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domingo, 23 de junio de 2019
1981- HEAVY METAL – Gerald Potterton (2)
(Viene de la entrada anterior)
Tan Hermosa, Tan Peligrosa: Este segmento, realizado por el estudio londinense Halas & Bachelor (en el que inicialmente se pensó para hacerse cargo de toda la película) y basado en los diseños de Angus McKie y trasplantados muy libremente a un argumento de lo más absurdo, es uno de esos momentos del film –porque no es el único- en el que “Heavy Metal” parece más un producto de los setenta que de los ochenta. Naturalmente, la mayor parte del material que sirvió de base para las diferentes historias procede de esa década, pero no es ésa la única razón. Es una trama irregular y carente de dirección que empieza con unos alienígenas a bordo de una nave con forma de Smiley que abducen a un científico y una secretaria cuando están en una reunión gubernamental para abordar el peligro que suponen las mutaciones en monstruos verdes que están afectando a muchos americanos; y termina con la tripulación extraterrestre drogada hasta las cejas con una especie de cocaína, tratando de aterrizar la nave en el hangar de una estación espacial mientras la secretaria –el científico acabó deshecho en el transporte a la nave-, tras acostarse con un robot, discute con él la posibilidad de contraer matrimonio.
El diseño y el dibujo están muy conseguidos –especialmente esa nave protodigital. Aquí intervino también el gran Neal Adams-, pero la historia es absurda, empieza en ninguna parte, no va a ningún lado y termina sin resolver nada ni transmitir ningún tipo de mensaje. Podría pensarse que los productores pensaban que “Heavy Metal” necesitaba tres cosas para demostrar al público que los dibujos animados también podían ser para adultos: violencia, sexo y drogas. Otros capítulos incluían los dos primeros apartados (de hecho, “Tan Hermosa, Tan Peligrosa” dedica no pocos fotogramas a cosificar el cuerpo femenino), pero faltaban las drogas… así que aquí las mostraron a cubos.
Taarna: Este es el pasaje de mayor peso de la película, tanto en lo que se refiere al metraje como a la calidad técnica (y, consecuentemente, del dinero). De hecho, la guerrera protagonista fue la figura más utilizada en el material promocional, destacando la interpretación gráfica de Chris Achilleos que luego se convirtió en carátula del video hasta hoy. Inicialmente, la leyenda de Taarna iba a ser la historia de conexión entre los otros fragmentos, pero los guionistas y productores se dieron cuenta de que allí había sustrato para algo más. Len Mogel contactó con el británico Achilleos para diseñar una guerrera femenina trabajando con Ivan Reitman y los guionistas Len Blum y Dan Goldberg en intensas sesiones de brain-storming.
Entretanto, en Estados Unidos, Mike Ploog, Charles White, Howard Chaykin y Alex Tavoularis diseñaron y desarrollaron otros detalles y personajes de la historia. Chaykin, uno de los grandes del comic y colaborador de “Heavy Metal” (donde publicó “Cody Starbuck” o “Empire”) se encargó de poblar el mundo de Taarna, mientras que Mike Ploog trabajó en los paisajes y la atmósfera general de ese universo.
“Taarna” es el único capítulo que consigue reunir de forma coherente todos los elementos propios de una narración gráfica: guión, tema, personajes, diseño y animación. Inspirándose también aquí en Moebius –concretamente en el “Arzach”-, “Taarna” recoge las diversas nociones presentadas en los episodios precedentes y las funde para crear algo diferente, una especie de western místico con toques de ciencia ficción y fantasía. Cuando el Lock-Nar llega a un planeta alienígena y crea un ejército de zombis, la protectora de ese mundo, Taarna, última de su raza, sube a su montura alada para vengar a quienes no ha llegado a tiempo de salvar.
La clave para el éxito de este capítulo es la protagonista principal. Como comentaré más adelante, el retrato de las mujeres que hace en “Heavy Metal” es netamente machista pero también hay que matizar que no es particularmente ofensivo en relación a muchas otras películas de acción o comedias adolescentes de la época. Desde luego, Taarna es tratada como una mujer-objeto: bella, con un cuerpo perfecto que exhibe en su desnudez mientras se enfunda su atuendo “guerrero”, el cual consiste en un tanga y un top. Pero también es una fémina activa, valiente, capaz de derrotar a poderosos enemigos. Una heroína de acción moderna, en definitiva, que se adelantó a las Ripley, Sarah Connor o Xena que aguardaban en el futuro. Es, sin duda, la mujer más interesante y carismática de toda la película, un logro notable si tenemos en cuenta que no tiene ni una sola línea de diálogo.
