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domingo, 23 de septiembre de 2018
2004-LAS CRÓNICAS DE RIDDICK – David Twohy
Ya hablé de David Twohy en el artículo dedicado a “Pitch Black” como uno de los directores/guionistas más interesantes de lo que podríamos denominar “gama media” de la CF: historias muy dinámicas, deudoras de la serie B pero con mejores valores de producción. “Pitch Black” (2000) fue su quinta película como realizador y aquélla con la que atrajo la atención de público y crítica. Como ya comenté, se trató de una cinta que combinaba la acción, el terror y la space opera con un ritmo trepidante, una factura visual eficaz y una notable caracterización. Y también puso en la palestra a un actor de etnia ambigua, Vin Diesel, que poco tardaría en ascender a niveles salariales estratosféricos del orden de diez millones dólares.
A la vista del éxito obtenido por “Pitch Black” y con una industria cada vez más cauta con las nuevas ideas y propensa por tanto a explotar productos de rentabilidad probada, era solo cuestión de tiempo que llegara su continuación. Y, efectivamente, cuatro años después se estrena la secuela, “Las Crónicas de Riddick”.
Huyendo de unos cazarrecompensas, Riddick (Vin Diesel) viaja al planeta Helion Prime para encontrar a quien los envió tras él. Allí se reúne con el imam (Keith David) al que había salvado de la muerte en el mundo de “Pitch Black” y quien le pide ayuda para defender su mundo del inminente ataque de los Necróferos, una secta místico-fascista que recorre la galaxia convirtiendo a los habitantes de cada mundo a su religión adoradora de la muerte… o aniquilándolos si se niegan a ello. A su súplica se une la de quien había contratado a los cazarrecompensas, una miembro del pueblo etéreo, Aereon (Judi Dench), que le revela que él es el último de la extinta raza de los Furianos y, por tanto, el único capaz de resistir a los Necróferos. Es más, una profecía afirma que su destino es el de hacerles frente.
Riddick no quiere tomar parte en este conflicto que siente ajeno a él, pero cuando llegan los Necróferos lo cogen prisionero y su líder, el Lord Mariscal (Colm Feore) detecta algo inusual en él que puede constituir una amenaza a su cruzada. Riddick se las arregla para escapar sólo para, a cambio, caer en manos de una banda de cazarrecompensas. Se las arregla no obstante para manipular a sus captores y que le entreguen en el mundo-prisión de Crematoria, un planeta abrasado por el cercano sol y cuyas instalaciones penales se encuentran bajo la superficie. Las intenciones de Riddick son las de ingresar como recluso para buscar y rescatar a Kyra (Alexa Davalos), la tercera superviviente del planeta de “Pitch Black”, que ha crecido para convertirse en una muchacha conflictiva que aspiraba a ser una asesina tan letal como su idolatrado Riddick y que se alistó como mercenaria hasta ser atrapada y encarcelada en Crematoria.
Pero cuando llegan los Necróferos, dispuestos a arrasarlo todo con tal de capturar al fugado Riddick, éste se ve obligado a liderar a un pequeño grupo de prisioneros, entre los que se encuentra Kyra, en una carrera desesperada para alcanzar el único vehículo de escape antes de que amanezca y los rayos solares les incineren…
Con 105 millones de dólares, “Las Crónicas de Riddick” fue la película con mayor presupuesto de las que Twohy había dirigido hasta entonces. Y eso, hay que admitirlo, fue un riesgo que asumió la Universal. Al fin y al cabo, “Pitch Black” había funcionado bien y alcanzado cierto estatus de film de culto gracias sobre todo al boca-oído. Tampoco David Twohy había manejado estos presupuestos anteriormente. Sus films previos no habían sido blockbusters veraniegos tan vacíos de contenido como efectistas sino que el director y su equipo habían hecho de necesidad virtud y, no pudiendo apoyarse en carísimos efectos especiales, optaron en cambio por hacer hincapié en la historia y los personajes, dosificando la acción a momentos concretos y bien elegidos. Y por eso este nuevo proyecto tenía un riesgo añadido. Muchos de los fans de “Pitch Black” alababan precisamente su pequeña escala, su contenido aspecto visual y la forma en que se sugería la existencia de un universo mucho más complejo sin necesidad de mostrarlo.
