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viernes, 26 de julio de 2013
1958- ADAM STRANGE (y 2)
(Viene de la entrada anterior)
Con la marcha del editor Julius Schwartz, Adam Strange perdió su hogar en “Mystery in Space”, pero había demostrado ser capaz de ganarse el aprecio de los lectores, por lo que nunca llegó a desaparecer del todo. Se le vio como “estrella invitada”, por ejemplo, en “Hawkman” 18 (febrero 67), en la historia titulada “El Mundo que Desapareció”, escrito por Gardner Fox y dibujado por Murphy Anderson. En ella, Strange recibe en Rann a un Hawkman incapaz de encontrar su planeta natal, Thanagar. Además, Sardath inventa una máquina que permite a Adam permanecer indefinidamente en Rann en lugar de seguir sometido a los caprichos del Rayo Zeta. Este giro supuso un cambio sustancial respecto al planteamiento inicial del personaje.
Las apariciones subsiguientes de Adam fueron alejándose cada vez más de su origen de arqueólogo terrestre con una vida secreta como aventurero en Rann. El Rayo Zeta se convirtió en un medio de transporte más controlable, permitiendo al personaje pasar más tiempo en Rann y profundizando en su relación con Alanna. Sin tener que enfrentarse a una amenaza mensual, la vida de Adam en Rann se tranquilizó, se casó con Alanna y se acomodó en una vida doméstica sólo interrumpida por esporádicas intervenciones en otros títulos de la casa.
A finales de 1986, el guionista británico Alan Moore, llevó al personaje del que se encargaba entonces, La Cosa del Pantano, al espacio exterior, aprovechando esa nueva línea narrativa para redefinir algunos personajes de la casa, entre ellos Adam Strange, encontrando, mostrando y explicando algunas de las incongruencias que habían ido acumulándose en su trayectoria previa: ¿Por qué los ranianos eran incapaces de defenderse por sí solos a pesar de su avanzada tecnología? Después de todo, el arsenal de Adam era muy reducido y a menudo tenía que confiar en su propio ingenio y conocimiento científico. ¿Por qué el campeón de Rann tenía que ser humano? ¿Cómo era posible que un artefacto destinado a las telecomunicaciones transportara a Adam accidentalmente a Rann? ¿Y cuál era la verdadera naturaleza de la relación entre Adam y Alanna, hija del creador de ese artefacto?
Moore respondió con inteligencia y originalidad a esas cuestiones, pero mantuvo al héroe ignorante de las respuestas. Para los lectores, Adam resulta ser tanto un héroe como un peón involuntario de fuerzas que desconoce…. La civilización raniana se había recuperado de los efectos de una guerra nuclear librada miles de años atrás, pero no había sucedido lo mismo con el planeta, cada vez más ahogado por el avance de los desiertos. La Cosa del Pantano terraforma en secreto una parte del planeta, pero deja el destino final de éste en manos de Adam y los ranianos. Éstos, por su parte, tienen un grave y secreto problema.
Adam Strange siempre había sido presentado como un gran héroe reverenciado por los agradecidos ranianos. Pero lo cierto es que muchos de ellos lo miran con resentimiento, como un alienígena advenedizo y protegido por Sardath. También critican el que Adam haya construido su fama sobre hazañas que la propia policía raniana podría haber culminado con éxito; sin embargo ésta nunca había sido recompensada por su coraje. La razón de todo ello es que los ranianos son una especie estéril a pesar de toda su tecnología, o quizá a causa de ella. Así, la verdadera misión de Adam, secreta incluso para él, es la de servir de semental, insuflar nueva virilidad a la sangre raniana. Salvaría al planeta después de todo, sí, pero no de la forma en que él –y los lectores- habían creído.
En 1990, treinta años después de su nacimiento, Adam Strange obtuvo, por fin, su primera serie, una colección de tres números en formato prestigio escrita por Richard Bruning, a la sazón director de diseño de DC a cargo de los recopilatorios de la casa, e ilustrado por Andy y Adam Kubert, conocidos únicamente entonces por ser los vástagos del gran Joe Kubert. La miniserie iba a titularse originalmente “La Caída de Adam Strange”, pero terminó llamándose, simple y aburridamente, “Adam Strange”. Eso sí, en su edición recopilada se denominó: “El Hombre de Dos Mundos”, una frase que remitía a su etapa clásica.
