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jueves, 6 de marzo de 2014
1999- FARSCAPE (2)
(Continúa de la entrada anterior)
Buena parte del argumento principal de la serie en su primera temporada derivaba de los intentos de los Pacificadores, liderados por el capitán Crais, para capturar a Moya y su tripulación. Para escapar a la persecución, los protagonistas se trasladan a los Territorios Inexplorados, decisión que, aunque les da un respiro, también los deja completamente perdidos. La acción vendrá entonces impulsada por los intentos de cada uno de los personajes por hallar el camino a sus diferentes hogares, encontrándose por el camino a multitud de razas alienígenas y nunca despistando del todo a los Pacificadores.
Los seguidores de la serie, que estaban empezando a sentirse cómodos con el extraño mundo de Farscape, reaccionaron con sorpresa e incluso nerviosismo hacia el final de la primera temporada. Los guionistas estaban lanzando una señal clara: no iban a ajustarse a ninguna fórmula conocida y, de hecho, su intención era precisamente descolocar a los fans. A lo largo de la vida de la serie, se irían presentando nuevos personajes protagonistas mientras que otros morían.
Así, al grupo inicial se unirá en los últimos episodios de esta temporada Stark (Paul Goddard), un esclavo Banik rescatado de su cautividad en una base pacificadora. Trastornado por las torturas que sufrió durante su largo confinamiento, Stark comienza haciendo apariciones ocasionales, pero pasa a jugar un papel relevante en la segunda temporada, cuando resulta aparentemente muerto al ser sus átomos dispersados por el espacio. Más tarde, sin embargo, se descubre que es capaz de reconstruirse, puesto que se trata de un ser de energía que usa su apariencia humana como mero contenedor. También se nos informará de que es un “Stykera”, alguien que experimenta una especial afinidad por los moribundos, cuyo sufrimiento puede sentir desde largas distancias. Stark se convierte en una especie de inseparable y leal compañero de Zhaan, pero su errático comportamiento y fluctuante cordura siempre lo hicieron problemático, abandonando el grupo en la tercera temporada.
Igualmente equívoca (y también incorporada al final de la primera temporada) era la esbelta Chiana (Gigi Edgley) una joven nebari combinación de pícara callejera, prostituta, artista y ladrona. Siendo una exiliada de su propio pueblo y una fugitiva de los Pacificadores, no podía encajar mejor en un grupo de parias como los que habitan en Moya, si bien es más joven e inmadura que el resto. Entre otras cosas, Chiana equilibra el reparto, estableciendo un extraño lazo con Rygel en el mismo sentido que Crichton se relaciona con Aeryn o D´Argo con Zhaan.
Durante la segunda temporada, Chiana y D´Argo inician una tórrida relación sexual que termina abruptamente al comienzo de la tercera, cuando la primera (en parte impulsada por su temor a un compromiso más profundo) comienza otra relación con el hijo mestizo (de luxano y sebáceo) de D´Argo, Jothee (Matt Newton), ilustrando con ello que, efectivamente, “Farscape” estaba dispuesta a ir donde ninguna otra serie de ciencia ficción hubiera llegado jamás. La cuestionable moral de Chiana añadirá un grado extra de complejidad a una serie cuyos personajes, por otra parte, no podían estar más lejos de los parámetros establecidos por “Star Trek”.
El renovado impulso que “Farscape” cobró al final de la primera temporada tuvo no sólo que ver con la adición de dos nuevos miembros a la tripulación, sino con un nuevo enemigo, el diabólico Scorpius (Wayne Pygram) -si bien Crais continuó jugando un papel en los desvelos de los fugitivos protagonistas. El elegante Crais era un villano complejo cuyo tormento, derivado de la muerte de su hermano y las frustraciones escondidas en su propio pasado, podía entender el espectador. Ese lazo tenue de empatía era sin embargo imposible con Scorpius, de aspecto repulsivo y personalidad cruel. De raza mestiza (medio Scarran y medio Sebáceo) la suya es una combinación problemática dado que ambas especies tienen necesidades biológicas incompatibles. Por ejemplo, a los Scarrans les gusta el calor, mientras que a los Sebáceos los mata; ello obliga a Scorpius a llevar insertado en su cerebro un regulador termal que mantiene su propia fisiología en equilibrio. Tal artilugio le mantiene con vida, pero al mismo tiempo y precisamente por ello, constituye su talón de Aquiles.
