(Viene de la entrada anterior)
Mientras "Los Cazafantasmas" se convertía en un éxito mundial y le proporcionaba a Ivan Reitman y compañía carta blanca para acometer el proyecto que desearan -siempre y cuando fuera "Cazafantasmas II", claro-, "La Guía del Autoestopista Galáctico" permaneció en vía muerta en Columbia Pictures. El estudio, a instancias de Reitman, Medjuck y Gross, siguió renovando los derechos de adaptación. En 1985, cuando Douglas Adams ya estaba de vuelta en Londres, dijo en una entrevista: "Aparentemente hay un montón de almuerzos para hablar sobre ello, pero no me han invitado a ninguno porque es un viaje muy largo hasta Los Ángeles sólo para almorzar".
Ironías
aparte, los productores, efectivamente, seguían dándole vueltas al asunto y llegaron a la conclusión de que había llegado el momento de contratar a alguien
que no fuera tan inflexible con el material original como lo había sido Adams. Sin
embargo, eligieron para la tarea a alguien que era una declarada admiradora del
"Autoestopista": la periodista y guionista Abbie Bernstein. Como ella
misma admitió, había leído todos los libros, grabado la serie de la BBC y
comprado el disco. Lo único que no conocía era el guion escrito por el propio
Adams o, mejor dicho, los tres borradores, el primero de ellos de 150 páginas y
todos demasiado similares a una novela.
Cuando
se reunió con Reitman, Medjuck y Gross, éstos le preguntaron si podía articular
con todo ese material una narrativa más lineal y comercial desde el punto de
vista cinematográfico. Ella les respondió: "Básicamente, para lograr eso, el héroe necesita un objetivo. Y no es
necesario introducir ningún elemento extraño. En el material original ya está
la idea de la Tierra Mark II. Simplemente digamos que la Tierra Mark II se ha
conservado como en naftalina, pero ha seguido desarrollándose en paralelo a la
Tierra en la que vivimos, así que, si salvan la Tierra Mark II y la colocan en
lugar de la Tierra Mark I, básicamente han salvado al mundo. Pero aún existe el
problema de los Vogones, todo ese asunto de deshacerse de la flota vogona; solo
que ahora lo harían deliberadamente para salvar al mundo. No es que sean muy
ambiciosos al respecto de este asunto, excepto Arthur y Trillian, porque son
terrestres. Ford y Zaphod no deberían enfadarse por ello porque no son así. De
todas formas, se pueden conservar muchos elementos del libro. Simplemente se le
da un poco más de énfasis a la Tierra Mark II y, al colocarla en lugar de la
Tierra Mark I, se consigue algo parecido a una trama convencional de ciencia
ficción satisfaciendo ese requisito”.
Eso era
exactamente lo que los productores querían oír y la contrataron de inmediato,
proporcionándole los tres borradores de Adams. "Los leí, pero básicamente hice un par de bocetos antes de empezar a
redactar y trabajé a partir de ellos. Para mi propio marco de referencia,
trabajé con la serie de televisión, el libro y borrador del guion de la
película, simplemente porque este último se parecía mucho a la serie de
televisión mezclada con el primer libro".
Bernstein
había escrito ya dos borradores cuando Rocky Morton y Annabel Jankel, el matrimonio
británico pionero de la videotecnología y mentes creadoras del popular programa
televisivo “The Max Headroom Show”, se postularon como posibles directores de
la película. Según Medjuck: “Se habían
mudado aquí para trabajar en el cine y creo que fui yo quien les hablé de la
“Guía del Autoestopista”. Parecían el equipo perfecto. Fuimos a Disney porque
Jeffrey Katzenberg, a quien conocíamos desde hacía años, todavía estaba allí”.
Había sido Katzenberg quien, cuando aún era un joven ejecutivo en Paramount,
supo ver el potencial de “Los Incorregibles Albóndigas” (1979), una película
canadiense de bajo presupuesto dirigida por Ivan Reitman y protagonizada por
Bill Murray, apoyándola ante el estudio. Acertó de pleno y se convirtió en su
primer gran éxito. Así que, en base a aquella relación, los productores les
entregaron el guion a los ejecutivos de Disney asegurándoles que era un
material perfecto para su estudio, aunque todavía tenían que refinarlo.