Dicha ambivalencia, lo antiguo y lo moderno, se hallaba presente en otros elementos del comic además del título. El estilo del guión y los cartuchos de texto propios de los cincuenta contrastaban con los elementos distópicos característicos de la ciencia ficción de los ochenta. En su introducción al volumen recopilatorio, Bruning afirmó haber compartido las ideas de Moore antes incluso de que la versión de éste último hubiera aparecido publicada. Sea cierto o no, la miniserie toma como punto de partida esos números de la Cosa del Pantano.
La historia comienza con Adam en la Tierra, arreglando sus asuntos y despidiéndose de su familia como paso previo a su definitivo establecimiento en Rann. Allí, sin embargo, las cosas distan mucho de ser idílicas. Alanna, embarazada, se entera de que el suyo es el primer bebé concebido en el planeta durante los últimos veinte años. Además, un grupo de ranianos resentidos con la celebridad acumulada por su marido, ha formado un grupo de resistencia.
Por fin, Strange llega a Rann merced al Rayo Zeta, pero en esta ocasión el viaje le ha causado unas extrañas alucinaciones que le llevan a atacar y herir a Sardath. El terrícola es reducido y abandonado en el desierto mientras Ranagar es víctima de ataques terroristas. Entra entoncesa en escena Delaken, un policía que rivaliza con Strange por los afectos de Alanna…
El resto de la historia supuso la destrucción de toda la base en la que se había apoyado la etapa clásica del personaje. Sardath resulta ser un cruel manipulador; Ranagar es encerrada en un campo de fuerza, arrancada del planeta y llevada al espacio; Alanna muere al dar a luz y Adam, con su hija en brazos, ha de buscar apoyo en Eve, una antigua amante de la Tierra que logró perseguirlo hasta Rann utilizando el Rayo Zeta.
La respuesta de los aficionados a esta labor renovadora no fue unánime. Muchos alabaron la historia por su carácter modernizador y la incorporación de una sensibilidad más acorde con los nuevos tiempos a un personaje que había languidecido durante décadas. Tanto el guión como el dibujo merecen alabanza por su éxito al actualizar, de una forma oscura y atrevida, el espíritu del serial de ciencia ficción propio de cuatro décadas atrás. Muy diferente, claro, era la valoración que hicieron los nostálgicos, quienes criticaron al guionista por haber privado al personaje y su entorno de su inocencia original; aunque tenían razón, lo cierto es que era eso precisamente lo que pretendían los autores.
Sea cual sea la opinión de unos y otros, todos coincidían en lo insatisfactorio del final. La muerte de Alanna parecía innecesaria y la idea de transformar a Ranagar en una colonia espacial o convertir a Sardath en un tirano postmoderno carecían de la gracia de las viejas historias.
Tras esta miniserie, nadie pareció tener demasiado interés en continuar las aventuras de Adam Strange. Y es que, de alguna forma, el personaje había alcanzado el final de una etapa. De oscilar entre la Tierra y Rann, pasó a residir en éste último de forma permanente y encontrar su verdadera misión. Pero ahora Alanna había muerto y la personalidad de Sardath se había visto radicalmente alterada. El núcleo de las historias clásicas se había esfumado. Los nuevos persoanjes femeninos, Eve y la madre de Alanna, no tenían ni de lejos el encanto de su fallecida esposa y los guionistas de la casa no pudieron imaginar historias de Adam Strange ejerciendo de padre soltero, trasladando sus sentimientos de Alanna a Eve o dirigiendo el gobierno de la colonia flotante de Ranagar. El romance y la aventura inherentes al personaje habían desaparecido, pero no se habían reemplazado por nada que abriera nuevos caminos a su trayectoria vital.
