lunes, 16 de septiembre de 2024

EL CUASI FRANQUICIDIO DE ALIEN 3 Y SUS SUCESORAS: EN HOLLYWOOD NADIE TE OYE GRITAR (1)

 

En 1986, “Aliens” recaudó 81 millones de dólares solamente en Estados Unidos y recibió abundantes críticas positivas, confirmando el estatus de James Cameron tanto de autor con un estilo propio como de director comercial. Gracias a él, la Fox contaba con una nueva franquicia que explotar una vez George Lucas había confirmado su decisión de no rodar por el momento una segunda trilogía de su “Star Wars”.

 

Así que no es de extrañar que cuando “Aliens” llevaba en las pantallas estadounidenses tan sólo unos días, Fox decidiera que quería otra película de la serie... y, esta vez, más rápido. Aun cuando el guion de Cameron llevaba escrito desde 1983, habían tardado siete años en aprovechar el éxito de la película de Scott. “Creían que no había mercado para una segunda”, declaró el guionista y productor Walter Hill a “Starlog”, “pero al final les convencimos para que nos dejaran desarrollar Alien II”. Ya disponiendo de una potencial franquicia orientada a los adultos, Fox no estaba dispuesta a esperar otros siete años para producir una tercera película. “Alien III” estaba a la vuelta de la esquina… o eso creían en ese momento, porque la tercera entrega acabaría teniendo un nacimiento más doloroso que el de la criatura que emergió del torso de John Hurt en “Alien”.

 

Poco después del estreno de “Aliens”, el productor David Giler leyó “Neuromante” (1984), la seminal novela de CF de William Gibson que dio el definitivo empujón al subgénero del Ciberpunk. Tras convencer a sus socios en Brandywine Productions, Gordon Carroll y Walter Hill, de que la estética ciberpunk era precisamente lo que necesitaban para que “Alien III” fuera una propuesta tan diferente de la de Cameron como la de éste lo había sido de la de Scott, Giler contrató al escritor canadiense para que escribiera el guion de la secuela. Gibson también se mostró impresionado por el entusiasmo de los productores, a los que recuerda discutiendo sobre si el alien era una metáfora del cáncer, como sugería Hill o del sida, como opinaba Giller.

 

Gibson admitiría más tarde la influencia que “Alien” había tenido sobre su propia obra: “Me parecieron interesantes muchas cosas de la película original, incluso cuando salió por primera vez. Pensé que, implícitos en la dirección artística, había fundamentos para otras historias. Siempre quise saber más sobre (los miembros de la tripulación del Nostromo). ¿Por qué llevaban esas zapatillas sucias en esa extravagante nave espacial? Creo que influyó en mi prosa porque fue la primera nave espacial extraña y sucia y me causó una gran impresión. Cuando comencé a escribir ciencia ficción, opté por ese enfoque".

 

A Gibson le proporcionaron los guiones de las dos primeras películas y una sinopsis de doce páginas escrita por Hill y Giler y cuyo concepto bastante soso incluía un enfrentamiento al estilo de la Guerra Fría entre la corporación Weyland-Yutani, mencionada en los films anteriores, y una organización rival de inclinación socialista o incluso comunista. Gibson estaba satisfecho de contar con una base sobre la que trabajar, pero, al mismo tiempo, empezó a sentir las limitaciones inherentes a la escala prevista para la producción. "Los parámetros presupuestarios no eran favorables a la introducción de los aliens en algo que fuera equivalente a los decorados de “Blade Runner”, lo que admito habría sido mi impulso natural", dijo. "En su defecto, trabajé en una serie de ideas en estaciones espaciales semiabandonadas, de las cuales mi favorita era una que parecía un centro comercial en construcción. Sin embargo, con lo que más me divertí fue con el desarrollo de esta especie de cultura tercermundista, futurista y socialista, que parece ser opuesta a la corporación (Weyland-Yutani), pero que, de hecho, era igual de corrupta. Es como si la tripulación de la Enterprise se topara con una nave espacial llena de estalinistas".