Y ese
refino fue, precisamente y una vez más, el gran obstáculo. Según recordaría luego Bernstein, lo que siguió fue un carrusel infinito de reuniones a dos,
tres, cuatro, cinco y seis bandas con ella misma, los productores y los
directores, todos ellos incapaces de alcanzar un consenso respecto a ciertos
puntos de la historia. “Incluso si
alguien lograba cambiar la opinión de otra persona, no servía de nada porque,
al final de la reunión, la otra persona habría cambiado de opinión otra vez,
así que aún habría seis opiniones diferentes. Según recuerdo, creo que Joe y
Michael estaban más interesados que Ivan. Éste andaba por allí y tenía muchas
opiniones. Había muchas cosas del estilo de que, tras leer el guion, me
elogiaban por la escena entre Marvin y la máquina asesina, y yo decía:
"¡Gracias, pero tuve el buen juicio de conservar la versión literal de
Douglas Adams!". Intenté preservar la mayor parte posible del material
original. Lo que pasa es que había ciertas cosas que querían que se ajustaran
más a una película comercial más lineal, y ese era mi trabajo”.
Medjuck,
por su parte, recordaría: "No
recuerdo que ella cambiara demasiadas cosas. Lo principal que recuerdo es que,
de alguna manera, conservamos un final en el que el mundo sí se destruía, pero
sin hacerlo. De alguna manera encontramos una forma de hacer estallar la
Tierra, pero no la incluimos. Terminaba con los personajes continuando sus aventuras".
Gross, por su parte, cree que el mayor progreso que se hizo en el proyecto
desde su génesis tuvo lugar en esta etapa, con Bernstein escribiendo borrador
tras borrador bajo la supervisión de Morton y Jankel.
Bernstein
diría: “Había ciertas cosas que querían
conseguir en el plano visual. Recuerdo que tenían esta fijación con un insecto,
la nave Vogona que se convertía en una especie de pequeño insecto. Eso fue idea
suya. No es que no tuvieran ideas respecto a la historia, porque recuerdo que
estaban muy emocionados y tuvimos muchas reuniones larguísimas al respecto.
Entre las cosas que recuerdo esta lo de “cómo podemos cambiar esto sin cambiar
el significado de la trama, pero de tal forma que podamos poner esto otro en
pantalla”. En cuanto al reparto, Morton y Jankel querían fichar a Tim Roth
como Arthur Dent aunque, por aquel entonces era un desconocido fuera de Gran
Bretaña.
El
proyecto fue avanzando provechosamente hasta marzo de 1988, cuando la primera
película dirigida por Morton y Jankel, un thriller producido por Disney y
titulado “Muerto al Llegar”, hizo honor a su título en lo que a taquilla se
refiere. Jeffrey Katzenberg se marchó de Disney y la “Guía del Autoestopista
Galáctico” se quedó en el limbo. Para entonces, Bernstein llevaba trabajando en
el guion dos años y había escrito por lo menos siete borradores, uno de ellos
considerado por Douglas Adams como el peor que había leído jamás. Lo que le
molestó más a Adams, que no había contribuido ni con una coma al mismo, es, en
primer lugar, que su nombre figurara en él junto al de Bernstein; y, en segundo
lugar, que tuvo una circulación bastante amplia, lo que llevó a mucha gente a
considerarle erróneamente un guionista terriblemente malo. Esta reacción,
obviamente, entristeció a Bernstein que, además de ser una de sus admiradoras,
siempre había sido consciente de que no trataba de mejorar su trabajo sino de
adaptarlo siguiendo unas directrices ajenas con las que no tenía por qué estar
de acuerdo.
Tras un nuevo periodo de desarrollo, descrito por Adams como “tratar de asar a la parrilla un filete haciendo que una sucesión de gente entre en la habitación y sople sobre él”, Columbia dejó que expirara su opción de cinco años sobre los derechos de la novela, retirando a Reitman, Medjuck y Gross del proyecto. Si el estudio había seguido cocinando la película durante un tiempo después de la marcha de Katzenberg fue, probablemente, porque ya había fondos presupuestados para ello.
Uno o
dos años después, le presentaron a Adams a Michael Nesmith, antiguo miembro del
archipopular grupo de música pop “The Monkees”. Ambos se hicieron pronto amigos
y el segundo, que ya había producido dos películas, “Repo Men” (1984) y “No Me
Grites que ya te Veo” (1988), expresó su interés en asociarse con el primero
para producir una adaptación del “Autoestopista”. Adams –quien tendría que
sentarse una vez más a escribir el guion- se atrevió incluso a desvelar su
reparto soñado: Simon Jones y Stephen Moore repitiendo sus papeles originales
de Arthur Dent y la voz de Marvin; Jeff Goldblum como Ford; Michael Keaton como
Zaphod; Sean Connery como Slartibartfast y Amanda Donohoe como Trillian. Sin
embargo, en Hollywood no mostraron demasiado interés. No sólo lo consideraban
ya un material anticuado sino que pensaban que la comedia de CF no funcionaba
bien entre el público. Por eso no había demasiadas en el ámbito cinematográfico.