Adam Strange permaneció abandonado en un rincón del universo DC hasta que el guionista Mark Waid lo recuperó para un arco narrativo de dos números (20-21, julio y agosto 1998) de la Liga de la Justicia. Waid, un gran aficionado a la etapa clásica de DC, decidió prescindir mayormente de la miniserie anterior: Ranagar ya no era una colonia espacial y Alanna estaba viva; no se mencionaba a la madre de ésta, a la esterilidad de los ranianos o al plan de Sardath de utilizar a Strange como semental para su hija. Pero aunque la miniserie de Brunning quedó así fuera de la continuidad oficial del Universo DC, lo que sí hizo Waid fue conservar a la hija de Strange y Alanna, Aleea.
Fue esta versión actualizada la que escogieron el guionista Andy Diggle y el dibujante Pascual Ferry para otra miniserie de ocho números publicada en 2004: “Planeta Heist”. La aventura nos presenta a un Adam Strange en sus horas más bajas, deambulando por la Tierra mientras espera trasladarse a Rann, cuando se entera de su destrucción. Tratando de averiguar lo que se esconde tras esa tragedia, vuelve al espacio, cruzándose con otros personajes cósmicos y mundos alienígenas del Universo DC: un gulag thanagariano, los Omega Men, L.E.G.I.O.N, los Darkstars… Sin embargo, para una serie cuyo propósito parece ser reintroducir a ciertos personajes espaciales de la editorial, no se les presta la debida atención, y en su mayor parte no dejan de ser peones poco definidos: sólo Tigorr de entre los Omega Men tiene cierta presencia; L.E.G.I.O.N está compuesta por robots a excepción de Vril Dox y la participación de los Darkstars se liquida rápidamente.
“Planeta Heist” es una space opera que recurre a cliches muy familiares para todo aquel que haya visto “Star Wars” o “Indiana Jones”, pero consigue mezclarlos de forma amena y separarse de algunos de los aspectos más caducos del personaje. El resultado no habría sido tan digno de destacar, sin embargo, si del apartado gráfico se hubiera ocupado otro artista. Pascual Ferry realiza una labor brillante, tanto en el diseño del nuevo traje del protagonista - combinación de elementos futuristas y retro- y alienígenas diversos, como en la ambientación de los diferentes segmentos de la historia: un dibujo más detallado para los pasajes en la Tierra y un estilo más suelto y fluido para el espacio, apoyado por unos colores con cierta calidad onírica a cargo de Dave McCaig.
En realidad, “Planeta Heist” es, sobre todo, uno de los prólogos (el otro fue “Linterna Verde: Renacimiento”) de otra miniserie, “La Guerra Rann-Thanagar” (2005) que, a su vez, preludió uno de esos grandes eventos (más en su extensión que en su calidad y/o interés) paridos por las grandes editoriales americanas, “Crisis Infinita”. A partir de ahí, Adam Strange pasó a estar más estrechamente relacionado con otros superhéroes de la casa: en la multisaga “52” (2006) y la serie “Cuenta Atrás a la Aventura” (2007) compartió destino con Animal Man y Starfire. Sus peripecias posteriores estarían más relacionadas con el mundo del superhéroe que con la ciencia ficción, por lo que escapan al objeto de este blog.
No se puede afirmar que la trayectoria editorial o creativa de Adam Strange sea particularmente gloriosa, pero sí continúa siendo uno de los héroes de ciencia ficción de DC más longevos y apreciados. Es un héroe claramente enraizado en los cincuenta: su estética –incluidos su pistola de rayos y su mochila impulsora-, su claro sentido de la moralidad, los monstruos a los que se enfrentaba, las aventuras propias del romance planetario… a lo que había que añadir su elegante dibujo. Perpetua “estrella invitada”, sus intentos de modernización no han tenido el éxito esperado, quizá porque los lectores de superhéroes no reciben de tan buen grado como podría uno imaginarse a los comics de ciencia ficción, por muy heróicos que sean. Quizá algún día llegue su hora…
Adan Strange es sin duda el héroe “espacial” por excelencia de DC comic, heredero de la ciencia ficción clásica, pero el hecho que este incluido dentro del mismo universo que el resto de los superhéroes de esa casa siempre le ha restado popularidad o reconocimiento …Muy buena reseña.
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