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Aparte de un puñado de cuentos al comienzo de su carrera, toda la ciencia ficción de Bujold escrita entre 1986 y el presente está ambientada en el universo a veces conocido por sus seguidores como el Vorkosiverso. Aunque su obra se ha expandido más allá de ese marco narrativo y adentrado también en el género fantástico, su ciencia ficción ha permanecido básicamente limitada a aquél.
De hecho, sólo en dos de sus novelas de ciencia ficción no aparece ningún miembro de la familia Vorkosigan; y, desde 1988, su ciencia ficción se ha concentrado exclusivamente en la vida de Aral Vorkosigan y su hijo Miles. Bujold ha variado el tono de esta saga: algunas entregas son aventuras espaciales, otras son misterios, romances, comedias costumbristas o una mezcla de todo ello; y hay novelas que llevan a Miles Vorkosigan a visitar nuevos planetas y sociedades, como es el caso de "Cetaganda" o "Criópolis". Sin embargo, Bujold se ha limitado en gran medida a escribir sobre personas de una sola familia y provenientes de una sociedad, la del planeta Barrayar, durante un período de unos cuarenta años.
Una explicación para esta decisión de autolimitarse es que a Bujold lo que más le interesa son los personajes. Muchos escritores de CF se concentran en imaginar escenarios en los que se ha producido un cambio tecnológico o sociológico fundamental y luego exploran cómo ello transforma a los individuos y las sociedades. Bujold ha seguido un camino diferente: el de narrar la evolución vital de una serie de personajes y la sociedad en la que viven. Si con el tiempo ha conseguido reunir a su alrededor un amplio número de fans no es porque éstos quieran verla idear y desarrollar continuamente nuevas ideas y universos o explorar las fronteras del género con planteamientos atrevidos, sino porque comparten su fascinación por los personajes y quieren ver cómo se comportan, cambian y crecen.
Bujold comenzó su saga Vorkosigan pensando en desarrollarla más o menos al estilo de los libros del capitán Horatio Hornblower, de C.S. Forester. Éste arrancó la serie de novelas en mitad de la carrera del marino y luego fue completando su biografía saltando hacia adelante y hacia atrás en cada libro según le convenía. Así, Bujold escribió historias sobre el periodo de madurez de Miles Vorkosigan mucho antes de que abordara su nacimiento; narró sus aventuras juveniles en Cetaganda después de haber publicado historias sobre su vida posterior. Con este enfoque se concedió a sí misma mucha libertad, pero, al mismo tiempo, se impuso ciertas limitaciones: "Es necesario que haya alguna explicación de por qué los acontecimientos no son causales en los libros intermedios, por qué un episodio lo suficientemente importante como para escribir una novela sobre él, nunca aparece en un libro posterior”.
A partir del undécimo libro del Universo Vorkosigan ("Recuerdos"), que señala un cambio importante en la trayectoria de Miles, las siguientes novelas sí están ya escritas siguiendo el orden cronológico de la vida del protagonista… excepto uno de los últimos, "Captain Vorpatril's Alliance (2012), en el que la acción se sitúa poco antes de "Criópolis" (2010) por razones que se aclaran en las últimas páginas de este último para evitar cualquier inconsistencia que pueda surgir de escribir segmentos del arco fuera de orden. Bujold es también muy consciente de que hay lectores que pueden entrar en su saga a través de cualquier novela y, por lo tanto, se esfuerza por hacer que estos recién llegados se sientan cómodos, brindándoles suficiente trasfondo como para llenar los huecos imprescindibles sin aburrir a los fans veteranos. Cada historia, dijo ella misma, debe ser, por tanto, dos libros a la vez: un relato completo en sí mismo, pero que también ocupe un "lugar único en una estructura en continuo crecimiento".
Muy pocos de los libros de Bujold tratan sobre aventuras y conflictos en el espacio, el tradicional marco y premisa de la space opera. Una vez que Miles abandona su alter ego del almirante Naismith, sus aventuras pasan necesariamente a centrarse en algún planeta. A partir de ese momento, tan sólo "Inmunidad Diplomática" (2002) se desarrolla exclusivamente en el espacio (aunque sobre todo en una estación espacial).
