miércoles, 4 de junio de 2025

2021- FREE GUY – Shawn Levy

 

La transferencia del mundo de los videojuegos al celuloide ha tenido una larga y accidentada historia que podemos rastrear hasta la primera película de “Tron” (1982). Los creadores de Hollywood llevan décadas reconociendo el ingenio y originalidad de las historias y personajes de muchos videojuegos y tratando de conseguir el mismo efecto en pantalla, aunque en la mayoría de los casos los resultados han oscilado entre lo mediocre y lo malo. No todos los directores han sabido entrar en ese mundo tan bien como Steven Spielberg con “Ready, Player One” (2018, en realidad adaptación de una novela) o Edgar Wright con “Scott Pilgrim contra el Mundo” (2010, que adaptaba un comic). La mayoría han sido productos prescindibles como “Super Mario Bros” (1993), “Double Dragon” (1994), “Lara Croft:Tomb Raider” (2001), “Doom” (2005) o “Max Payne” (2008), por nombrar solo un puñado.

 

Pero desde hace ya bastantes años, los videojuegos se han convertido en una industria de dimensiones colosales que podría incluso en el futuro devorar a la del cine. Hoy disponemos de una larguísima lista de películas que, de una forma u otra, están ligadas a ese mundo. Muchas son adaptaciones de videojuegos; otra categoría es la de films en los que los videojuegos son un personaje en sí mismos, un subgénero que se remonta a “Tron” (1982) o “Juegos de Guerra” (1983). La década de los 90 del siglo pasado vio un buen número de títulos sobre videojuegos malvados, como “Arcatrón” (1993) o “Juego Mortal” (1994); o con personajes atrapados en entornos virtuales de un videojuego, como “eXistenZ” (1999), “Spy Kids 3D: Game Over” (2003), “Stay Alive” (2006) o la serie de TV “Harsh Realm” (1999). Hay incluso otra categoría conceptualmente inversa en la que personajes de un videojuego cobran vida, como “La Grieta de la Muerte” (1995), “Asesinos Virtuales” (1995), la teleserie “Deadly Games” (1995-6) o Ra.One (2011).

 

Existe otro creciente número de películas que giran alrededor de individuos que descubren que en realidad son personajes de un videojuego. Este tropo se utilizó por primera vez en el film ciberpunk “Nirvana” (1997) y se incluyó como gran giro sorpresa en la visualmente impecable “Avalon” (2001) de Mamoru Oshii. La idea se utilizó de forma más bien ridícula en “Serenity” (2019) y con más encanto en “Rompe Ralph” (2012), de Disney. “Free Guy” es una de las últimas aportaciones a este sub-subgénero.

 

Cada día, Guy (Ryan Reynolds) sigue de manera invariable la misma rutina: despierta en su apartamento en Free City, saluda a su pez, ve las noticias mientras desayuna, compra su café y conversa con su amigo Buddy (Lil Rey Howery) mientras ambos se dirigen a trabajar a un banco sorteando una avalancha de tiroteos, explosiones, atropellos y robos. Todo ese caos, que es asumido por los transeúntes con absoluta naturalidad, está generado por los que todo el mundo conoce como la Gente de Gafas de Sol. Pero Guy es menos feliz de lo que aparenta. Siente una melancolía interior producto de no haber encontrado a la chica de los sueños… hasta que un día, por la calle, ve a Molotovgirl (Jodie Comer), una de las “Gafas de Sol”, y se da cuenta de que es “Ella”. Sin embargo, esas gafas son una barrera aparentemente infranqueable para su amor.

 

Así que al día siguiente, cuando el atracador de turno entra en el banco, Guy, en lugar de seguir su rutina y echarse al suelo a esperar a que todo termine, se levanta y le quita las gafas al agresor. Al ponérselas, se queda de piedra al contemplar a través de ellas un mundo completamente diferente superpuesto al que él conoce, una especie de realidad aumentada en la que tocando ciertos iconos flotantes puede conseguir puntos de salud o aumentar el saldo de su cuenta bancaria.

 

Y es que, en realidad, Free City es un entorno virtual, un videojuego online propiedad de la compañía Soonami. Molotovgirl es el avatar de Millie Rusk (Jodie Comer), una programadora que diseñó la IA que mueve el juego y que fue comprada por el CEO de Soonami, Antwan (Taika Waititi) para luego archivarla… o eso hizo creer el mundo para no tener que pagar por su utilización. Millie está convencida de que sus líneas de código siguen ocultas en alguna parte de Free City y entra en el juego periódicamente como jugadora de primer nivel para tratar de hallarlas y demostrar así al mundo que Antwan es un farsante y un ladrón.