Para dar vida a Taarna se decidió utilizar la técnica del rotoscopio, recurriendo como referente a una mujer escultural, la modelo Carole Desbiens, que realizó los movimientos requeridos, pasando por el rotoscopio solamente el inicio y final de los mismos, dejando que los animadores dibujaran el resto al estilo tradicional. Igualmente, hay que destacar la espectacular y laboriosísima toma del vuelo de Taarna sobre su montura por los paisajes de su mundo, montada a base de rodar cientos de pinturas con una cámara multiplano, mucho tiempo y gran meticulosidad.
La secuencia que remata la película y que une el fragmento de Taarna con la historia marco es bastante floja. La conexión entre la hija del astronauta y Taarna ni sorprende ni está bien hilada. Todo lo que se nos ha contado en el fragmento anterior apunta a que transcurre en el pasado, así que ¿cómo la victoria de Taarna sobre el Loc-Nar afecta a la niña en el futuro? Y problemas de coherencia del mismo calibre aparecen si se interpreta que ambos eventos suceden al mismo tiempo. No es que la conclusión arruine el film o diluya la intensidad del segmento de Taarna, pero es una forma decepcionante de resolver la mejor parte de la película.
Hoy puede que la película no llame particularmente la atención a las nuevas generaciones, pero hay que tener en cuenta que cuando empezó su producción, a finales de los setenta, series televisivas de animación para adultos como “Padre de Familia” eran algo impensable. Los dibujos animados eran estrictamente para niños. Sí, siempre podían encontrarse excepciones a la regla, anomalías como “El Gato Fritz” de Ralph Bakshi, pero en general la animación cinematográfica era el dominio de Disney e imitadores como Don Bluth. “Heavy Metal” debe muy poco en concepto y estética a ese estudio y prefirió trasladar una variedad de estilos directamente tomados de reputados dibujantes de comics. Cada segmento, por tanto, tiene un grafismo diferente, desde el surrealismo a la caricatura pasando por el naturalismo. El film tiene una indiscutible cualidad psicodélica y, de hecho, se dice que en las reposiciones el público más joven acudía drogado para sumergirse completamente en esas extrañísimas vistas del espacio y otros mundos. Sin embargo, no se encuentran aquí ninguno de los ambientes verdaderamente alienígenas que poblaban las páginas de la revista original. De hecho, la película de animación francesa “El Planeta Salvaje” (1973) representa mucho mejor el espíritu de “Metal Hurlant”. Por otra parte y como he dicho, hay capítulos cuya animación resulta tosca, algo a lo que no fueron ajenas las prisas con las que hubieron de trabajar varios equipos cuando se adelantó la fecha prevista de estreno a mitad de producción.
En su deseo de hacer un producto que apelara a un público más sofisticado y demostrar que la animación no era para niños, productores y guionistas tiraron por lo fácil, confundiendo lo adulto con lo maduro. Así, la película es un compendio de muchos de los tópicos más criticados de la espada y brujería de la escuela “bárbara” de Robert E.Howard, básicamente el de construir una fantasía masculina para adolescentes a base de guerreros musculosos e invencibles y mujeres de generosas formas que se desnudan a la primera de cambio y que son sometidas a prácticas de seudobondage. Hay mucho desnudo y escenas sexuales gratuitas con música rock de fondo y poco que el público femenino pueda encontrar acorde a su sensibilidad. Pese a su atractivo, carisma e innovadora actitud como mujer de acción, ni siquiera Taarna es un personaje desarrollado con cierto cuidado: no sólo no dice ni palabra sino que su preparación para la batalla es poco menos que un striptease sin motivo. En este sentido, la película y sobre todo el segmento de Den, no es mucho mejor que una novela de John Norman; lo cual, supongo, es para muchos precisamente su atractivo. Tal y como afirmaron más tarde sus responsables, “Heavy Metal” es un deliberado canto políticamente incorrecto y sin ambages a todos los placeres culpables del varón adolescente heterosexual: coches deportivos, mujeres voluptuosas, violencia sin sentido ni consecuencias, uso recreativo de drogas…
Como sucede en cualquier antología, los capítulos varían en calidad pero en conjunto, ya lo he mencionado, no estamos ante una película argumentalmente sofisticada, más bien lo contrario. La idea que debía relacionarlos a todos no es particularmente interesante ni hila bien con las diferentes historias. Así, “Capitán Sternn” y “Tan Hermosa, Tan Peligrosa” han de forzar bastante las cosas para dar encaje al Lock-nar. “B-17” tiene una atmósfera verdaderamente terrorífica pero el doble giro del final con el que parece revelarse que todo es una especie de videojuego alienígena es incomprensible. “Tan Hermosa, Tan Peligrosa” ofrece algunas vistas del espacio alucinógenas pero la trama discurre de forma tan incoherente como sus dos alienígenas antes de cortarla abruptamente. “Taarna” es el que tiene mejor animación de todos los segmentos, pero también resulta innecesariamente largo.
