lunes, 8 de diciembre de 2025

2024- HUMANO – Caitlin Cronenberg

A día de hoy, cierto número de países ya han legalizado y regulado la eutanasia activa (esto es, la acción directa de un médico para poner fin a la vida del paciente a petición expresa de éste): Holanda, Bélgica, Luxemburgo, España, Portugal, Francia, Canadá, Colombia, Ecuador, Uruguay, Nueva Zelanda y Australia. La mayoría de los países que regulan la eutanasia también permiten el suicidio asistido, esto es, el facultativo prescribe el fármaco y el paciente se lo administra. Es el caso de Suiza y varios estados de Estados Unidos.

 

¿Cuál es la distancia –legal y moral- entre legalizar la eutanasia y el suicidio asistido y animar a los ciudadanos a practicarlo por parte de unos gobiernos crecientemente asfixiados por los costes de mantener a personas que ya no se consideran “productivas”, como los ancianos o los discapacitados. Es una hipótesis inquietante que la directora Caitlin Cronenberg aborda en su ópera prima, “Humano”.

 

Caitlin Cronenberg es hija de David Cronenberg, afamado director de películas como “Scanners” (1981), “La Mosca” (1986), “Inseparables” (1988), “Crash” (1996) o “Una Historia de Violencia” (2005), entre muchas otras. También es la hermana menor de Brandon Cronenberg, quien se ha consolidado como un destacado director de CF con títulos como “Antiviral” (2002), “Possessor” (2020) y “Piscina Infinita” (2023).

 

Antes de debutar cinematográficamente con “Humano”, Caitlin Cronenberg había desarrollado una sólida y premiada carrera como fotógrafa de moda, destacando su trabajo como retratista de celebridades y para portadas de importantes revistas internacionales o álbumes musicales, llegando incluso a fotografiar al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en 2017. Su único trabajo previo como directora había sido en vídeos musicales y un corto. Cuando por fin se decidió a probar suerte con el cine, lo hizo en el ámbito de la Ciencia Ficción, un género por el que ya habían transitado abundantemente su padre y su hermano antes que ella.

 

En el futuro, la Tierra está sumida en una crisis global provocada por un deterioro medioambiental sin precedentes. En un intento de contrarrestarla, las naciones del mundo han accedido a reducir sus respectivas poblaciones en un 20%. ¿Y cómo conseguir tal cosa de una forma “civilizada”? Pues utilizando toda la maquinaria propagandística disponible para que la gente no sólo contemple la eutanasia indolora y voluntaria por razones económicas (los supervivientes familiares reciben un generoso cheque que les soluciona el futuro) sino altruistas, presentándola como un acto solidario que goza de reconocimiento universal.

 

Charles York (Peter Gallagher), un periodista jubilado que sigue gozando de un gran prestigio por su honestidad e integridad, convoca a sus cuatro hijos para compartir una cena preparada por la madrastra de éstos y segunda esposa de Charles, la chef japonesa Dawn (Uni Park). Los vástagos son Jared (Jay Baruchel), un antropólogo que lleva a cabo una campaña pública en defensa de las medidas del gobierno; Rachel (Emily Hampshire), directora ejecutiva de una farmacéutica y actualmente acusada de corrupción; Ashley (Alanna Bale), una fracasada aspirante a actriz; y el adoptado Noah (Sebastian Chacon), un genio musical caído en desgracia a causa de su drogadicción.  

 

En el curso de la velada, Charles anuncia que él y Dawn han decidido “alistarse”, esto es, someterse voluntariamente a la eutanasia promovida por el gobierno. Mientras los hijos debaten la impactante noticia y se niegan a aceptarla porque, dicen, la eutanasia “no es para gente como ellos”, se descubre que Dawn, incapaz de suicidarse de esa manera, ha huido de la casa. Pero es demasiado tarde, Bob (Enrico Colantoni), el operario del D.O.C.S (Departamento de Estrategia Ciudadana, una subcontrata del gobierno), que se encarga de realizar a domicilio las eutanasias solicitadas, se presenta en la residencia de Charles. Éste se somete al procedimiento y muere rodeado de su familia. Una solución, en definitiva, “humana” (que es lo que da título a la película).