En
realidad, algo de razón tenían. “Estrella Oscura” (1974), por ejemplo, adaptada
por John Carpenter a partir de su corto ganador del Oscar en su categoría,
nunca había superado su estatus de film de culto. No sería hasta el imprevisto y
colosal éxito de “Men in Black” en 1997, que Hollywood reconsideró su criterio
y volvió a mirar con interés la “Guía del Autoestopista Galáctico”. Sin
embargo, para entonces, Nesmith y Adams habían abandonado la idea y, aunque
siguieron siendo amigos, disolvieron su asociación a este efecto.
El 6 de
enero de 1998, “Daily Variety” informó de que una subsidiaria de Disney,
Hollywood Pictures, había adquirido los derechos de adaptación al cine del
“Autoestopista” y que Jay Roach, director de “Austin Powers” (1997), había sido
contactado por el estudio para encabezar la producción, que empezaría en 1999
para estrenarse en el verano de 2000. Adams y Roach congeniaban y existió la
intención de mantener al primero involucrado en el proyecto, tal y como había
hecho con la primera adaptación de su trabajo por la BBC en los 70. Aunque se
sentía frustrado por los continuos parones e incertidumbres que habían venido
aquejando a este proyecto desde su inicio, Adams también era consciente de que
los tiempos habían cambiado y que ahora la tecnología de efectos visuales podía
poner en pantalla cosas que veinte años atrás hubieran resultado imposibles.
Así que hizo el equipaje y regresó a Los Angeles para seguir de cerca la
producción. Poco después confirmó que la trama comprendería solamente los
eventos de la primera novela, pero que, si el éxito acompañaba a la película,
se plantearían secuelas que continuarían narrando lo sucedido a Arthur Dent y
sus compañeros en el resto de los libros.
En
abril de 1999, Adams informó de que la fecha de estreno inicialmente prevista
se retrasaba al menos seis meses y admitió que Simon Jones no era ya una opción
para interpretar a Arthur Dent, habiendo sido sustituido en las quinielas por
Hugh Laurie aun cuando, siendo un actor muy popular en Inglaterra gracias a
varios programas de televisión, en Estados Unidos era entonces tan desconocido
como Jones. Todo cambió con el estreno de “Stuart Little”, que se convirtió en
el gran éxito de la temporada navideña 1999-2000 y convirtió a Laurie en una
protoestrella. No obstante, el estudio seguía queriendo un reparto
internacional y Roach declaró en un foro que, por ejemplo, Zaphod Beeblebrox
podría ser interpretado por Jim Carrey o Bruce Willis.
Por
desgracia, Disney también quería un nombre conocido que firmara el guion y
decidió que el individuo perfecto para ello era Josh Friedman, que había firmado los libretos de
“Reacción en Cadena” (1996) y “La Guerra de los Mundos” (1995) (Más adelante se convertiría en un nombre familiar para los aficionados a la CF gracias a su participación en “Terminator: Las Crónicas de Sarah Connor”, 2008-2009; “Terminator: Destino Oscuro”, 2019; “Avatar: El
Sentido del Agua”, 2022; “Fundación”, 2021-2023; “El Reino del Planeta de los
Simios”, 2024; o “Snowpiercer”, 2020-2024).
Entregado
a Disney en marzo de 2000 y filtrado casi inmediatamente por internet, su borrador contemplaba un metraje de dos horas, preservaba casi toda la trama de
Arthur Dent relacionada con la búsqueda emprendida por Zaphod de “La Respuesta
Definitiva a la Pregunta Definitiva” e introducía varios elementos nuevos: una
subtrama romántica entre Arthur y Trillian, una escena en un club con la que ataba
algunos cabos sueltos y espectaculares batallas con “enormes máquinas bélicas en forma de grandes arañas negras” y “colmenas Vogon”. Este guion fue recibido
por los admiradores de Adams con el mismo entusiasmo que una nueva colección de
poesía romántica Vogona. Algunos comentaristas la criticaron con extrema dureza
tanto por no conservar prácticamente nada del espíritu de la obra original como
por ser una película confusa, frustrante, mal escrita y ni de lejos tan
graciosa como pretendía ser.
