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martes, 4 de septiembre de 2018
2011- ATTACK THE BLOCK – Joe Cornish
“Attack the Block” es una producción británico-francesa que en los últimos años ha ido acumulando cierto estatus de film de culto. Supuso el debut como realizador de Joe Cornish, hasta ese momento más conocido en su faceta de humorista con su propio programa televisivo, “The Adam and Joe Show” (1996-2001). Su entrada en el mundo del cine vino de la mano del director Edgar Wright (responsable de parodias de cine de género como “Zombies Party” (2004), “Scott Pilgrim contra el mundo” (2010) o “Bienvenidos al Fin del Mundo” (2013), quien lo apadrinó figurando como productor ejecutivo de esta película. Cornish luego coescribiría el guión de “Las Aventuras de Tintín” (2011) para Spielberg y “Ant-Man” (2015) para Marvel Comics.
Mientras regresa a su hogar, un bloque de viviendas sociales en Brixton, en el sur de Londres, la enfermera Samantha Adams (Jodie Whittaker) es asaltada y robada a punta de navaja por un grupo de adolescentes residentes del mismo edificio. Éstos presencian a continuación la caída de un meteorito del cielo y luego son atacados por la monstruosa criatura que emerge del mismo. Los chicos la matan antes de darse cuenta de que su origen es extraterrestre. Pensando que pueden sacar mucho dinero del descubrimiento, llevan mientras tanto el cuerpo a uno de los apartamentos de ese bloque en el que tiene su almacén el traficante local de marihuana (Nick Frost).
Pero aquel no era sino el primer llegado de un ejército invasor que llueve del cielo, miles de meteoritos que se abaten por toda la ciudad, cada uno con su correspondiente alienígena en el interior, seres agresivos, cuadrúpedos, de color negro y dientes fluorescentes que atacan con furia a todo lo que se les pone por delante. Los muchachos se arman con bates de béisbol, cohetes caseros, cuchillos y espadas y, liderados por el circunspecto Moses (John Boyega), se aprestan a defender su territorio de los extraterrestres que durante toda la noche tratan de entrar en el edificio.
Como en tantas otras ocasiones, “Attack the Block” demuestra que el cine de género (ya sea la ciencia ficción barata o el terror) es una puerta de entrada ideal para nuevos cineastas. No hace falta un reparto de estrellas sino buenas ideas desarrolladas con pulso (porque un buen montaje puede compensar la falta de efectos especiales). En una palabra, el ingrediente básico es la imaginación no sólo en el planteamiento de la historia sino en la forma de utilizar los recursos de los que se dispone.
Cornish declaró en diversas entrevistas que la idea de “Attack the Block” (cuyo guión también firma) la tomó de su infancia. Él creció con títulos clásicos de CF de los ochenta como “ET. El Extraterrestre” (1982). Pero aun siendo joven, siempre se preguntaba por qué esas películas tenían que reflejar una y otra vez los suburbios americanos de clase media en lugar de entornos socioeconómicos menos favorecidos, como el del sur de Londres, donde él mismo creció. Así, concibió “Attack the Block” como una historia de CF que transcurría en un mundo con el que estaba familiarizado. Y en cuanto a la concepción de los personajes principales, la inspiración provino de un asalto que él mismo sufrió por parte de unos adolescentes tan asustados como él.
“Attack the Block” es una película de invasiones extraterrestres en la que los personajes y su entorno son más importantes que los alienígenas. De hecho, éstos son una horda compuesta por seres cuyos cuerpos idénticos e intensamente oscuros los hacen indistinguibles unos de otros, y no es hasta el final de la película que se revela el motivo de sus ataques. Toda la historia recae por tanto sobre los jóvenes humanos que se defienden de la agresión y contraatacan, un grupo variopinto y poco ortodoxo en el canon de invasiones extraterrestres. Cuando al comienzo de la película se presentan atracando y asustando a Samantha, el espectador espera que la inminente aparición del extraterrestre de turno borre bien merecidamente del mapa a esa panda de indeseables. Sin duda, es la enfermera que trabaja muchas horas y que habla con su madre por el móvil quien merece nuestra simpatía. Pero en vez de eso, la historia no sólo aparta a Samantha (al menos durante toda la primera mitad) y se queda con los pandilleros sino que convierte a estos en héroes de la función. Esto es esencialmente lo mismo que ya había podido verse en, por ejemplo, “Abierto al Amanecer” (1996), en el que un grupo de criminales, por un giro de guión, pasaban a ser los heroicos resistentes contra la amenaza sobrenatural. No obstante, ese acto de violencia inicial contra Samantha volverá una y otra vez a asomar por la trama debido a las consecuencias que tendrá para sus intervinientes. La muchacha, Moses y el resto de la pandilla se verán obligados a dejar a un lado su antagonismo, entenderse y aprovechar las habilidades individuales en beneficio común si quieren sobrevivir a la pesadilla que se ha desplomado sobre ellos.