 

Pero entonces, Bob anuncia a los hijos que la solicitud era por dos personas y, por contrato, él tendrá que llevarse otro cuerpo más. Dado que Dawn ha huido, les deja un par de horas para que decidan cuál de ellos va a entregar su vida por el bien de la sociedad. Si no lo consiguen, será él quien decidirá mediante sorteo. No hay forma de eludir las reglas haciendo valer sus privilegios o contactos porque les han cortado internet y la señal telefónica. Enfrentados a una tensión inimaginable e incapaces de escapar o resistir (las cuadrillas del D.O.C.S siempre incluyen personal armado por si se producen altercados o resistencias), afloran los peores sentimientos de todos ellos, cruzándose reproches, recriminaciones e insultos antes de entregarse abiertamente a la violencia homicida.

 

Vale la pena comparar las visiones del futuro que nos han presentado los diversos miembros de la familia Cronenberg en sus respectivas cinematografías. Los futuros de David, al menos en “Crímenes del Futuro” (2022) y “Cosmópolis” (2012), se sitúan en la periferia de la historia que se cuenta. No le interesa tanto cómo surgieron las sociedades en las que se ambienta la trama como las ideas en juego. Sus películas ponen el foco en los detalles y las suposiciones que hacen los personajes sobre el mundo que habitan, a menudo retratado de forma minimalista, incluso espartanas. “Stereo” (1969) y “Crímenes del Futuro” (1970) se rodaron en los alrededores de la Universidad de Toronto y la versión de 2022 de la segunda película, en una serie de almacenes de Atenas, mientras que “Cosmópolis” transcurre en el interior de una limusina.

 

Mientras que su hermano mayor, Brandon Cronenberg, ha buscado más abiertamente replicar el horror corporal, visceral y satírico de los primeros trabajos de su padre, ofreciendo algunas sensaciones deliciosamente desagradables en títulos como “Antiviral” y “Piscina Infinita”, Caitlin ha optado por salir de la cómoda sombra de aquél y hacer una película que bien podría haber llevado el sello de Blumhouse o Screen Gems: un thriller ambientado en una sola ubicación, que prioriza los giros sangrientos sobre la introspección más reflexiva que suele acompañar las obras de su padre y hermano.

 

En lo que sí sigue la línea de su padre Caitlin es en la contención estética y narrativa. “Humano” fue rodada casi en su totalidad en el interior de una residencia familiar de dos plantas en Hamilton, Ontario (aunque no se menciona en la historia ninguna localización geográfica o país concretos). La imagen del futuro que nos ofrece está perfilada a base de detalles dispersos, como esa toma inicial que muestra a gente haciendo cola para recibir agua de un camión cisterna para luego desplazarse a los agentes del D.O.C. sacando de la casa de enfrente una bolsa para cadáveres y entregando un recibo al viudo o hijo del fallecido/a. Sin una sola palabra, estas imágenes ya nos revelan mucha información sobre el mundo en el que transcurre la historia. De fondo, se ve a gente caminando con paraguas y cristales de ventanas o parabrisas de coches cubiertos con parasoles de material reflectante, lo cual sugiere –aunque no se menciona explícitamente- que la capa de ozono ha desaparecido o adelgazado peligrosamente. También hay breves referencias a cómo algunos alimentos que se sirven para cenar ahora están clasificados como ilegales, o a la culpabilidad que se achaca a Asia por la crisis y que ha conducido a una ola de vandalismo étnico del que fue víctima el restaurante de Dawn. El espectador va averiguando la “letra pequeña” y maldades ocultas de la ley al mismo tiempo que la desconcertada familia York.

 

Lo que me parece descabellado es la premisa de partida, a saber, que los países del mundo acuerden practicar la eutanasia al 20% de su población. Sólo en Estados Unidos, esto significaría “asesinar” legalmente a 69 millones de personas. En China, esa cifra ascendería a 283 millones de personas. En España, casi diez millones. Cabe preguntarse cómo los gobiernos lograron consensuar la adopción de tales medidas —ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo para reducir las emisiones de carbono— y qué pasaría si un solo país decidiera no avenirse a ese acuerdo. Con total seguridad, bastaría la aparición de algún político populista para que, impulsado por el resentimiento público y prometiendo revocar esas leyes, alcanzara el poder. Dejando aparte que resulte difícil de creer que semejante volumen de población decidiera voluntariamente y en aras del bien común dejarse matar, la mayoría de los países occidentales tienen cifras de desempleo de un solo dígito, por lo que cabe preguntarse si el mundo podría seguir funcionando con una reducción tan drástica de la población.