 

Gibson empezó a trabajar en su guion en 1987 e inmediatamente encontró el encargo más difícil de lo que había imaginado. “Si te fijas en mi estilo como novelista, hago mucho hincapié en los detalles culturales. Eso es algo que, como posteriormente aprendí en otros guiones, es el territorio del director artístico. En un guion solo incluyes unos pocos apuntes”. Presionado por una inminente huelga del Sindicato de Guionistas, hubo de trabajar en lo que era su primer guion a mucha más velocidad de lo que hubiera preferido y, por fin, lo terminó a comienzos de 1988. El resultado, dijo, era parecido al “intento de un novelista snob de ciencia ficción por pillarle el truco al formato cinematográfico. Una sinopsis en TV Guide diría así: “Comunistas espaciales roban huevos alienígenas. Problemas para Mallworld”.

 

La historia de Gibson arrancaba donde terminaba “Aliens”: en la nave que transportaba, hibernados, a Ripley, Newt y Hicks, flotando por el espacio antes de ser interceptada y registrada por comandos a sueldo del rival de Weyland-Yutani, la Unión de Pueblos Progresistas (UPP), quienes rápidamente son atacados por un atrapacaras alien que se había escondido en las entrañas del dañado androide, Bishop. Los soldados arrojan a la criatura al espacio, se llevan a Bishop para estudiarlo más a fondo y devuelven la nave a su curso original: Anchorpoint, una estación espacial-centro comercial propiedad de la corporación.

 

Habiendo quedado Ripley en coma tras un incendio a bordo, el foco de la historia recae sobre Hicks, que destapa un plan de Weyland-Yutani para formar un ejército de aliens… que es precisamente lo que la UPP también está intentando. Tras una batalla contra los aliens que acaban infestando Anchorpoint, el guion concluye con la alianza de representantes de Weyland-Yutani y la UPP contra un enemigo común, los aliens, jurando rastrearlos hasta su mundo de origen para destruirlos. “Este es un universo darwinista, Hicks”, le dice su amigo Bishop en la escena final. “¿Serán los aliens los últimos supervivientes, o será el hombre?

 

Evidentemente, Giler y Hill no quedaron nada satisfechos. El primero admitiría en una entrevista: “Recibimos lo opuesto de lo esperado. Ya habíamos imaginado que sería un guion desordenado, pero con muchas ideas que podríamos aprovechar”. Pero lo que tenían entre manos era un guion competentemente escrito, pero ni de lejos tan original como habían esperado. Para entonces, con la huelga del Sindicato de Guionistas en pleno apogeo, los productores ya habían contratado al cineasta finlandés Renny Harlin (que acababa de estrenar “Pesadilla en Elm Street 4”) para dirigir la película. Harlin se reunió con Hill, Giler y Gibson para discutir una posible reescritura, pero el novelista, ya ocupado con las adaptaciones de un cuento propio, “Johnny Mnemonic” (1981), declinó continuar en el proyecto. En su lugar, Harlin sugirió y consiguió al guionista Eric Red (“Carretera al Infierno”, “Los Viajeros de la Noche”), al que se encargó revisar el guion de Gibson.

 

Mientras tanto, surgieron problemas en otro campo: la participación de Sigourney Weaver. La actriz se negó a firmar el contrato hasta leer el guion definitivo y que éste contara con su aprobación, algo que no se estimaba fuera a ocurrir pronto. Exigía a los productores que le proporcionaran material nuevo, diferente de lo que había hecho hasta ese momento. También impuso como condición para repetir que la película no estuviera tan orientada hacia los vehículos, las máquinas y las armas como la de James Cameron. No sólo Weaver era portavoz de Handgun Control, un lobby para el control de armas en Estados Unidos, sino que se había sentido incómoda participando en “Aliens”. Según ella misma dijo: “Cuando leí el guion estaba muy ocupada y pasé por alto un montón de anotaciones en las escenas relacionadas con las armas. Y no me di cuenta de que éstas eran la estrella de la película hasta que empecé a ver todo este sorprendente atrezzo que traían todos los días”. Weaver negó que estuviera siendo poco razonable al intentar influir en la dirección de la historia. "Para mí no es importante dictar esas cosas, pero sí era más original investigar qué es el verdadero coraje. Si no podemos llevarnos bien entre nosotros, ¿cómo podemos luchar contra ese monstruo?