Ante
semejante reacción, sólo había un camino posible para Disney: despedir a
Friedman y volver a llamar a Douglas Adams, el cual aceptó y entregó su propia
adaptación tres meses más tarde, en junio de 2000. Según él mismo declaró,
había comprendido que no sólo debía mantenerse fiel al espíritu de las novelas
sino escribir algo que pudiera funcionar como una película, con un principio,
un segmento intermedio y un final, así como motivaciones para los personajes
que los condujeran hacia alguna parte. Adams pensaba que la “Guía del
Autoestopista Galáctico” era una obra demasiado británica para el gusto
norteamericano y que Arthur Dent distaba de ser lo que esa cultura entiende por
un héroe. No tiene acciones de alguna compañía, carece de razones por las que
sentirse satisfecho consigo mismo o con su situación… Pero esa es también la
razón por la que los ingleses sí lo ven como un héroe con el que pueden
identificarse, alguien a quien le pasan cosas terribles, que se queja un poco
(de forma contenida y educada, eso sí) y luego se calma y se toma una tacita de
te.
Adams
creía que su último borrador había concentrado todas las cualidades esenciales
de Arthur Dent, preservando su “heroísmo no heroico”. Roach coincidía con él. A
los pocos días, Adams publicó un breve pero emotivo mensaje en su web oficial: "¡A Jay le encanta! Disney, sin
embargo, no compartió el entusiasmo de Roach, colocando la película en el
equivalente hollywoodense del Vórtice de Perspectiva Total: un cambio radical”.
“Los estudios la ven como una especie de
Monty Python en el espacio", dijo Adams, señalando que se estaba
buscando inversión extranjera para cubrir los enormes costes de producción.
Roach se mostró igualmente resignado. "Es
peculiar, cara y difícil de vender", admitió a Entertainment Weekly.
"Es un riesgo, pero “Austin Powers”
fue rechazada por todos los estudios antes de que New Line la aceptara".
El
éxito cosechado por una de las producciones de Roach, “Los Padres de Ella”
(2000), reavivó el interés en cualquier cosa que él propusiera…incluida “La
Guía del Autoestopista Galáctico”. En marzo de 2001, sin embargo, se extendió
el rumor de que el director había abandonado el proyecto por desavenencias
respecto al presupuesto necesario, siendo sustituido por Michel Gondry, que se
había labrado fama como director de videos musicales antes de firmar su primera
película, “Human Nature” (2001), con guion de Charlie Kaufman. Roach negó tanto
esos rumores como que el presupuesto hubiera sobrepasado el límite de 100
millones de dólares, asegurando que se acercaba más a los 80.
Está generalmente
aceptado que, tras pasarse 20 años dando vueltas por el circuito de Hollywood,
la película del “Autoestopista” estaba en su punto más próximo a hacerse
realidad cuando sobrevino la muerte de Douglas Adams, el 11 de mayo de 2001,
por un ataque al corazón, poco después de su quincuagésimo cumpleaños. Pero lo
cierto es que lo único con lo que Disney estaba conforme respecto al proyecto
parecía ser la participación de Jay Roach, un director que por entonces parecía
el Midas de la industria. El problema es que éste acababa de firmar un contrato
con 20th Century Fox para la producción de lo que acabaría siendo otro éxito,
“Borat”, así como la continuación de otras franquicias para otros estudios: la
tercera entrega de “Austin Powers” y una secuela de “Los Padres de Ella”.
Antes de morir, Adams ya sabía que Roach iba a desvincularse del “Autoestopista” y era muy consciente de que, sin él, el proyecto probablemente se paralizaría de nuevo. Puede que en Hollywood haya gente que, honestamente, quiera sacar adelante películas respetuosas con las obras originales e inviertan mucho tiempo y esfuerzo en ello, pero, a la hora de la verdad, todo se apoya en el dinero. Jay Roach había demostrado que podía hacer dinero para quien financiara sus iniciativas; por el contrario, Adams no había hecho ganar ni un solo dólar a nadie en Hollywood.