Además del diseño y la animación, el otro aspecto importante de la película es su música. Ya sus antecesoras gráficas habían siempre prestado mucha atención a la música rock y Reitman se esforzó por seguir esa misma línea. Contrató a Irving Azoff, manager de grupos como los Eagles, para recopilar temas que pudieran acoplarse a la cinta y gracias a sus desvelos y contactos se consiguió reunir a talentos como Devo, Black Sabbath, Blue Oyster Cult, Cheap Trick, Stevie Nicks o Journey. “Heavy Metal” se sirve de la música para crear atmósfera y potenciar determinadas secuencias. El único momento en el que la música está integrada en la historia es en la secuencia de la taberna en “Taarna”, para la que Devo compuso específicamente un tema. Como contrapunto, Elmer Bernstein escribió una score más clásica pero igualmente variada, desde el saxo que evoca la decadencia urbana en “Harry Canyon” a la épica de la Royal Philarmonic Orquestra en “Taarna”.
Desde que se estrenó “Heavy Metal” no sólo ha cambiado mucho la industria del cine sino el mundo de la animación. Hoy las películas en ese formato recaudan muchos millones de dólares, generan abundante merchandising y gozan de reconocimiento como productos de calidad. Además, la maquinaria del marketing, la publicidad y las redes sociales hacen de la planificación de estas películas algo completamente diferente. Teniendo en cuenta que “Heavy Metal” no tenía ninguna de las ventajas antedichas y que hubo de apoyarse casi exclusivamente en el boca-oído, puede calificársela de un éxito al recaudar 20 millones de dólares.
Estrenada en el verano de 1981, “Heavy Metal” se convirtió en una de las producciones de animación ajenas a Disney de mayor popularidad de todos los tiempos a juzgar por su longevidad en las salas de cine. Tras su estreno y como ocurrió con “The Rocky Horror Picture Show”, pasó a ser una cinta de culto tremendamente aplaudida en las sesiones nocturnas durante diez años. A ello ayudó no sólo su osadía contracultural y su carga sexual y violenta sino también su retraso en alcanzar el mercado del video doméstico. Los fans se pasaban bajo mano copias de baja calidad grabadas de emisiones restringidas en televisión por cable.
Durante bastantes años su edición en vídeo permaneció congelada debido a que los derechos sobre varias de las canciones de la banda sonora habían expirado. Habida cuenta de las muchas bandas que participaban en ella renovar las licencias resultó ser una tarea imposible. Por tanto, los vídeos hubieron de retirarse lo cual contribuyó a engordar aún más su leyenda. Con el fin de desbloquear el problema y poder lanzarla en video-dvd, lo que se hizo fue grabar una nueva banda sonora con otros artistas.
En el contexto de su época, la película no puede ser calificada de mal producto. Es imaginativa, un par de capítulos están bastante bien e incluso los más flojos no son algo insoportable siempre y cuando uno esté dispuesto a dejarse llevar y no darle demasiadas vueltas.
Durante diecinueve años tras su estreno, se habló mucho de una posible secuela, ya fuera en acción real o en animación. Finalmente, aquel proyecto se hizo realidad en la segunda modalidad, en el año 2000, con resultados muy decepcionantes. El problema es que en ese intervalo de tiempo, el mundo real había sobrepasado todo lo que había hecho único a “Heavy Metal”. La generalización del CGI tanto en el cine como en la animación había dejado atrás los momentos visualmente más conseguidos de la película mientras que el anime japonés, ya muy presente en Occidente, incluía frecuentemente sexo y violencia en unos grados de perversidad y ferocidad que hacían que lo visto en “Heavy Metal” pareciera un juego de niños.
A diferencia de la original, en esta ocasión se narra una sola historia en lugar de siete (adaptada de un comic co escrito por Kevin Eastman), con un argumento que guarda bastantes similitudes con el segmento de Taarna pero que a la postre no es más que una space opera rutinaria en la que se encadena un cliché tras otro: la heroína superdura y malencarada que busca venganza por el asesinato de su pueblo, el villano que parece imposible de matar, un antiguo objeto de gran poder en un planeta alienígena… Tiene el esperado tono “adulto” (desnudos gratuitos, ultraviolencia, sexo…) y buenas escenas de acción, pero el conjunto no es en absoluto destacable.
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