Dicho esto, toda la serie Vorkosigan comparte varias características con la space opera tradicional: son historias de aventuras, que se centran en personas (no exclusivamente Miles) alrededor de las que se desarrolla la acción y cuyas decisiones y actos son significativos dentro del devenir histórico de ese universo ficticio.
La Nueva Space Opera coqueteó de vez en cuando con las posibilidades de un futuro espacial bien democrático, bien anarquista, pero Bujold se adhiere a la vertiente más clásica, la del universo de jerarquías y rituales bien asentados, de monarquías y aristocracias, de oficiales militares con elegantes uniformes que desempeñan roles relevantes. Mucha de la acción que ofrecía la space opera clásica era de corte militar y, en este sentido, la obra de Bujold ha sido ocasionalmente calificada de CF militar, un subgénero al que también pertenecen, por ejemplo, muchas de las novelas de David Weber (cuya comandante Honor Harrington está mucho más inspirada en Horatio Hornblower que Miles Vorkosigan).
Sin embargo, la propia Bujold ha dicho que sería más preciso definir sus novelas como “CF médica”. Su propia experiencia laboral, aparte de escribir y ser madre, fue, al fin y al cabo, sanitaria y no militar. Por otra parte, pueden trazarse ciertos paralelismos entre los mundos de la ficción militar y la médica: ambos presentan emergencias de vida o muerte y requieren de orden, disciplinas, estructuras y adiestramientos similares.
A pesar de las similitudes superficiales -que sin duda resultan atractivas para los más aficionados al género- Bujold no sólo no escribe ciencia ficción militar, sino que la subvierte. Rara vez describe explícita y directamente acciones militares; sus protagonistas se lamentan frecuentemente de la pérdida de vidas, ya sea en sus propias filas o en las del oponente; sus personajes principales son en su mayoría pacificadores y, siempre que les es posible, recurren a la persuasión en lugar de la violencia. Cuando Bujold se enfrentó por primera vez al desafío de narrar una batalla, en "El Aprendiz de Guerrero", Miles, el personaje cuyo punto de vista había adoptado, pierde el conocimiento debido a una úlcera sangrante y no participa en la acción. "En parte, estaba siendo deliberadamente irritante, reventando los estereotipos", escribió Bujold, "pero en parte recurría a mis fortalezas". En este sentido, recuerda a James White: la acción de sus doce libros sobre el Sector General, publicados entre 1962 y 1999, se centraba casi por completo en los médicos de su hospital-estación espacial multiespecie, actividades que a menudo implicaban salvar vidas de heridos en batallas espaciales que se libraban “fuera de cámara”.
Sin embargo, el elemento subversivo más significativo de la ciencia ficción de Bujold es, seguramente, su elección del héroe. Tal y como ella fue desarrollando a Miles Vorkosigan, lo convirtió "en cierto modo en un antihéroe de space opera, o una crítica al género tradicional; y, de hecho, a todo el género de aventuras masculinas". Repasemos los atributos habituales del héroe espacial: ¿Alto y guapo? No. Miles es de baja estatura, huesos frágiles y aspecto un tanto extraño. ¿Huérfano de pasado trágico? En absoluto. Más bien un "anti-huérfano", descendiente de una familia ilustre e influyente a la que recurre sólo cuando tiene problemas y eso en el caso de que no sea precisamente su familia la fuente del problema. ¿Trata a las mujeres como si fueran de usar y tirar? No. ¿Despreocupadamente consciente de su talla heróica? Tampoco. Miles es un personaje postmoderno que se preocupa por todo, aunque sí es heroico y, de hecho, a veces hasta temerario. En el primer capítulo en el que aparece, salta desde un muro esperando, en contra de la experiencia y el sentido común, no partirse las piernas y sufrir un gran dolor. Algo, sentir dolor, por cierto, en lo que sí ha tenido mucha práctica. El hecho de que tenga éxito en la mayoría de sus iniciativas, superando su debilidad física e impetuosidad, es gracias a su principal activo (aparte, por supuesto, de su privilegiado nacimiento y la riqueza que le acompaña): el cerebro. Esto es algo con lo que la mayoría de los lectores pueden identificarse.