Cornish, en lugar de presentar a esa juventud marginal, desnortada y delincuente como algo que es mejor exterminar (normalmente por parte del justiciero urbano de turno), los redime considerándolos una parte esencial de nuestra sociedad. De hecho, los convierte en la primera línea de defensa del planeta contra la invasión extraterrestre y pasan de ser unos matones violentos y egoístas a preocuparse luego exclusivamente por salvar sus vidas y terminar asumiendo el autosacrificio en bien del prójimo. El film llega incluso a hacer “realidad” esa fantasía del joven marginado y delincuente recibiendo los vítores agradecidos de sus vecinos por sus valerosos actos. Los jóvenes marginales no son caso perdido, parece querer decirnos el guionista-director; tampoco son víctimas inocentes del sistema. Lo único que necesitan es un desafío ante el cual crecerse y demostrar su valía. Por su parte, la policía es presentada como una institución prácticamente inútil ante cualquier tarea –no ya enfrentarse a una invasión alienígena sino algo tan cotidiano como arrestar a unos pandilleros- y, a efectos prácticos, ausente de toda la historia excepto para arrestar al individuo equivocado.
El propósito de Cornish es, sobre todo, hacer una película divertida. La defensa contra la invasión alienígena se lleva a cabo con armamento “doméstico” como cuchillos, bates de béisbol, katanas o pistolas de agua. Esas escenas tienen un raro encanto que recupera aquellas fantasías infantiles de aventura de “Los Goonies” (1985) o, más recientemente, “Super 8” (2011), enmarcándolas en el ambiente urbano y decadente de la televisiva “The Wire” (2002-2008). Buena parte de la diversión reside en la reacción de los personajes a los acontecimientos así como en los rápidos diálogos –que, en versión original y debido al slang que utilizan los muchachos puede requerir de subtítulos para los espectadores no ingleses-.
También a destacar son las interpretaciones de los actores juveniles, especialmente John Boyega (que luego saltaría a la fama en la franquicia “Star Wars”) y el electrizante Alex Esmail. De algún modo, la historia que se nos cuenta es la de paso a la madurez de Moses, quien ante el ataque de los monstruos se ve obligado a examinarse a sí mismo. Puede que los arcos que recorren los personajes sean predecibles pero Cornish, que sin duda los ha creado a partir del cariño, consigue darles solidez y verosimilitud. Bajo todo el humor y la acción frenética, la película también transpira una fuerte conciencia social como no podía ser de otra manera habiendo elegido una selección de personajes marginales y un entorno físico muy concreto.
Y es que hay un personaje adicional, muy presente aunque no tenga diálogo: el propio edificio de apartamentos, un mundo autocontenido en el que no rigen las leyes y reglas habituales y donde la policía ni siquiera se plantea entrar. El “Bloque”, con su iluminación macilenta, sus ascensores claustrofóbicos y su aspecto decrépito, es la trampa urbana definitiva y al mismo tiempo un microcosmos cuyos habitantes cuidan los unos de los otros en momentos de necesidad. Depende de qué lado se esté, el Bloque es un pozo de inmundicias sociales por cuyo alrededor no es seguro deambular de noche; o, por el contrario, constituye el lugar ideal para cometer maldades y travesuras; o un centro de negocios; o un hogar… Lo que significa el Bloque para sus distintos vecinos se pone de manifiesto cuando llegan los alienígenas y el espectador va escuchando y entendiendo sus diferentes puntos de vista respecto al lugar en el que viven, trabajan y se relacionan. Este realismo social, no obstante, nunca llega a convertirse en sermón moralizante.
He hablado antes de los alienígenas. Aunque carecen de entidad individual, al menos el guión no los reduce del todo a una mera amenaza genérica, simples peones sin sustancia alguna para que la trama avance. De aspecto parecido a enormes y muy veloces lobos –que además pueden trepar-, los extraterrestres no solo resultan temibles sino que tienen un motivo objetivo para atacar y una vez que éste se desvela –como he dicho, hacia el final-, toda la película se puede interpretar bajo una luz diferente. El ciclo vital biológico de las criaturas tiene mucho que ver con sus actos, lo que no está del todo alejado de lo que hace el reparto humano de personajes, a los que, como a sus enemigos, les mueve el instinto, las emociones o impulsos de los que no son conscientes y/o que no comprenden.
Otro aspecto bienvenido de “Attack the Block” es que, siendo una película de invasiones extraterrestres, no siente la necesidad de hacer constantes referencias y guiños a otros títulos clave del subgénero. Como mucho, Cornish se permite bautizar los edificios y calles con los nombres de famosos escritores de CF, como John Wyndham, Aldous Huxley, J.G.Ballard o Arthur C.Clarke.
“Attack the Block” es una película en la tradición de la serie B setentera, un film entretenido que mezcla y alterna la acción, la ciencia ficción, el terror, la comedia y el estudio de personajes. Tiene personajes gamberros, una trama in crescendo y un entorno social realista. Cuenta con actores desconocidos y una gran energía y, sobre todo y su punto más refrescante, se distancia mucho de lo políticamente correcto y de la épica de films americanos con esquemas similares, como “Invasión a la Tierra” (2011).
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