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miércoles, 24 de julio de 2013
1958-ADAM STRANGE (1)
Viajemos en el tiempo y el espacio hasta el año 1957. El lugar: una sala de reuniones en National Periodical Publications, más conocida hoy como DC Comics. Allí, un grupo de editores deciden la creación de dos nuevas series de ciencia ficción que debutarían en uno de los títulos genéricos de la casa, “Showcase”. Una de ellas narraría las aventuras de un luchador contra el crimen del futuro; la otra seguiría las peripecias de un hombre contemporáneo arrastrado a las más increíbles aventuras en otro planeta.
El desarrollo de la primera de esas ideas recayó en el veterano editor Jack Schiff, quien lo convertiría en “Space Ranger”, básicamente un justiciero enmascarado en un tiempo futuro. Naturalmente, tenía una identidad secreta (el hombre de negocios Rick Starr, hijo del fundador de Empresas Solares Unidas), un inteligente y leal ayudante (Cryll, un metamorfo alienígena), una novia (su secretaria Myra Mason), un cuartel general secreto (en el interior de un asteroide entre Marte y Júpiter) y una pintoresca galería de villanos.
En algunos aspectos, “Space Ranger” recogía los puntos principales preconizados por el gran editor del género, John W.Campbell, Jr: aventuras pensadas para no desentonar en una supuesta revista policiaca del futuro, casos que hubieran podido caer en las manos de Perry Mason o Nero Wolfe, los grandes detectives de ficción americanos de finales de los cincuenta. ”Space Ranger” obtuvo una cálida acogida desde su debut en Showcase nº 15 (julio 1958) gracias a historias firmadas por Edmond Hamilton y Gardner Fox y dibujadas por Bob Brown. El personaje no tardó en ser trasladado a “Tales to the Unexpected” nº 40 (agosto 1959), escrito allí por Arnold Drake, y luego a “Mystery in Space” (nº 92, 1965), donde se mantuvo hasta el nº 103 (julio 1965), momento en el que su editor Julius Schwartz fue relevado de sus tareas en las colecciones de ciencia ficción de la casa para encargarse de los títulos de Batman.
El segundo concepto surgido en aquella reunión fue pulido por el propio Julius Schwartz, quien junto a Gardner Fox (creador de Flash y Hawkman), plagió u homenajeó (elíjase la palabra que mejor le parezca a cada cual) los relatos de John Carter escritos por Edgar Rice Burroughs. En una entrevista de 1984, Fox declaró: “Supongo que John Carter estaba en mi subconsciente. Tenías que dar con alguna forma interesante de trasladar al personaje desde la Tierra al planeta Rann antes siquiera de comenzar a trabajar el argumento”.
De hecho, de las docenas de series en las que participó Gardner Fox en aquellos años, “Adam Strange” fue siempre una de sus favoritas. Y ello tuvo su reflejo en la respuesta de los aficionados. Las aventuras del primer “Hombre del Espacio de la Tierra”, un involuntario visitante del lejano planeta Rann, el maravilloso mundo de cielos verdes en el que, siguiendo la más genuina tradición pulp, la ciencia más avanzada coexistía con el salvajismo más primitivo, sedujo a miles de lectores, que acabaron admirando a Adam por su ingenio y envidiando su historia de amor con la encantadora Alanna de Ranagar.
Así que, siguiendo esa premisa, Schwartz y Fox trazaron el argumento de las tres primeras historias del personaje, se las pasaron a los artistas Mike Sekowsky, Bernard Sachs y Joe Giella, las publicaron entre los números 17 y 19 (noviembre 58 – enero 59) y esperaron a la respuesta de los lectores. Las primeras dos entregas estaban encabezadas con el título “Aventuras en Otros Mundos”, pero ya la tercera utilizó el nombre de Adam Strange.