Bujold ha experimentado con los arquetipos del género de otras maneras, llevando la space opera tan lejos como le ha sido posible. Como escribió a finales de los 90 en el epílogo del recopilatorio "Miles in Love" (que reunía dos novelas y una novela corta del personaje): "ya había explorado la combinación de varios tipos de historia dentro de la supuesta serie de space opera: romance gótico, paso a la madurez, militar, misterio, suspense, ingeniería espacial de la Edad de Oro y un tema mucho menos común, otra vez la madurez, porque crecer no es algo que se haga una vez y luego se pare". Su espíritu subversivo y su ánimo experimentador son dos de las virtudes que han hecho tan atractiva su ciencia ficción.
La historia del futuro que Bujold imagina para la saga de Vorkosigan encaja, en términos generales, con lo que Donald A. Wollheim denominó "cosmogonía del consenso", una visión compartida y aceptada de cómo podría desarrollarse la expansión de la Humanidad por el espacio en los próximos milenios. Este marco consensuado tomó forma durante las décadas de 1930 y 1940, y para cuando llegó la de 1950, ese futuro ficticio tácitamente acordado permitió a los escritores (especialmente a los de cuentos, un formato todavía dominante en esos años), presentar rápidamente a los lectores los contextos de sus historias.
En su forma clásica, esta cosmogonía del consenso sigue la siguiente secuencia: exploración y colonización del sistema solar, primeros vuelos a otros sistemas estelares utilizando primero naves generacionales y, más tarde, motores capaces de alcanzar velocidades hiperluminímicas o algún fenómeno cosmológico, como los agujeros de gusano; colonización de planetas y, quizá, encuentros con civilizaciones extraterrestres; surgimiento del Imperio Galáctico; florecimiento de esa institución, que propicia la exploración del resto de la galaxia; declive y caída del Imperio; interregno, con mundos que van quedándose aislados e involucionan cultural, tecnológica y socialmente; reinstauración de la civilización galáctica; y, finalmente y para los escritores realmente ambiciosos, el fin del Universo.
En el universo de Vorkosigan, como en el de la Fundación de Asimov, no existen alienígenas inteligentes, tan sólo diversos mundos colonizados desde la Tierra que desarrollaron sus propias estructuras y sociedades. Tampoco existe un Imperio Galáctico, como sí encontramos en la serie de Asimov. El título de "Emperador" que ostenta el gobernante de la hegemonía de Barrayar parece innecesariamente grandilocuente dado que sólo domina tres mundos (y dos de ellos recientemente adquiridos y relativamente poco poblados). El Imperio Cetagandano, su principal rival, tiene mucha mayor entidad pero aun así está compuesto por sólo ocho mundos desarrollados y densamente poblados, a los que se añaden una serie de aliados, ya sean voluntarios u obligados por su dependencia económica.
Como ocurre en el modelo de "cosmogonía de consenso", encontramos aquí las habituales etapas históricas de exploración y expansión (aunque, señala Bujold, "las etapas importantes son las que marcan la especiación humana mediante la bioingeniería"). La exploración del universo se realizó primero lentamente y luego a través de viajes más rápidos que la luz utilizando agujeros de gusano que conectan ciertas regiones de la galaxia con otras. El control y el acceso a esos agujeros de gusano (término acuñado por el físico teórico John Archibald Wheeler en 1957) son un aspecto importante de la política y la estrategia galácticas en el universo de Vorkosigan, tal y como lo serían en series de televisión muy populares como "Star Trek: Espacio Profundo Nueve". " (1993-1999) y "Babylon 5" (1994-1998).