Por el contrario, “Las Crónicas de Riddick” supuso un giro de 180 grados respecto a su predecesora al adscribirse a esa tendencia de las películas fantacientíficas modernas que trata de epatar al espectador con un bombardeo masivo y continuo de efectos digitales. Mientras que la primera era un thriller que narraba una historia independiente y autocontenida sobre los intentos de un pequeño grupo de personas de salir de un planeta letal y tenía una factura sencilla y un estilo visual minimalista, “Las Crónicas de Riddick” es una space ópera recargada, con una estética barroco-gótica y un amplio reparto de personajes. En el apartado visual lo más reseñable y original es el diseño de producción –a cargo de Holger Gross- y, particularmente, el estilo gótico de todo lo que tiene que ver con los Necróferos: sus naves como grandes mausoleos decorados por inquietantes rostros de estilo grecorromano; o sus trajes acorazados. En favor de Twohy hay que reconocer que a pesar del riesgo cierto de abandonarse a lo visual, consigue salvar razonablemente el conjunto global y, además, no dar la impresión de que la construcción de diferentes mundos se ha limitado a cambiar el CGI de fondo. Tanto el planeta helado del comienzo, como Helion Prime o Crematoria tienen una textura propia con la que los personajes interactúan –brutalmente en el caso de Riddick-. Hay multitud de detalles, digitales o no, en cada plano de la película, en el vestuario, en las naves o los fondos.
En 120 minutos, Twohy cuenta una historia no muy complicada ni original pero sí entretenida que arranca tras una gran elipsis desde “Pitch Black”. De hecho, el director supervisó un corto de animación de treinta minutos. “The Chronicles of Riddick: Dark Fury” (2004) que se estrenó al mismo tiempo que la película y en el que se explicaba lo que había sucedido con los tres personajes (Kyra, el Imam y Riddick) en el largo intervalo transcurrido entre lo narrado en “Pitch Black” y su secuela en imagen real.
Si “Pitch Black” era básicamente una historia que podría encuadrarse como “ciencia ficción dura”, “Las Crónicas…” es un barroco espectáculo visual que parece sacado de la mitología del juego de rol y las novelas de Warhammer. Aunque narrado en clave de CF, el argumento es el típico de una historia de fantasía heroica y, además, una que hemos visto mil veces en la literatura y el cine. El Lord Mariscal es el perverso Rey-Brujo que ansía conquistar todos los reinos y su nave, incluso en su estética, recuerda a una fortaleza medieval, salón del trono y cámara de tortura incluidos; Riddick es el antihéroe irreductible al estilo Conan el Bárbaro, el tópico salvador profetizado por las leyendas en lugar del asesino en serie que se nos había presentado en la primera parte; Judi Dench encarna al mago blanco u oráculo custodio de la profecía, etc.
Los Necróferos recuerdan a los Borg de “Star Trek”, recorriendo el espacio y asimilando otras culturas en su colectivo. Uno de los agujeros de guión tiene que ver precisamente con su mitología: se nos dice que los individuos conquistados son sometidos a una especie de lavado de cerebro en las terroríficas máquinas de las naves necróferas, pero los poderes del Lord Mariscal son de tipo místico, capaces de extraer literalmente el alma de los cuerpos de sus adversarios. Además, ese condicionamiento mental tampoco parece ser demasiado eficiente por cuanto en las filas de los propios necróferos hay conspiradores y aspirantes a magnicidas que no tienen muchos problemas a la hora de cambiar sus lealtades.
No este es el único punto en el que el guión tropieza. Pasado el ecuador del metraje, Twohy incluye una escena bastante similar al escalofriante viaje nocturno de “Pitch Black”, igualmente intensa aunque más corta, en la que Riddick guía a un grupo de presidiarios por la superficie calcinada del planeta perseguidos por la letal línea luminosa de un sol en ascenso que amenaza con achicharrarlos vivos. Aunque la secuencia es de todo punto implausible (la atmósfera de un planeta tan cercano al sol sería irrespirable y demasiado caliente; los personajes evitan la incineración haciendo algo tan sencillo e inútil como esconderse en una grieta entre las piedras; Riddick sale sin una quemadura tras rociarse con agua y balancearse en una cuerda –que no se rompe- expuesta al sol…) tiene tal intensidad, ritmo y aliento épico que resulta fácil perdonar su inverosimilitud.
Las peleas y combates están muy bien resueltos –con la única pega del abuso de los primerísimos planos-; son creativos en su coreografía y van claramente orientados a un público adulto. De hecho, tanta es la brutalidad y violencia que despliega la película que Twohy sólo evitó la calificación para adultos minimizando la cantidad de sangre que se ve en pantalla, una calificación temida por la Universal y que probablemente habría afectado a su recorrido comercial. La finalmente obtenida calificación “PG-13”, no obstante, no quiere decir ni mucho menos que “Las Crónicas de Riddick” sea lo que comúnmente se conoce como “cine familiar”. Es una historia sucia, pesimista y repleta de personajes violentos y moralmente cuestionables que difícilmente podrían inspirar una línea de juguetes.