Mientras explora la ciudad inca de Caramanga, en los Andes peruanos, un rico arqueólogo americano llamado Adam Strange se encuentra perseguido por unos nativos. De repente, es trasladado al planeta alienígena Rann, en la órbita de Alfa Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema. Allí, Strange conoce a Sardath, el jefe científico de Rann, y gracias a él se entera de que ha sido transferido por medio de algo llamado Rayo Zeta, un invento ideado con la intención de comunicarse con la Tierra que, de forma inesperada, ha resultado ser un sistema de transporte interestelar. También conoce a Alanna, la bella joven de pelo azul hija de Sardath. Los tres unen fuerzas para derrotar a unos invasores alienígenas conocidos como Eternos. Aunque no tiene superpoderes, el científico terrestre recibe una mochila cohete que le permite volar y una pistola de rayos.
El ataque es rechazado y cuando Adam y Alanna comienzan a intimar, es súbitamente transportado de vuelta a la Tierra. Sin embargo, esta vez contaría con un calendario de fechas y localizaciones en las que podría aprovecharse de ese fenómeno y regresar a Rann aunque siempre temporalmente. A menudo tendría problemas para acceder a esos lugares, normalmente de interés arqueológico o natural. Al volver a la Tierra se materializaba en cualquier parte del hemisferio austral, ya que Alfa Centauri sólo puede verse desde allí.
La mayoría de las historias de Adam Strange comenzaban en la Tierra. Lo veíamos realizando cálculos matemáticos para determinar el punto y momento precisos de incidencia del Rayo Zeta. Luego, sería transportado a las cercanías de la mayor ciudad de Rann, Ranagar, donde Alanna lo recibía poniéndolo al día de los acontecimientos sucedidos en su ausencia. Entre ellos se contaría alguna nueva amenaza planetaria que los ranarianos se veían incapaces de combatir. Adam y Alanna se enfrentaban al peligro y el primero terminaba hallando alguna solución pseudocientífica al problema, ejecutándola él mismo o dirigiendo con tal fin a los ranarianos.
De forma impredecible, pero siempre a tiempo para interrumpir una escena romántica entre Adam y Alanna, el Rayo Zeta lo devolvería a la Tierra. Cualquier herida sufrida en Rann se curaría en el proceso, regresando a nuestro planeta exactamente en el mismo estado físico que tenía cuando lo había abandonado.
Estrictamente hablando, Adam Strange se ajustaba más al perfil de aventurero que al de un personaje de ciencia ficción. No era Buck Rogers, no comandaba ninguna nave en exploraciones espaciales…Su papel era el de protector planetario, una especie de superhéroe científico. Era más duro y valiente que los ranianos, capaz de arrostrar cualquier peligro armado tan solo con su pistola de rayos. En último término, encarnaba la idea de la Libertad, con su elegante silueta volando por los cielos merced a su mochila-cohete. Disfrutaba de la belleza de la ciudad de Ranagar y su avanzada tecnología; pero siempre parecía hallarse algo desplazado en ese ambiente un tanto irreal, paradisiaco.
Ya comentamos en otra entrada que el punto fuerte de Gardner Fox no era la caracterización, y “Adam Strange” no fue una excepción. En más de medio centenar de historias no encontramos más personajes secundarios que el padre de Alanna, Sardath; los habitantes del planeta son meros figurines sin nombre –a menos, claro, que vayan a revelarse como el villano de turno-. Lo que los lectores siempre recordaban de aquellas aventuras era la intensa relación de la pareja protagonista y los inteligentes argumentos.
“Adam Strange”, como muchas otras narraciones en la historia de la Literatura, nos cuenta las peripecias de un extranjero en una tierra desconocida para él pero que adopta como suya, se enamora de una de sus habitantes y se convierte en su campeón, salvando a su mundo adoptivo de los más variados peligros. Sí, es la historia de John Carter, pero también la de Moisés.