Como villano, Scorpius reúne cierto número de tópicos inspirados en la tradición clásica del género. Por ejemplo, es el inventor de la Silla Aurora, un diabólico artefacto que extrae con intenso dolor los recuerdos de aquellos que se sientan en ella. Esta silla remite a textos clásicos como “1984” o “La Naranja Mecánica” entre otros. Scorpius, que ejerce de oficial militar para los Pacificadores, parece totalmente malvado y unidimensional, impulsado exclusivamente por el deseo de dominar y convertir en arma la tecnología que permite crear y mantener abiertos agujeros de gusano a través del espacio. Ello le convierte en el implacable perseguidor de Crichton, puesto que la mente de éste contiene en su inconsciente tal conocimiento implantado allí por una antigua especie, los Ancianos.
La primera temporada se remató con un sorprendente final en el que D´Argo y Crichton terminan flotando por el espacio, indefensos, sobre la destruida base militar de Scorpius; Crais ha caído en desgracia pero ha conseguido huir con la nave hijo de Moya, Talyn.
A estas alturas, todas las claves de la serie estaban ya sobre la mesa. El aficionado no sabía qué esperar de cada nuevo episodio, puesto que su tono y temática tenían una variedad amplísima: desde la comedia del absurdo hasta la tragedia, de historias sobre el heroísmo y el sacrificio a otras románticas, visitas a alejados restaurantes en planetas desérticos, mundos dedicados al comercio o al placer, inesperados regresos a la Tierra (ya fuera falsa o auténtica)… y todo ello adornado por grotescos alienígenas de las más variadas formas y capacidades, batallas espaciales, persecuciones e intrigas. Pero esa acción no hacía sino servir de soporte al desarrollo de los personajes. Poco a poco, éstos evolucionaron y de ser completos desconocidos que apenas se aguantaban los unos a los otros, acabaron crearon fuertes vínculos entre ellos. Aeryn y Crichton se convirtieron en amantes, una relación seria pero llena de altibajos e imprevisibles complicaciones; D´Argo conseguía controlar su furia y descubriría que su hijo aún estaba vivo; Rygel probaría ocasionalmente que su codiciosa y prepotente personalidad albergaba destellos de heroísmo y buen corazón hacia unos compañeros a los que había empezado despreciando….
Desde el principio, “Farscape” contó con un tono visual exótico, mucho más sofisticado que el de otras series de ciencia ficción contemporáneas. El diseño de los alienígenas y los fondos, la plasmación del espacio exterior, la paleta de colores… todo contribuyó a hacer de esta serie una obra técnicamente superior a todas sus predecesoras. Rygel, por ejemplo, era un personaje de aspecto anfibio para el que existían dos versiones: una compleja marioneta que podía integrarse con los actores en el plató manejada mediante un joystick y un cable multiaxial; y una versión completamente digital a la que se recurría para las escenas en las que aparecía flotando sobre su hovertrono (el personaje, riéndose de su propia condición, exclamaba en un epiSodio que él “no era la marioneta de nadie”). Los montadores tuvieron buen cuidado de no unir dos escenas en las que aparecieran ambas versiones para que así los espectadores no se dieran cuenta de las diferencias entre una y otra. El Piloto de Moya, el otro protagonista “artificial”, era un gran animatrón completamente electrónico y con una amplia gama de expresiones faciales.
No era raro que los actores interpretaran varios papeles con y sin maquillaje. “Una de las ventajas de tener tantos personajes invitados con mucho maquillaje encima es que cuando encontrabas un actor de gran talento, no tenías que tacharlo de la lista sólo porque hubiera aparecido ya una vez en la serie”, afirmó O´Bannon. “Podías usarlos una y otra vez, ya fuera con maquillaje “alienígena” de otro personaje, o sin él. Los fans parecían receptivos a los continuos cambios de reparto”.
Al final del primer año, todo el equipo involucrado en la creación y desarrollo de “Farscape” había encontrado su propio y particular estilo… que resultó sintonizar con el de muchos aficionados. La serie se convirtió en el programa más visto de Sci-Fi Channel y un éxito en otros países, como Inglaterra o Canadá. Y ello a pesar del maltrato al que la cadena sometería la serie periódicamente. Por nombrar solo un ejemplo, los cuatro últimos episodios de la primera temporada se emitieron cuatro meses después del precedente, hiatos que a veces se producían sin explicación ni aviso alguno a mitad de temporada.
Los fans, que se denominaban a sí mismos “Scapers”, inundaron Internet, publicando mensajes y comentarios en sus foros o creando páginas web sobre la serie. Curiosamente, “Farscape” no se había emitido aún en Australia, por lo que Internet se convirtió en el único nexo de comunicación entre quienes hacían “Farscape” y aquellos que la veían y disfrutaban en ese país. Actores y guionistas visitaban con frecuencia esos activos rincones de la web leyendo, escribiendo y chateando. Surgieron convenciones y encuentros no oficiales y no pasó mucho tiempo antes de que se anunciara la primera convención oficial, que obtendría cadencia anual con sede en California. “Farscape” atrajo también la atención de la crítica, recibiendo elogios generalizados.