Algunos de los planetas, como Barrayar, tienen fácil acceso a un solo agujero de gusano, lo que les proporciona cierta seguridad contra ataques enemigos, pero también los hace dependientes de las relaciones que cultiven con el sistema planetario más cercano al otro extremo del agujero. Sistemas como Komarr y Marilac, que tienen acceso a varias conexiones, se han enriquecido imponiendo aranceles al comercio que pasa a través de "sus" agujeros de gusano, pero, precisamente por eso, también se convierten en objetivos tentadores para imperios en expansión.
Hubo un tiempo en el que el planeta Barrayar perdió el contacto con el resto de colonias e involucionó a condiciones sociales y tecnológicas más primitivas. Los barrayareses se refieren a ese periodo como el Tiempo del Aislamiento. En otro momento, los komarranos permiten que una fuerza de invasión cetaganda conquiste Barrayar utilizando el acceso de su agujero de gusano. Después de que los cetagandanos resulten expulsados tras librar una prolongada guerra, Barrayar actúa rápidamente para tomar el control de Komarr y su vínculo con el agujero de gusano. Sólo sería durante la vida del padre de Miles, Aral Vorkosigan (y, de hecho, gracias en buena media a su energía y astucia), que Barrayar emergió de su aislamiento y se expandió a otros dos planetas, Komarr y Sergyar.
Una de las primeras historias escritas por Bujold, que no se publicó hasta 1996, describe algunos de los antecedentes históricos de la colonización del espacio en el Vorkosiverso. "Dreamweaver´s Dilemma”, ambientada unos 600 años antes de los libros de Vorkosigan, trata sobre una artista a la que se le encarga registrar sueños para que otros los experimenten y que termina descubriendo que su trabajo se utilizará para empujar al usuario al suicidio. Parte de la acción tiene lugar en la casa de su amigo DuBauer, quien había viajado entre la Tierra y el primer mundo colonial, Beta, sin el beneficio de la tecnología de velocidad más rápida que la luz. Mientras él pasó 25 años de su vida en el trayecto, transcurrieron 160 en las de sus contemporáneos y descendientes.
En un aparte, nos enteramos de que Cleveland, Ohio (una ciudad por la que Bujold siente poco cariño), resultó destruida por algún tipo de accidente nuclear, quedando toda la zona contaminada durante décadas. Bujold explicó que tenía previsto que la primera colonia establecida antes del viaje más rápido que la luz fuera la Colonia Alfa, que no consiguió sobrevivir (estableciendo una analogía con la colonia perdida de Roanoke en el siglo XVI, emplazada en lo que acabaría convirtiéndose en Carolina del Norte). La floreciente Colonia Beta, por su parte, fue poblada en gran parte desde los Estados Unidos antes del desastre de Cleveland. Cuando el programa de colonización estadounidense se canceló a consecuencia de esa catástrofe, otras naciones de la Tierra tomaron el relevo y colonizaron otros mundos. Escobar, por ejemplo, está habitado principalmente por hispanohablantes; Barrayar por rusos, británicos, franceses y griegos.
John Lennard, académico inglés especializado en literatura de género, ha sugerido que existen dos tipos de escritores en lo que a imaginación se refiere: los icebergs y los reflectores. Tolkien, por ejemplo, fue un iceberg: dejó gran parte de su rico mundo de fantasía oculto bajo la superficie, manteniendo en sus notas y memoria las lenguas que inventó y la detallada historia de la Tierra Media. Antes de publicar “El Hobbit”, su primera novela, ya había construido en su cabeza la mayor parte de su mundo de ficción. En cambio, Bujold sería un reflector, "imaginando sólo lo que necesariamente cae dentro de la experiencia del protagonista". El Vorkosiverso se reveló sólo gradualmente, a través de un largo y lento desarrollo que duró décadas e inventando nuevas partes del mismo sólo cuando eran necesarias para la historia que en ese momento Bujold quería contar.
Y con todo este largo preámbulo con el que dar contexto a la saga, llegamos a la primera de sus novelas, “Fragmentos de Honor” (1986).
(Continúa en la siguiente entrada)
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