Es el propio Adam el que marca la diferencia. En los comics de ciencia ficción anteriores, como Buck Rogers o Flash Gordon, los personajes se dividían en dos categorías: los hombres de acción y los hombres de ciencia. Buck y Flash pertenecían claramente a los primer grupo, dispuestos siempre a actuar primero y preguntar después, satisfechos de dejar que sus maduros aliados científicos, el Dr.Huer o Zarkov, se ocuparan del aspecto intelectual, siempre menos importante que el combate.
Adam Strange también tenía su propio consejero científico, Sardath, el padre de Alanna, pero el cerebro de la serie era él. Enfrentado siempre contra problemas científicos aparentemente insuperables o enemigos dotados de armamento más sofisticado o potente, su principal baza era su mente. Además, su amada era una competente y valiente luchadora, no una carga gimoteante con propensión a ser secuestrada. Los amantes combinaban sus cerebros, coraje y habilidad para resolver juntos las amenazas que continuamente se abatían sobre el planeta Rann.
La buena acogida de los lectores no le garantizó a Adam Strange su propia colección, pero sí la continuación de sus aventuras. Así, cinco meses después de su última aparición en “Showcase” (nº 19, marzo 1959), Adam debutó en el título “Mystery in Space” (nº 53, agosto 1959), ahora dibujado por Carmine Infantino. Meses después, el entintador Murphy Anderson se unió al equipo creativo. Por cierto, que fue Anderson quien diseñó originalmente el característico uniforme rojo del personaje. Su parecido con el de Buck Rogers no es casual: por aquellas fechas Anderson dibujaba las tiras diarias de prensa de este último.
Adam Strange se convirtió en la principal serie de “Mystery in Space”, el protagonista de la mayoría de sus portadas (aunque cada número contenía también historias de otros personajes) y uno de los héroes más populares de finales de los cincuenta.
En un episodio memorable, Adam Strange se encontraba con la Liga de la Justicia, convirtiéndose en el primer héroe que rechazó el honor de ser miembro de ese equipo. La historia, publicada en “Mystery in Space” nº 75 (mayo 62), fue en realidad consecuencia de un error en la continuidad del universo DC: Flash sugirió el nombre de Adam como miembro potencial durante una reunión de la Liga –a pesar de que uno y otros jamás habían cruzado previamente sus caminos-. Un avispado fan descubrió el gazapo y envío una carta a la editorial, obligando a Gardner Fox a escribir una historia en la que la Liga se desplazaba a Rann, siendo Adam quien les salva de las trampas dispuestas para ellos por el villano Kanjar Ro.
Aunque Infantino, el principal soporte gráfico de la Silver Age de DC, hizo su mejor trabajo en las páginas de “Adam Strange” y “Flash”, en el fondo no sentía afecto alguno por estos personajes. Años después confesaría: “Nunca me gustó dibujar a Batman. Es raro, pero aquellos personajes por los que soy más conocido nunca me gustaron. “Adam Strange” no me emocionaba, “Flash” era difícil y jamás me gustaron los westerns”. Aun así, su profesionalidad se impuso y aunque no disfrutaba con ello, su trabajo para “Adam Strange” fue ejecutado con notable pericia. El entusiasmo desplegado por los lectores compensó la falta del suyo propio.
Desde “Mystery in Space” 69, la columna editorial “Maravillas del Espacio”, que hasta ese momento había estado dedicada a responder a preguntas científicas enviadas por los lectores, se destinó a publicar cartas comentando las series publicadas, especialmente “Adam Strange”. En el número 72, el título de la columna se cambió a “Via Rocket Mail”, y Julie Schwartz empezaría a regalar guiones y páginas originales a aquellos lectores que enviaran las mejores cartas. La mayor parte de las páginas originales de aquellos viejos comics fueron destruidas; puede que en el momento Schwartz no se diera cuenta de ello, pero su iniciativa consiguió salvar muchas páginas de Adam Strange para las generaciones futuras.