 

Un segundo encuentro con Guy termina con ella, que cree que es otro jugador, diciéndole que sólo cuando aumente su puntuación se dignará a hacerle caso. Pero, a diferencia del resto de jugadores, Guy no se entrega a una orgía de violencia gratuita cometiendo crímenes virtuales, sino que, negándose a emplear la agresión, salva a otros PNJ´s como él (Personajes No Jugadores, esas figuras de fondo movidas por el motor del juego y que habitualmente sirven de simple carne de cañón) arrebatándoles las armas a los atacantes y, en general, comportándose como un tipo honesto, desinteresado y amable. Sin saberlo, no tarda en hacerse famoso entre miles o millones de jugadores por todo el mundo, que le apodan El Tipo de la Camisa Azul, y del que hablan los influencers y presentadores de televisión como si fuera un fenómeno social.

 

El antiguo socio de Millie, Keys (Joe Kerry), que la traicionó aceptando un trabajo en Soonami y renunciando a pelear por la IA que ambos desarrollaron, descubre que Guy es en realidad un PNJ y que, de algún modo, la IA lo ha convertido en la primera forma de vida artificial e inteligente, capaz de evolucionar, soñar, sentir y aspirar a mejorarse a sí mismo y a su entorno. Esto convierte el incipiente romance con Millie en algo nuevo y extraño pero previsiblemente de corta duración, dado que, cuando se entera de ello, Antwan decide eliminar a Guy sustituyendo la versión actual del juego por una nueva que borrará todos los PNJs anteriores. Guy y Millie sólo tienen unas horas para evitar que ese mundo virtual y todos sus habitantes desaparezcan para siempre.

 

A primera vista, “Free Guy” no tiene demasiadas bazas para atraer al espectador exigente. La promoción la presentaba como una comedia sobre videojuegos que remitía a la mediocre “Pixels” (2015), dirigida por Chris Columbus para el “lucimiento” de Adam Sandler. Tampoco los nombres asociados, a priori, inducían a pensar que fuera un material interesante.

 

La idea y el guion es de Matt Lieberman, que había escrito unas cuantas películas familiares de escaso interés como “Dr.Doolittle 4” (2008), “Crónicas de Navidad” (2018), “La Familia Addams” (2019), “Jugando con Fuego” (2019) o “Scooby” (2020). En esta ocasión, comparte los créditos de guionista con Zak Penn, responsable de “El Último Gran Héroe” (1993), “Inspector Gadget” (1999), “Tras la Línea Enemiga” (2001), “Sospechoso Cero” (2004), “Ready Player One” (2018) y diversas adaptaciones de personajes Marvel, como “X2” (2003), “Elektra” (2005), “X-Men 3: La Decisión Final” (2006), “El Increíble Hulk” (2008) o “Los Vengadores” (2012). En las labores de producción encontramos a Greg Berlanti, la fuerza creativa tras varias series de televisión protagonizadas por superhéroes DC, como “Arrow” (2012-20), “The Flash” (2014-23), “Supergirl” (2015-21), “Legends of Tomorrow” (2016-22), “Titanes” (2018-23) o “Superman y Lois” (2021-4).

 

Shawn Levy es quizá algo más conocido que los anteriores, aunque su nombre tampoco es exactamente sinónimo de calidad. Fue haciéndose un nombre con varias comedias facilonas y del montón como “Big Fat Liar (Gordo Mentiroso)” (2002), “Doce en Casa” (2003), “Recién Casados” (2003), “La Pantera Rosa” (2006), “Noche Loca” (2010), “Los Becarios” (2013) o “Ahí os Quedáis” (2014). Se ha internado en el cine de género con títulos también con una orientación familiar, como “Noche en el Museo” (2006) y sus secuelas (2009 y 2014). Entre estas, dirigió el drama deportivo-distópico “Acero Puro” (2011). Su faceta de productor es más destacable, con películas como “Los Amos del Barrio” (2012), “La Llegada” (2016) o la serie “Stranger Things” (2016-25).

 

En fin, que leyendo los créditos y viendo el trailer, es natural pensar que la película va a ofrecer exactamente lo que parece y al nivel de calidad que podría esperarse habida cuenta los nombres implicados: una comedia romántica y de acción ambientada en un videojuego, una mezcla ligera de “El Show de Truman” (1998), la “Legopelícula” (2014) y una pincelada de “Matrix” (1999). Y eso es cierto, pero sólo en parte. Porque lo que los trailers no dicen es que la historia de Guy es más emotiva y compleja de lo que podría pensarse a simple vista. Es una historia de amor, sí, pero también sobre la autoestima, la empatía e incluso la naturaleza misma de la existencia, todo ello envuelto en comedia, acción y un trabajo visual de primer orden. En resumen, una película alegre, entretenida, con más mensaje del que nos hace pensar el material promocional y, en resumen, mejor de lo que se esperaba.