 

Una crítica frecuente que suele dirigirse contra las películas de David y Brandon Cronenberg es que no prestan suficiente atención a los personajes, prefiriendo centrarse más en las ideas que en los viajes interiores de aquéllos. Esto no es del todo cierto: obras posteriores de Cronenberg padre, como “Inseparables”, “M. Butterfly” (1993) o “Spider” (2002), se adentran en oscuros laberintos psicológicos; “La Mosca” narra la transformación física y mental de su trágico protagonista, mientras que “Cromosoma 3” (1979) fue el vehículo a través del cual el director canalizó la ira que le generó su divorcio. Pero, por otro lado, si nos fijamos en películas como “Vinieron de Dentro de…” (1975), “Rabia” (1977), “Scanners”, “Crash”,”eXistenZ (1999) o “Maps to the Stars” (2014), parece que sus personajes son poco más que nombres y profesiones; se podrían intercambiar los de cualquiera de estas películas sin que esto afectara a sus respectivas tramas.

 

Lo que destaca inmediatamente en “Humano” es que su directora presta mucha atención a los personajes, sus motivaciones, traumas, reacciones, tormentos personales e impulsos. La mayor parte de la película se centra en los hermanos encerrados en la casa, peleándose verbal y luego físicamente mientras tratan de esquivar su destino. Particularmente repelentes resultan los dos mayores, Jared y Rachel. El primero se queda horrorizado al descubrir que sus conexiones gubernamentales y la fortuna familiar no garantizan su seguridad ante los atropellos del sistema que él mismo ha venido defendiendo en los medios de comunicación. No tiene ningún reparo en exhibir su hipocresía, verbalizando su convicción de que el programa de eutanasia está pensado para clases sociales inferiores a la suya. Rachel, por su parte, ha vivido protegida por el mismo muro de privilegios y, como su hermano, adopta la misma actitud arrogante y egoísta que le ha llevado a prescindir de una vida personal y participar en delitos empresariales.

 

Además de mantener el metraje dentro de lo razonable (unos perfectamente asumibles 93 minutos), Caitlin introduce algo que casi nunca se ve en las películas de su padre o hermano: sentido del humor. No es que no exista en los films de aquéllos, pero a menudo resulta tan negro o seco que pasa desapercibido. Sin embargo, sería inútil buscar en éstos algo parecido a escenas como las de la trama secundaria que protagonizan aquí el siniestro Bob y la joven y temperamental Mia (Sirena Gulamgaus) mientras esperan sentados en la caravana a que los hermanos se maten entre ellos. Colantoni (el padre de “Verónica Mars” y el inolvidable Mathezar de “Héroes Fuera de Órbita”) es un excelente actor secundario y la elección idónea para interpretar al peculiar y moralmente cuestionable Bob, quien, obviamente, lleva demasiado tiempo practicando eutanasias. Muestra un inquietante entusiasmo por su trabajo y una ambigüedad moral que finalmente se revela como sadismo enfermizo y cruel. La película habría perdido varios enteros de no haber contado con Colantoni para mantener el interés hasta el final.

 

“Humano”, por desgracia, tiene tantos problemas como aciertos. El tratamiento general de la historia es poco cinematográfico, la iluminación desvaída y el lenguaje visual y narrativo algo pobre. Las escenas iniciales con la familia reunida para cenar y Charles York anunciando su decisión, por ejemplo, son menos intensas de lo que deberían. Faltan frases ingeniosas y punzantes y solo cuando Bob entra en escena citando el reglamento, se produce el giro que empuja la historia en una dirección inesperada para el espectador y desesperada para los personajes. Con todo, el personaje de Bob no se aprovecha lo suficiente como para explorar algunos temas interesantes, como la fría burocracia de la muerte, la mano ejecutiva de la injusticia sistémica o la banalidad en la que se presenta envuelto el Mal. Las escenas más violentas tampoco son tan impactantes como debieran.

 

Que los hermanos York resulten ser unos imbéciles ricos es una refrescante inversión del sobado cliché del “gobierno cruel” con el que muchas películas nos manipulan para odiar a esa institución cuyas inhumanas políticas afectan a la buena gente. Pero claro, aquí el efecto obtenido es el contrario. Como el reparto está compuesto de individuos desagradables e incluso odiosos, es difícil que al espectador le importe quién muera y quién se salve. Es más, desde el principio queda claro que Noah, débil, exdrogadicto, inseguro y adoptado, va a ser el blanco fácil.