Dado el éxito conseguido y el entusiasmo de todo el mundo –menos Infantino-, no había razones para pensar que “Adam Strange” y “Mystery in Space” no mantendrían la misma trayectoria indefinidamente. De hecho, en el número 87, Schwartz incorporó a sus páginas el personaje de “Hawkman”. Aunque su origen –en la encarnación de la la Silver Age- hundía sus raíces en la ciencia ficción (era un policía del planeta Thanagar enviado a la Tierra a capturar a un fugitivo y estudiar las técnicas criminológicas de nuestro planeta), la mayoría de sus aventuras estaban ambientadas en la Tierra contemporánea, a diferencia de las otras series de “Mystery in Space”, que transcurrían en el futuro. Quizá Julie solo quería darle una nueva oportunidad a “Hawkman” de ganar su propia cabecera; el personaje ya había tenido dos apariciones previas de tres números cada una, y no había obtenido éxito. Sea cual fuere la razón, Fox estaba encantado: tenía ahora en sus manos, en el mismo título, dos de sus series favoritas, creadas con veinte años de diferencia.
Otro ejemplo de que nadie pensaba que Schwartz y su equipo serían retirados de “Mystery in Space” es que Alanna recibió un nuevo uniforme en el nº 88, el tipo de innovación que no llevaría a cabo un creador a punto de dejar su trabajo.
Aunque Schwartz había escrito una nota de despedida a los lectores en “Strange Adventures” nº 163 (abril 1964), el número correspondiente a ese mes de “Mystery in Space”, el 91, no registra nada parecido. Así, los lectores de esa colección se quedaron de una pieza al comprar el nº 92 y encontrarse con que Schwartz, Fox e Infantino habían desaparecido. Y aunque “Adam Strange” siguió siendo la estrella de la colección, en el fondo ya no era el mismo. No es que el nuevo equipo creativo, en principio, tuviera nada de malo (el editor Jack Schiff, el guionista Jerry Siegel –cocreador de Superman- y el dibujante Lee Elias), pero, inevitablemente, las cosas cambiaron.
Tras la salida de “Hawkman” de la colección (consiguió, por fin, título propio), Adam compartía protagonismo ahora con “Space Ranger”. Ambos, como dijimos, habían sido creados en mismo día, y ahora no sólo compartían el mismo título sino a veces la misma historia. Al final, ambos fueron expulsados del título por el grotesco “Ultra el Multi-Alien” en Mystery in Space nº 103 (julio 1964), un militar mutado de tal forma que cada cuarta parte de su cuerpo adoptaba la forma de una especie extraterrestre diferente. Fue un intento de emular el éxito de otro extraño personaje de DC, Metamorfo, pero “Ultra” no contribuyó en nada a mejorar las ventas de la colección, que se desplomaban con rapidez. El número 110 (sept. 1966) fue el último del primer volumen de la serie.
La vida de este primer “Adam Strange” se extendió durante cinco años y medio. Entre los nombres que narraron sus aventuras estuvieron, además de los nombrados anteriormente, podemos citar a John Broome, France Herron, Denny O´Neil, Gil Kane o Sid Greene.
(Finaliza en la siguiente entrada)
aSI EMPEZÓ EL UNIVERSO DC?? MUY BUENO GRACIAS ESPERO LA OTRA ENTRADA :D
ResponderEliminarHola Gastón. Bueno, la ilustre historia del Universo DC viene de mucho antes, de finales de los treinta en realidad. Pero la construcción de su "barrio" espacial empezó a partir de los cincuenta, cuando aparecieron un puñado de personajes que han conseguido sobrevivir hasta hoy -unos mejor que otros-. En este sentido, si quieres puedes revisar en este mismo blog las entradas dedicadas a "Strange Adventures" "Los Caballeros Atomicos" y "Twilight". Un saludo.
ResponderEliminara MIRA ! JAJA PERDONA MI IGNORANCIA Y LARGA VIDA A LA CIENCIA FICCIÓN!!!!!
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