 

Aunque los productores se vieron de esta forma obligados a contemplar la perspectiva de una película de Alien sin un personaje clave que conectara con las dos primeras entregas, la propia Weaver asegura que ésa era una idea que habían barajado desde el principio: “Cuando se estrenó “Aliens”, los productores me dijeron: “¿No sería interesante hacer una tercera sin Ripley, sobre un regreso al planeta original y cómo la cagan? Y luego, por qué no filmar inmediatamente la cuarta película, en la que Ripley regresa y salva el día o algo así?" Aunque la idea de secuelas consecutivas, que ya había tenido éxito con la trilogía de "Regreso al Futuro”, fue rechazada, sí se le pidió al guionista Eric Red que excluyera a Ripley de su borrador.

 

Su reemplazo fue el capitán Sam Smith, único superviviente de un grupo de las fuerzas especiales aniquilados por un alienígena que encontraron a bordo de la nave de escape en la que Ripley, Hicks, Newt y Bishop huyeron del planeta LV-426 en el clímax de “Aliens”. Smith se despierta de un coma para encontrarse a bordo de la North Star, una estación espacial agrícola descrita como “Main Street USA en el espacio”, con su almacén, sus granjeros paletos, camionetas con remolque y acentos regionales. Allí, el soldado se encuentra con un programa de cría de aliens a pleno rendimiento, cortesía de los militares norteamericanos, que están utilizando ganado como huéspedes para los aliens larvarios.

 

Cuando se reunió inicialmente con Hill, Red le dijo: “En “Alien” teníais una criatura; en la segunda, cientos, y en esta película necesitáis un nuevo tipo de criatura, el ganado alien”, que en el guion se describía como “monstruosidades de seis patas con dos juegos de mandíbulas metálicas, como martillos neumáticos, que les desgarraban el hocico; y patas acorazadas de triple articulación que salían de sus pezuñas y costados”. Otras contribuciones de Red al universo alien incluían un híbrido alien-humano de cuatro metros y medio de altura; una criatura resultado del cruce genético de un alien y un mosquito, dotado de un aguijón como una sierrra y una forma similar a la de un reactor F-14; y algo descrito como “una masa informe biomecánica, como un pulpo de quince kilómetros” compuesto de cincuenta personas fusionadas con ganado alien, caballos alien y muchos tipos de animales alien. Decir que el guion parecía escrito por un entusiasta aficionado a la CF de diez años de edad en vez de por un escritor profesional sería insultar a los niños de diez años. Baste añadir que entre las perlas del guion se encontraba la violenta muerte de una pareja desnuda mientras disfrutaban de sexo en gravedad cero.

 

Fue un desastre”, confesó Giler respecto al guion de Red. “Absolutamente horrendo. Y ese fue el final para los dos”, añadió, refiriéndose a Red y Harlin, que salieron del proyecto poco después de que el primero entregara su libreto. “En concreto, trabajé con dos guionistas que me convencieron de sus ambiciosos planes para desarrollar una historia sobre el futuro de la humanidad y el tipo de inteligencia que había tras la evolución de los alienígenas”, declaró Harlin a “Cinefantastique”. “Pero el resultado no fue más que un refrito de las dos películas anteriores”. Harlin odiaba tanto el borrador de Eric Red que solicitó que le liberaran de su contrato para dirigir “Alien III”. “En ese momento, había perdido toda pasión por el proyecto, y creí que sería vergonzoso continuar las grandes épicas de Scott y James Cameron con un calco cansino de ambas”.

 

Red, por su parte, responsabilizó a los productores. “El problema de base durante mi participación de cinco semanas fue que no sabían lo que querían. Por eso incurrieron en un auténtico derroche de talento. Otro problema importante fue que no querían que volviera Sigourney, así que tuve que presentar toda una serie de personajes nuevos. Sencillamente, los productores no se involucraron. Creo que es responsabilidad del productor o de la entidad creativa tener un concepto o asegurarse de que éste se desarrolla eficazmente. Pero estos tipos eran muy distantes. Sólo me reuní una vez con cada uno de ellos”.

 

Por el momento, habiendo perdido a su director y con la perspectiva cada vez más lejana de fichar a Sigourney Weaver –quien, además, se hallaba inmersa en una demanda a Fox por un beneficio debido y no pagado a raíz de “Alien”-, los productores se encontraban de vuelta en la casilla de salida.