No había duda de que habría una segunda temporada, para la que se utilizó casi todo el equipo de producción original. Y digo “casi” porque O´Bannon decidió retirarse de la serie aunque reteniendo el puesto algo nebuloso de “consultor ejecutivo”. David Kemper, dirigiendo ahora el show y viajando continuamente entre Los Angeles y Sydney, supo crear una atmósfera en la que florecía la creatividad y en la que las aportaciones de todo el mundo eran bien recibidas. Había un espíritu de invención, de descubrimiento. A diferencia de otras series de ciencia ficción épica, aquí no había un universo cuidadosamente planificado en el que todos los acontecimientos hubieran sido pensados desde el comienzo. Los cineastas disfrutaban de su completa libertad para ir creando sobre la marcha.
Dos de los principales guionistas/productores, Richard Manning (bien conocido entre los trekkies) y Justin Monjo (sin experiencia previa en la ciencia ficción), aportaron su propia y particular visión al universo de Farscape, plasmada en la pantalla por un equipo de directores australianos que consiguieron que cada episodio pareciera un pequeño film. Animal Logic, una compañía que ya había trabajado en Matrix, se hizo cargo de los efectos visuales.
Mientras que en la primera temporada habíamos visto a Crichton acomodándose paulatinamente a su nueva vida, en la segunda lo vemos descender –literalmente- a los infiernos de la locura. Comienza a experimentar desconcertantes y vívidas alucinaciones de Scorpius que, a la postre, resultan ser producto de un chip que el villano le insertó en su cerebro con el fin de extraer toda la información referente a los agujeros de gusano. Ello no hace sino sumirlo en una demencia cada vez más acusada en la que sostiene conversaciones con el Scorpius “virtual” que anida en su cerebro recreando ambientaciones de antiguas películas.
Al final de la segunda temporada, Crais, convertido en el piloto y único miembro de la tripulación de Talyn, ha experimentado una positiva transformación, en parte gracias a su íntima relación con la joven nave. Así, en la frenética aventura en tres partes “Mentirosos, Pistolas y Dinero”, al final de la segunda temporada, Crais y Talyn llegan al rescate de Moya y su tripulación, atrapados en una situación aparentemente desesperada tras intentar robar un Almacén de las Sombras. Crais pasa a formar parte del bando de los “buenos”, aunque estará condenado a un trágico final al término de la tercera temporada.
Ese arco argumental es indicativo de la tendencia de “Farscape” a crecer cinematográficamente conforme avanzaba la serie. De hecho, este triplete de episodios, que incluyen espectaculares batallas, es en realidad parte de una secuencia de cinco capítulos que incluye el emocionante final de la segunda temporada, “Matame, Dicotomía” y su resolución al comienzo de la tercera. Aunque terminar una temporada con una situación desesperada y llena de suspense hacía tiempo que ya era un cliché, en esta ocasión tal recurso resulta especialmente efectivo: Aeryn muere, el resto de los personajes se preparan para separarse y perseguir cada cual su propio destino, Scorpius consigue su ansiado chip con la tecnología que le dará un poder inmenso y, en el último plano de la temporada, vemos a Crichton atado a una camilla, gritando, con su cerebro dañado y con el único cirujano que podría ayudarle asesinado por Scorpius.
(Finaliza en la siguiente entrada)
¡Qué grato me has sido otra vez leer textos tuyos! (en este caso los dos dedicados a una de mis series favoritas), No obstante me quedó la impresión de que dejaste a propósito incompleto tu trabajo, puesto que te faltó nombrar a varios personajes importantes que se fueron agregando a la tripulación, así como el hecho de que terminaron el programa con una apoteósica miniserie. Por cierto, creo que cuando te referiste a Skorpius, fuiste injusto con el que para muchos es el mejor personaje de la serie (puesto que además para nada es UNIDIMENSIONAL como bien dices, si no que al contrario, resulta ser bastante complejo). Por mi parte también le dediqué un texto en mi blog y si te interesa leerlo para ver puntos de comparación, aquí va el link: http://elcubildelciclope.blogspot.com/2012/07/un-viaje-demasiado-lejano-farscape.html
ResponderEliminarHola Elwin. Bueno, si te da la impresión de que el comentario está incompleto... es porque lo está. Falta una entrega, la última, que subiré en breve. En ella haré referencia a la miniserie final y a la mayor densidad de Skorpius como personaje en la última etapa. Esta misma semana la colgaré y comparamos puntos de vista... Un saludo!!
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