 

Para empezar, “Free Guy” nos ofrece una inmersión en un mundo extraño y desmesurado, mezcla de Fortnite y Grand Theft Auto, en el que los personajes caminan por las calles de una gran ciudad contemplando y esquivando persecuciones entre vehículos ridículamente enormes, tiroteos, masacres, explosiones, naves o robots gigantes. Su espíritu está en sintonía con esa parodia del género de acción que el guionista Zak Penn había firmado en “El Último Gran Héroe” (1993). El protagonista interpretado por Ryan Reynolds experimenta una revelación respecto a su propia naturaleza y la de su mundo similar a la que tuvo Arnold Schwarzenegger en aquella película; y en ambas, los héroes acaban renegando de la violencia en la que se ven obligados a participar.

 

Uno de los puntos más originales de la serie deriva de su adopción del punto de vista de los PNJ. Las escenas en las que Guy aprovecha los puntos de curación o utiliza el Modo Dios son muy divertidas (aunque cabe preguntarse qué les sucede a los jugadores reales cuando Guy les arrebata las gafas). Especialmente cómicos son el enfrentamiento climático de Guy con su “versión mejorada” Dude o contra el carismático Revanjamin Buttons (Channing Tatum haciendo una aparición tan breve como hilarante), manejado en el mundo real por un nerd fracasado y soso (Matty Cardarople) incordiado por su madre mientras pasa la aspiradora. Aparte de eso, el guion maneja con habilidad la creciente escalada de tensión creando constantemente nuevas dificultades para sus protagonistas.

 

Donde la película flaquea es en que, una vez sentadas las bases de la historia, resulta muy sencillo predecir lo que va a pasar aun cuando al protagonista todavía le queden bastantes problemas por resolver. Ahora bien, aunque predecible y formulaica, el viaje hasta la conclusión es ágil, ligero y entretenido. Visualmente, “Free Guy” es una película con una energía desbordante, el ritmo es consistente y cada escena tiene su punto de humor, ya sea en los diálogos, la situación o ciertos detalles incluidos en los fondos. Los momentos de acción física no sirven sólo para epatar al espectador y mantener su atención sino para desarrollar a los personajes. Y aunque es una película muy inserta en la cultura gaming, es también perfectamente disfrutable por un público mayoritario no necesariamente familiarizado con ese mundo.

 

Ryan Reynolds, que también produce la película, está en su salsa con esta historia, desplegando su encanto de galán mezclado con un contagioso entusiasmo infantil, aunque su facilidad para dar con frases ingeniosas aparentemente improvisadas no parece lo más adecuado para un personaje a priori definido por su anonimato y sosez. Jodie Comer le da a su personaje la doble faceta que éste requiere: virtualmente es una sexy guerrera invencible y dispuesta a todo, mientras que en el mundo real es una joven vulnerable y algo ingenua. La química entre los dos funciona, aunque la brecha de edad entre ambos actores (48 años el uno y 32 la otra) quiza sea excesiva a la hora de plantear una relación amorosa “verosímil”. Merece una mención el director Taika Waititi (director de la muy divertida “Lo Que Hacemos en las Sombras, 2014; “Jojo Rabbit”, 2019 ; o las dos últimas películas de “Thor”), que da vida con su estilo histriónico a la parodia de un millonario tecnológico tan cretino y codicioso como megalomaniaco. El resto del reparto queda en lo simplemente eficaz y no particularmente memorable,

 

Los efectos visuales de “Free Guy” son notables no porque sean superiores a los de tantísimas producciones modernas, sino porque son lo suficientemente llamativos como para hacer que el mundo de Free City parezca un lugar imposible y, al mismo tiempo, realista. Esto es esencial para que nos sumerjamos en la aventura de Guy y sintamos que el juego es tan importante como nuestra realidad. Al entrelazar los mundos real y fantástico, “Free Guy” consigue que sintamos cariño por los personajes y aleja a la cinta de la mediocridad, defendiendo la idea de que algo único debería ser celebrado por su originalidad en lugar de limitarnos a comercializarlo en masa, imitarlo y remodelarlo en dosis diluidas más fácilmente degustables.

 

“Free Guy” tiene muchas ideas flotando sobre su chispeante superficie, pero nunca llegan a solidificarse y expandirse tanto como para que el espectador sienta que le están dando un sermón. Si no te apetece verlo todo a través de un sesudo filtro existencialista y lo único que quieres es dejarte llevar, la película te lo permite sin problemas. De hecho, su negativa a tomarse a sí misma demasiado en serio se extiende a cosas como la progresión lógica de la trama: las reglas internas cambian de escena a escena y algunos giros están excesivamente forzados para dirigir la historia hacia donde el guionista desea, especialmente en sus últimas escenas.

 

Es cierto que al cabo de, como mucho, media hora, cualquier espectador avispado habrá ya adivinado cómo va a terminar la historia, pero ver cómo ésta va desarrollándose hasta su conclusión no sólo es muy divertido sino que se hace con corazón, ingenio e inteligencia. Aunque no sea una película aspirante a ganar premios ni creo que pretenda permanecer en la memoria de los espectadores un año después de haberla visto, ofrece no sólo un rato entretenido sino una de las mejores aportaciones al subgénero de cine sobre videojuegos.

 


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