Sin
embargo y entendiendo que la muerte de Adams fue una tragedia, Roach siguió
trabajando en la adaptación de “La Guía del Autoestopista Galáctico” junto al
productor ejecutivo Robbie Stamp. El guion necesitaba más elaboración y cuando
Roach vio la película “Chicken Run: Evasión en la Granja” (2000), de la
productora inglesa Aardman Animations, pensó que su guionista, Karey
Kirkpatrick, había conseguido crear una película que parecía producto de un
gran estudio sin perder por el camino la sensibilidad británica. Aunque
Kirkpatrick era norteamericano y no estaba familiarizado con la obra de Douglas
Adams, comprendía perfectamente el tipo de humor que la impulsaba y, de hecho,
en su juventud había sido un apasionado seguidor de los Monty Python.
Para
horror de los fans, Kirkpatrick era de la opinión de que su ignorancia del
libro, la serie de televisión o cualquier otra encarnación de “La Guía del
Autoestopista Galáctico” le hacía el candidato ideal a la hora de rematar el
guion. “No tengo nociones preconcebidas. Cuando me enviaron un borrador del guion (que fue el último en el que trabajó
Douglas antes de su muerte) lo leí como lo que era; un esquema para la
película. Y sin conocimiento alguno de Peces de Babel, Preguntas Definitivas ni
Vogones, fuiz capaz de hacerme una idea de lo que funcionaba como película y lo
que necesitaba más trabajo”. Tras presentar sus ideas a los ejecutivos de
Disney, el socio financiero para este proyecto, Spyglass Entertainment y Robbie
Stamp en representación de los herederos de Douglas, Kirkpatrick fue encargado
oficialmente de escribir el guion en septiembre de 2002.
Los fans del “Autoestopista” no entendían cómo un estadounidense sin conocimiento alguno de la novela pudo conseguir el trabajo de adaptarla al cine. El guionista trató de tranquilizarlos en su blog: “Tened en cuenta que mi punto de partida fue el último borrador de Douglas, así que no sólo tenía las nuevas ideas y conceptos que él había inventado específicamente para el guion (ideas brillantes, por cierto, realmente inspiradoras), sino también algunas pistas acerca de lo que estaba dispuesto a recortar (y en muchos casos, creí que había sido demasiado duro consigo mismo y las reintroduje)”.
Para
familiarizarse con el material, Kirkpatrick comenzó escuchando el serial
radiofónico en su edición en CD. "Fue
mientras revisaba ese programa cuando escuché por primera vez lo que en
realidad era el comienzo de "El Restaurante al Final del Universo",
que era una guía que comenzaba como "La historia hasta ahora...".
Continuaba resumiendo lo sucedido en "La Guía del Autoestopista
Galáctico" y me di cuenta de que eso era lo que el guion necesitaba. Ese
resumen expresaba algunas ideas y temas con más claridad incluso que el guion.
Y, de repente, me quedó claro qué faltaba en el guion y tuve la esperanza de
poder completar algunas de esas piezas”. A continuación, Kirkpatrick leyó
el libro con bolígrafo y subrayador en mano, resaltando los pasajes que se
habían omitido en el guion y que él quería reinsertar, tomando notas sobre
personajes y temas presentes en las páginas pero que no encajaban tan bien como
podrían hacerlo en el guion. "Iba a
ver también la serie, pero Jay me sugirió que no lo hiciera para así no tener
esas imágenes en la cabeza. La idea era intentar crear algo en lugar de
recrearlo".
A
Kirkpatrick le entregaron también otro material esencial para completar su
visión. Robbie Stamp –que se convirtió en su principal aliado para esta tarea
dado que era, como he dicho, el custodio del legado de Adams- le envió copias
electrónicas de los archivos del “Autoestopista” guardados hasta entonces en el
disco duro del escritor, incluyendo notas personales, apuntes enviados al
estudio, ideas al azar, fragmentos de posibles diálogos, escenas inacabadas,
trasfondo de los personajes, notas que se dejaba a sí mismo relativas a partes
con las que tenía problemas… Kirkpatrick terminó su primer borrador, de 152
páginas, justo antes de las navidades de 2002. Según dice, el estudio se mostró
muy emocionado con él, pero aún le quedaba el doloroso proceso de recortar y
condensar, para lo cual revisó los anteriores borradores de Adams, el cual
había realizado esa misma tarea con mucha más crueldad.
