jefe
criminal que tiene que abrirse camino piso a piso. Cuando salió el tráiler de “Dredd”, muchos amantes del cine de acción pensaron que no merecía la pena pagar por ver otra vez una copia de la misma historia. Estaban equivocados. A pesar de las coincidencias, “Dredd” se hallaba en producción desde antes de que “Redada Asesina” se terminara y, además, más allá de la premisa básica, las dos películas no son tan parecidas. En vez de centrarse en las artes marciales y las peleas individuales, “Dredd” es heredera de películas de acción de los 80, como “Asalto a la Comisaría en el Distrito 13” (1976) o “Robocop” (1987, el cual le debe mucho, a decir de su director Paul Verhoeven, al Juez Dredd de los comics).

Aunque recibió críticas muy favorables, la película sólo hizo 35,6 millones de dólares en todo el
mundo sobre un presupuesto de 50 millones, un decepcionante resultado que ha venido bloqueando la apertura de una nueva serie cinematográfica por mucho que desde su estreno “Dredd” sí haya obtenido un estatus de film de culto. Se ha venido apuntando la posibilidad de que alguna plataforma o productora, como Netflix o Amazon, podría reconvertirlo en serie televisiva, quizá incluso protagonizada por Karl Urban, pero ninguno de esos rumores se han concretado en nada.

Ya se sea fan del comic o no se conozca al personaje en absoluto, esta es una película de obligado visionado si se disfruta del cine de acción y ciencia ficción. Muy distanciada de las heroicas aventuras de Los Vengadores y de la introspección psicológica del Batman de Nolan, “Dredd” es una película valiente a la hora de adaptar un comic a la pantalla y que sabe aprovechar al máximo sus limitados recursos. A pesar de sus pobres resultados económicos, pocas películas de la última década han sido tan merecedoras como esta de una secuela.




2 comentarios:

  1. Sin ser un fan y sin desconocer totalmente al personaje en su versión de papel... a mi me pareció que el principal problema desta peli es que es tremendamente mediocre. No sobresale en nada y para ser del Juez todo es bastante conservador, no es que no tenga sátira, es que ni siquiera hay ironía. Pero su principal problema es que los villanos son unos tristes. Desde el 1º momento, y no porque todo el mundo sepa como va a terminar el film antes de pillar la entrada, se ve que unos yonkis pobretones no son nadie contra el Juez, ni quiera uno tan light/humano como este. Y eso hace que ntro. héroe sea un sádico puesto que ninguno de los oponentes del Juez tiene una mínima posibilidad contra él. En eso falla estrepitosamente la peli porque a nadie le gustan los sádicos. Y aquí podría estar la sátira pero no lo creo porque la peli pone de héroe a un facha...

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  2. Me gusta la de Stallone,,,,,,,,,esta menos.
    Un saludo

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