 

Contrataron entonces a un tercer guionista, David Twohy (“Critters 2”), cuyo primer borrador, con fecha de octubre de 1989, transcurría en una gran estación espacial, la Moloch, en la que unos convictos, principalmente violentos agresores sexuales, cumplían condena trabajando en una fundición de la Weyland-Yutani. Uno de ellos, un conocido defraudador llamado Styles, descubre un programa secreto de desarrollo de armas biológicas en virtud del cual los reclusos son utilizados como huéspedes para xenomorfos modificados genéticamente. El propio guion los describe así: “Cada alien es ligeramente distinto. Uno es plateado en lugar de negro, un camaleón que se mimetiza con su entorno. Otro, el alien forzudo, tiene un aspecto más fornido, con un exoesqueleto endurecido con espinas. Otro es un siamés fusionado con otro congénere. Otro es una completa abominación, como si hubiera mutado por talidomida...”. Con la ayuda de Packard, una oficial médica que se pone de parte de los reclusos al descubrir tal horror, Styles organiza una fuga de la prisión –misión nada sencilla encontrándose ésta en órbita a 37.000 km sobre la Tierra- que, tras una trepidante secuencia de acción, desemboca en la destrucción del Moloch y, por tanto, de los alienígenas “artificiales”.

 

La ironía es que, no apareciendo Ripley en este borrador, a Sigourney Weaver le gustara. A esto se sumó que el presidente de Fox, Joe Roth, dijera que no se podía hacer una película de Alien sin Ripley: “Es la pieza central de la serie, la única mujer guerrera que tenemos en nuestra mitología cinematográfica. En las secuelas de éxito existe una fina línea entre los ingredientes viejos y los nuevos. Creemos que sería un desastre continuar sin ella”. No había más que hablar. Productores y actriz empezaron a buscar la forma de insertar el personaje de Ripley en otro guion.

 

Mientras tanto, la búsqueda de director había ido estrechándose hasta llegar al realizador neocelandés Vincent Ward, director de “Navigator, una Odisea en el Tiempo” (1988). Aunque a Ward le gustaba la idea de dirigir “Alien III”, su opinión sobre los tres guiones existentes hasta la fecha era poco positiva, así que pidió trabajar en un concepto propio que incorporara elementos menores de los borradores previos. Tal y como él lo explicó: “Sigourney llegaría a una comunidad de monjes en el espacio exterior y no la aceptarían en su seno”. Para entonces, Weaver había zanjado su demanda con Fox y firmado el contrato para “Alien III” por 5,5 millones de dólares –el salario más alto pagado jamás a una actriz- y el derecho de aprobación tanto del guion como del director. Weaver no puso ninguna pega a Ward, cuya idea le pareció original.

 

Y como el tiempo ya empezaba a ser un factor preocupante, a Ward se le asignó un ayudante, John Fassano (“48 horas más”), que tenia fama de ser muy rápido y que se puso a trabajar mientras Twohy todavía refinaba su borrador. “Supuestamente, estábamos escribiendo “Alien IV””, dijo Fassano, “pero si terminábamos antes, sería “Alien III””. Twohy estaba comprensiblemente furioso por haber sido apartado del proyecto de esa manera, así que se marchó para hacer su propia película, “Pitch Black” (2000), un híbrido de ciencia ficción y terror claramente influido por “Alien”. Según dijo: “El viejo adagio es cierto. Hollywood paga bien a sus guionistas, pero los trata como si fueran mierda para compensarlo”.

 

La colaboración entre Ward y Fassano tuvo como resultado una reformulación integral de la idea del planeta-prisión. La acción estaría localizada en un planetoide de madera de sólo 8 km de circunferencia en el que un grupo de prisioneros políticos ha conformado una colonia religiosa con un nivel tecnológico equivalente al de la Europa medieval y un modo de vida monástico y autosuficiente… hasta que la cápsula de Ripley se estrella allí llevando consigo un alien. La insistencia de la recién llegada en el peligro que corren todos la lleva a ser denunciada como hereje por el Abad, dispuesto a cualquier cosa para que sus compañeros no se percaten de que las reservas de combustible para calefactar el planetoide están casi agotadas. Ripley, a la que llaman “La Mujer del Cometa” porque cayó del cielo, es encerrada en el calabozo, donde conoce a un androide en la línea de Ash y Bishop. Liberada por un simpatizante que cree que la amenaza que ella describe fue profetizada por un viejo texto, Ripley y el androide intentan escapar del condenado planetoide mientras los persigue el alien que, tras haberse desarrollado en el cuerpo de una oveja, tiene uno de los aspectos descritos en el borrador de Eric Red.