Los personajes secundarios tienen más presencia que en otras películas de acción. Especial peso tiene Vaako (Karl Urban), un villano modelado con el perfil de MacBeth, manipulado por su esposa (Thandie Newton) en una conspiración que pretende la muerte y sustitución del Lord Mariscal por él mismo. Urban es un actor con una estampa física y una mirada de tipo duro imponentes que se ajusta bien al papel. Las cualidades interpretativas de Newton son más discutibles pero no cabe duda de que está espectacular con los sugerentes atuendos necróferos, aportando una bienvenida dosis de belleza en este por otra parte deprimente universo.
Desde que saltara al estrellato con “Pitch Black”, Vin Diesel había ascendido a la primera división de Hollywood con su participación en la saga de “Fast and the Furious” (2001- ), la horrible “xXx” (2002), “Diablot” (2003) o la totalmente olvidable “Un Canguro Superduro” (2005). Estas películas podían haber tenido éxito pero también habían erosionado ese carisma de individuo peligroso con el que había empezado Diesel, amenazando con reducirlo a otro cliché: el de actor de físico imponente pero poco carácter tras sus poses de héroe de acción machote. En “Las Crónicas…” Twohy le devuelve a sus orígenes y Riddick recupera ese aura de sujeto inmensamente letal con el que lo habíamos conocido en “Pitch Black”. Diesel está aquí en su salsa, contribuyendo a hacer que los entornos por los que se desenvuelve resulten creíbles por mucho que buena parte de su interpretación haya tenido lugar frente a pantallas verdes o decorados. Sí, el fingir forma parte del trabajo de cualquier actor, pero en muchas producciones de ciencia ficción éstos no parecen creer totalmente en el género y, por extensión, en el paisaje imaginario que les “rodea” y que deben visualizar en su cabeza. No es el caso de Diesel.
Quizá el único punto cuestionable respecto a Riddick es que no se trata exactamente del mismo personaje de la primera parte. Los espectadores modernos probablemente no gusten ya de los héroes de bandera, esos seres puros que hacían siempre el bien sin dudas ni vacilaciones. Al fin y el cabo, ese tipo de personajes fue siempre muy inverosímil. Y fue esa la razón por la que la ambigüedad moral de Riddick en “Pitch Black” había gustado tanto.
Pues bien, en ambas películas, Riddick es presentado como un villano obligado a elegir entre salvar su pellejo o ayudar a los demás. Y en ambas hace al final lo correcto…pero por razones diferentes. En “Pitch Black”, Riddick experimentaba una verdadera evolución gracias al sacrificio desinteresado de otra persona. De hecho, el propio personaje decía que el “viejo Riddick” había muerto en ese mundo. Así que, al comienzo de “Crónicas…” ¿cuál es el Riddick que se nos presenta? ¿El malo? ¿El no tan malo? El guión no se molesta en contestar esta pregunta y, de hecho, ya no se citan sus supuestamente terribles y numerosos crímenes como sí se hacía en la primera parte. Y en cualquier caso y a la postre, sus actos lo califican como héroe, puede que renuente al principio, pero héroe al fin y al cabo: le preocupan sus amigos aunque no quiera reconocerlo, le atormentan sus equivocaciones y trata de enmendarlas y le impulsa la venganza por el exterminio masivo de su pueblo. Esa nobleza fundamental contradice su naturaleza tal y como se establecía en la primera película y le resta algo de encanto, aunque su socarronería, aplomo y temperamento indómito siguen conquistando la simpatía del espectador.
La mayoría de los críticos trataron mal a “Las Crónicas de Riddick”, un desprecio que me parece injusto. De acuerdo, no es tan interesante como “Pitch Black”, puede que le sobre pomposidad y peque de previsible, pero visto con cierta perspectiva, Twohy sigue al menos ofreciéndonos una historia de ciencia ficción y acción con toques de terror y fantasía que funciona con un buen ritmo, mantiene el interés y contiene más originalidad e imaginación que, por ejemplo, las últimas y muchísimo más caras entregas de “Star Wars”. En resumen, una película que puede disfrutarse sin sentimiento de culpabilidad.
Me da la impresión que en Pitch Black todos eran terrícolas, pero que en esta crearon diferentes orígenes planetarios con el fin de genera un universo, voy a tener que volver a verla
ResponderEliminarObra maestea de pelicula de aventuras es conan con diesel
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