Al
final, Roach decidió no encargarse personalmente de dirigir la película, aunque
sí permaneció a bordo como productor. Empezaron entonces a contactar con
posibles directores importantes, algunos de los cuales decidieron no aceptar,
según recuerda Kirkpatrick, por “no ser
conocido como el tipo de que la jodió”. Roach le entregó el guion a Spike
Jonze, un realizador cuya poco convencional visión había tomado forma en
películas como “Cómo ser John Malkovich” (1999) o “Adaptation” (2002), pero
estaba demasiado ocupado. Sin embargo, fue éste quien le sugirió los nombres de
dos directores británicos de vídeos musicales, Garth Jennings y Nick Goldsmith,
que habían trabajado con Radiohead, Supergrass, Fatboy Slim o Blur. Como otros
directores antes que ellos, se mostraron inicialmente reacios a encargarse de
un material por el que sentían un profundo aprecio y respeto. Estaban tan
seguros de que los norteamericanos no habían podido sino destrozar el original,
que le dijeron a su agente que ni se molestara en enviarles el guion. Éste, no
obstante, sí lo hizo y, para sorpresa de ambos, encontraron que el libreto era
sorprendentemente fiel a las novelas. Así que, después de unas llamadas y
varias reuniones, ambos fueron contratados, Goldsmith como productor y Jennings
como director. Era mayo de 2003, por una extraña coincidencia casi exactamente
25 años después de la primera emisión radiofónica de “La Guía del Autoestopista
Galáctico”.
Mientras
Goldsmith y Jennings trabajaban en buena sintonía con Kirkpatrick para refinar
el guion e incorporar en él sus propias ideas, empezó la búsqueda del reparto.
Bill Murray, Tim Roth, Jim Carrey, Robert Downey Jr, Steve Martin, Will
Ferrell, Jack Davenport, Hugh Grant, Hugh Laurie, Nigel Hawthorne… habían sido,
a lo largo de los años, algunos de los considerados para interpretar personajes
de la película. Al final, los elegidos para los principales papeles fueron
Martin Freeman como Arthur Dent; Sam Rockwell como Zaphod Beeblebrox; Mos Def
interpreta a Ford Prefect; Zooey Deschanel a Trillian; Bill Nighy a
Slartibartfast; John Malkovich como Humma Kavula y Jason Schwartzman como Gag
Halfrunt, Warwick Davis como Marvin y Anna Chancellor como Questular Rontok. A
ellos se les unirían, aportando sus voces, Alan Rickman, Helen Mirren, Bill
Bailey o Stephen Fry. Un reparto espectacular que incorporaba también los
cameos de Simon Jones (el Marvin televisivo y el Arthur de la radio) y diversos
parientes de Douglas Adams, incluyendo su madre, su hermano y su hermana y cuya
participación se esperaba fuera interpretada como un sello de aprobación del
propio autor, que recibió una acreditación póstuma como productor ejecutivo y
coguionista junto a Kirkpatrick.
La
película –de la que hablaré con mayor detalle en otra entrada- se estrenó en
abril de 2005, recaudando 10 millones de libras en la taquilla inglesa y 50
millones en la americana. No fueron cifras de las que sentirse orgulloso, pero
tampoco un fracaso considerando que el reparto, aunque hoy nos pueda parecer de
relumbrón, no tenía entonces la misma consideración. Los críticos
cinematográficos se mostraron moderadamente satisfechos, pero los fans del
“Autoestopista”, que siempre fueron los más acervos críticos con cualquier adaptación,
opinaron que, aun admitiendo las buenas intenciones de los involucrados, no
habían conseguido ofrecer un producto que hiciera justicia a la obra original. Para
ellos, si el humor de las novelas es ingenioso e hilarante, el de la película es
soso y convencional. El film se resentía de los abundantes cambios y
reescrituras, la ausencia de chispa en los diálogos y un reparto sin química incapaz
de respetar la naturaleza de los personajes que encarnaban, especialmente en el
caso de Zaphod.
Podría argumentarse, por supuesto, que los seguidores incondicionales del "Autoestopista" habrían criticado cualquier adaptación de su libro favorito, especialmente una que, eso es innegable, tiene la inconfundible huella de la industria hollywoodiense. Y, sin embargo, como declaró el productor ejecutivo Robbie Stamp: "Inequívocamente, Douglas estaba a favor del tratamiento de Hollywood. No tenía ninguna duda al respecto". Lamentablemente, nunca se sabrá qué habría pensado de verdad Adams de esta particular versión de su magna "Guía del Autoestopista Galáctico".
excelente articulo
ResponderEliminary como dije anteriormente, me conseguí el primer libro y ya leyendo, es rapidito y fácil de leer
muchas gracias por las recomendaciones, después de leer el libro quedará pendiente ver la peli
buen dia
saludos!