 

Según el supervisor de efectos especiales Richard Edlund: “Vincent se había interesado mucho por los monjes luditas. La idea original era que se trataba de un planeta de madera construido por los luditas y en cuyo fondo, simbólicamente, el reactor era una especie de Infierno, y la tecnología que mantenía operativo ese lugar emanaba de las entrañas de Lucifer. No era una especie de secuela recauchutada sino una idea completamente nueva”. El guión de Ward-Fasano, rico en imágenes religiosas, iconografía y metáforas, y repleto de efectos especiales, se entregó a principios de 1990, momento en el que el director ya había volado a Gran Bretaña para supervisar la construcción de los decorados del planeta prisión, Arceon.

 

Consciente de que uno de los factores clave del éxito del “Alien” original habían sido las aportaciones del artista conceptual H.R.Giger, Ward voló a Suiza para reunirse con él. Aunque Giger encontró fascinantes algunas de las ideas del director y llegó a hacer algunos diseños, lo cierto es que no hubo buena química entre ambos y, mientras éste permaneció al frente del proyecto, el diseñador no llegó a estar oficialmente involucrado en el mismo.

 

En ese punto, sin embargo, los productores habían empezado a perder la fe en el radical planteamiento de Ward aun cuando éste había creído que, en el momento de presentarlo, todo el mundo se mostró entusiasmado. De acuerdo con Giler, el problema no fueron las ideas sino la lógica que las sustentaba. “No podíamos imaginar por qué el planetoide debería estar hecho de madera. Nunca nos dieron una respuesta sencilla a esto. ¿Por qué enviarían toda esa madera hasta tan lejos –la película se ambienta en otra galaxia, nada menos- y, encima, madera de mala calidad? ¿De qué iban esos monjes? ¿Cuál era su credo? Eran una suerte de luditas, pero no se explicaba adecuadamente”. Para Giller, la película tendría una estética maravillosa, pero carecería de toda lógica.

 

Por lo visto, Ward y Fasano discreparon sobre la dirección que debía tener su siguiente borrador, el primero en matar a Ripley en el clímax, una propuesta que, sin duda, gustó más a Weaver que al estudio. A continuación, Fasano revisó en solitario el guión, rebajando la ambiciosa visión de Ward y acercándolo a las limitaciones dictadas por el presupuesto.

 

Mientras tanto, la relación entre Ward y los productores había ido enfriándose, hasta que aquél decidió dejar el proyecto. Según declaró: “Básicamente, tenía una diferencia de opinión con uno de los productores respecto al guion. Al principio, le encantó, luego pareció cambiar de opinión sobre los principios básicos del mismo, lo que hizo para mí muy difícil continuar, porque eso es con lo que yo había entrado en la película”. En otras palabras, Ward había sido contratado por la visión que había aportado para el film y luego despedido por esa misma razón.

 

Pero también había otros factores que tenían al estudio muy nervioso, como la fecha prevista de estreno, la Semana Santa de 1990, anunciada antes siquiera de que el guion estuviera listo. De hecho, la fecha de comienzo del rodaje se acercaba y los decorados estaban en construcción, pero el libreto definitivo seguía sin llegar. A Ward lo despidieron pero no sin dinero, que invirtió en su siguiente película, “Mapa del Sentimiento Humano” (1992), una aventura ambientada en el Ártico. “Escribí una historia para “Alien3” y dibujé unos storyboards que luego rodaron. Me pagaron por ello, lo que significó que podía sacar adelante mi interés principal, “Mapa del Sentimiento Humano”, sin preocupaciones financieras. Sólo por eso, ya estoy agradecido a “Alien3”.

 

(Continúa en la siguiente entrada)

 

 

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