 

Tampoco ayuda que los actores se comporten como si estuvieran en películas diferentes. Jay Baruchel, en concreto, sobreactúa constantemente exhibiendo un sinfín de tics para embellecer su personaje y dominar la escena. Sin embargo, sus muecas no encajan con el enfoque más naturalista que adopta el resto del reparto. Además, su personaje, Jared, es el que tiene más desarrollo en el guion, lo que deja a los demás hermanos con menor recorrido narrativo.

 

Pero quizá el mayor problema sea que ”Humano” intenta abarcar demasiadas cosas a la vez. Quiere ser una sátira siniestra, una pesadilla distópica y una parábola moral, pero no es lo suficientemente aguda, aterradora o perspicaz como para satisfacer unos objetivos tan ambiciosos. De hecho, no estoy seguro de que la película de Cronenberg se proponga siquiera ofrecer un comentario social sobre los programas gubernamentales de eutanasia. La imprecisa ambientación de la película impide conectarla con la problemática que en Canadá ha generado el Programa MAiD (Medical Assistance in Dying, o Asistencia Médica para Morir), un marco legal aprobado en 2016 que permite a los canadienses elegibles solicitar y recibir la eutanasia activa o el suicidio asistido. El principal punto de referencia de la película es un sistema penitenciario privatizado, como el de Estados Unidos, que ha sido reemplazado por el “alistamiento”. Bob se lamenta de que atender las necesidades médicas recurrentes de los presos le resultaba más rentable que simplemente recoger cadáveres, algo que solo se puede hacer una vez por persona.

 

Aunque la película reconoce que los programas de eutanasia como el que describe afectan principalmente a las personas más pobres, el drama se circunscribe al 1% más rico. Que los acaudalados y bien conectados protagonistas sean incapaces de encontrar una salida a su situación es irreal, pero aún peor es que un enfoque diferente podría haber permitido explorar algo más interesante: las consecuencias que sobre diferentes ámbitos tendría matar a un 20% de la población, como si eso fuera la panacea para todos los problemas del gobierno. En fin, que ni el guionista (Michael Sparaga) ni la directora adoptan una postura política respecto al tema central de la eutanasia. Considerando que la película aborda un tema importante de actualidad y muy controvertido pero todavía insuficientemente reflejado en la ficción, da la impresión de haber dejado pasar una buena oportunidad.

 

La sátira inherente a la premisa, con potencial para explorar desde la autonomía sobre el propio cuerpo hasta la disparidad entre clases sociales, nunca trasciende la superficie. Al igual que las películas producidas por Blumhouse, el análisis del mundo real no va más allá de lo relevante para la trama en cada momento. En este sentido, “Humano” sale perdiendo en la comparativa con la obra de David Cronenberg. Nunca hay una sensación de que exista un mundo más amplio más allá de los límites de la trama. Tras los breves y acertados apuntes de las escenas iniciales, una vez se cierran las puertas de la casa, también se disipa el interés por lo que sucede en el exterior. La distopía acaba siendo un enrevesado MacGuffin diseñado para presentar un thriller claustrofóbico de traiciones familiares. Dicho esto, una vez que la película se vende a los convencionalismos del thriller más convencional, resulta ser lo suficientemente absorbente como para que no se sienta la necesidad de saber más sobre esa sociedad disfuncional. A veces, el único propósito de una premisa de altos vuelos es servir de conveniente excusa para encerrar a los miembros de una familia y darles una razón para, literalmente, apuñalarse por la espalda.

 

Es curioso que Caitlin Cronenberg, hija de uno de los maestros del terror cinematográfico de nuestros días, optara para su debut por una historia que, en esencia, trata sobre el nepotismo y la rivalidad entre hermanos. Quizá la situación cambie en el futuro, pero, por el momento y aunque “Humano” es un debut prometedor que anima a reflexionar y mantiene el interés en todo momento, por ahora su hermano le ha sacado la delantera. En cualquier caso, son buenas noticias que la más joven del linaje Cronenberg siga los pasos de su legendario padre y ya consolidado hermano en el largo, ilustre y sangriento negocio familiar.

 

 

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