En un anuncio televisivo emitido el 22 de enero de 1984, durante una
pausa publicitaria en la retransmisión del tercer cuarto de la Super Bowl,
Apple presentó su Macintosh. Fusionando diversos clichés de la CF, el director
de aquel corto, Ridley Scott –que ya había firmado por entonces “Alien” (1979)
y “Blade Runner” (1982), mostraba a una heroína rubia que, como la Dorothy de
“El Mago de Oz”, aparecía en color inserta en un mundo en blanco y negro.
Vestida como una atleta con un aura de libertad y formas propias de su sexo
resaltadas por un top con el logo de Apple, corría a través de legiones de
esclavos rasurados y asexuados extraídos directamente de “Metrópolis” (1927) de
Fritz Lang. Se detiene abruptamente frente a una gran pantalla desde la que un
Gran Hermano –la representación de IBM- se dirige a las idiotizadas masas con
una voz estentórea: “Hoy celebramos el primer aniversario glorioso de las
Directivas de Purificación de Información. Hemos creado, por primera vez en la
Historia, un jardín de ideología pura en el que cada trabajador puede florecer
a salvo de las plagas que atraen los pensamientos contradictorios. Nuestra
Unificación del Pensamiento es un arma más poderosa que cualquier flota o
ejército de la Tierra. Somos un solo pueblo. Con una voluntad, una
determinación, una causa. Nuestros enemigos se hablarán a sí mismos hasta la
muerte y los enterraremos con su propia confusión. Nosotros prevaleceremos”.