Pese a seguir un trayecto accidentado con más tropiezos que aciertos, la saga de “Depredador”, como toda buena franquicia de ciencia ficción de los 80 que mezclaba la CF, la acción y el terror (ahí están también “Alien” y“Terminator”), ha insistido machaconamente en regresar una y otra vez a las pantallas con la esperanza de recuperar el favor de unos aficionados siempre leales aunque cada vez más críticos y decepcionados.
Todo
comenzó en 1987 con la película “Depredador”, hoy ya un clásico del cine de
acción y CF dirigido por John McTiernan y protagonizado por Arnold
Schwarzenegger. La saga continuó con “Depredador 2” (1990), que transcurría en
un entorno urbano y cuyo reparto encabezaba Danny Glover. Durante años se habló
de un tercer film que nunca llegó a concretarse. En ese periodo, el fenómeno
fan fue cobrando fuerza y empezando a hacer sugerencias que fueron escuchadas
por la 20th Century Fox, propietaria de los derechos tanto de esta franquicia
como la de Alien. Esto desembocó en historias en las que ambas especies
cruzaban sus caminos, primero en los comics y luego en diversos guiones
escritos por aficionados o profesionales sin mediar encargo previo del estudio.
Por fin, esa idea que parecía estar en la mente de tanta gente se materializó
en “AVP: Aliens vs. Predator” (2004) y “AVPR: Aliens vs Predator Requiem”
(2007), dos películas denostadas por los seguidores de ambas franquicias.
Después vendrían otros dos intentos decepcionantes de revitalizar la saga: “Depredadores”
(2010) y “Predator” (2018) de Shane Black.
“Presa”
fue, por tanto, la séptima película de la franquicia. Pero mientras que las
entregas precedentes se habían inclinado por resaltar la parte de acción física
de la fórmula, “Prey” opta por regresar a las raíces de la misma, más
relacionadas con el terror. De hecho, tiene la duración más corta de la saga y
un presupuesto apreciablemente inferior al de su inmediata predecesora, lo que
sin duda le aseguró a su director mayor libertad. El resultado fue una película
que consiguió recrear el suspense de la original con una sensibilidad y sabor
más modernos.
Las
películas de “Depredador” habían ido ajustándose a nuestra propia línea
temporal. La original se desarrollaba en los 80, la secuela en los 90 y así sucesivamente,
lo que permitió a la franquicia ir evolucionando con los tiempos y las nuevas
generaciones de espectadores. “Presa”, sin embargo, invierte la tendencia,
situando la acción trescientos años atrás, en 1719, contando la historia del
que quizá fuera el primer encuentro de los humanos con los cazadores
alienígenas. Este cambio de enfoque es una idea refrescante porque permite
resituar las bases de la franquicia en un contexto diferente.
Y el contexto es importante aquí, porque no sólo permite ofrecer unos personajes muy diferentes a los de las otras entregas, sino que también ofrece un Depredador distinto. Sigue siendo miembro de una especie muy avanzada capaz de viajar por el espacio, pero la tecnología que utiliza parece más anticuada de la que habíamos visto hasta el momento, incluso en su aspecto, como ese casco de hueso o su munición similar a flechas en vez del famoso láser con mira triple. Es este un detalle no menor que contribuye a la ampliación de la mitología de la saga.
Naru
(Amber Midthunder) es una joven comanche perteneciente a una tribu localizada
en las Grandes Llanuras del norte de Estados Unidos de comienzos del siglo
XVIII. Aunque su madre la ha adiestrado en el arte de la sanación, se siente
desilusionada con su rol en la tribu. Su padre fue un famoso guerrero que le
transmitió sus habilidades junto a su hermano mayor Taabe (Dakota Beavers).
Pero mientras que éste ha ido haciéndose un nombre, Naru se siente
insatisfecha. Sabe que es capaz de más de lo que se espera de ella y está
decidida a convertirse en cazadora. Pero para conseguirlo, necesita completar
la “kühtaamia”, o Gran Caza, una especie de rito de iniciación, tras el cual
sería aceptada como guerrera y cazadora.
Su
oportunidad llega cuando un puma se lleva a uno de los miembros de su tribu. Se
reúne una partida para dar caza al felino y, con suerte, recuperar al hombre
aún con vida. Naru se une al grupo haciendo valer sus habilidades de
rastreadora y sanadora, aunque Taabe quiere que la ocasión le de oportunidad a
su hermana para acometer su kühtaamia. Sin entrar en demasiados detalles,
digamos que las cosas no salen según lo planeado. La caza del puma revela la
presencia de una amenaza mucho mayor, un tipo diferente de bestia que acecha en
el bosque. Naru sospecha que hay algo extraño ahí fuera que representa una
amenaza para toda su tribu, hipótesis que confirma cuando ve a un Depredador
con el camuflaje de invisibilidad matar a un oso. Sin embargo, como ella es la
única que presencia tal hecho, nadie está dispuesto a creerla. Con tal fin,
Naru se propone localizar por su cuenta a la criatura, no sólo para demostrar de
lo que es capaz sino también para garantizar la seguridad de su tribu.
“Presa” fue el segundo film de Dan Trachtenberg, que había salido del mundo de la publicidad para dirigir con razonable éxito el thriller “Calle Cloverfield 10” (2016). Después, se encargó de episodios de series de televisión de éxito como “Black Mirror” (2011- ), “The Boys” (2019- ) y “Dan Brown: El Símbolo Perdido” (2021) antes de volver a la pantalla grande con la película que nos ocupa.
“Presa”
recibió algunas de las mejores críticas de toda la saga hasta ese momento,
hasta el punto de que algunos comentaristas la equipararon a la película original
o incluso la situaron por encima. En estos tiempos de fans exaltados,
corrección política y comentarios tan agresivos como poco meditados, es lícito
preguntarse en qué medida tal reacción obedeció a la disposición de la película
a amoldarse a los actuales requisitos socio-culturales de la industria: mostrar
diferentes perspectivas culturales, reparto no caucásico, protagonista femenina
fuerte que supera a sus compañeros varones… ¿O quizá, simplemente, es una
película de acción sólida, entretenida y absorbente?
La respuesta es que “Presa” es ambas cosas.
No hay muchas películas en las que los nativos americanos desempeñen papeles distintos a los de compañeros de los protagonistas o villanos. Su cultura ha menudo ha sido mal entendida y reflejada en el medio audiovisual y sólo en años recientes que ha surgido una genuina preocupación por desmontar el resultado de décadas de tópicos erróneos. “Presa” es una de esas obras modernas que trata de poner su grano de arena a la causa.
Se dijo incorrectamente en su momento que el reparto estaba compuesto exclusivamente de nativos americanos –interviene también un grupo de tramperos franceses y el Depredador lo interpretaba Dane DiLiegro-. Aún así, es preciso reconocer que la película se esfuerza por enraizar la historia en la cultura comanche de forma rigurosa a juzgar por la cooperación acreditada de varios grupos tribales.
Las
discusiones sobre la necesidad de introducir una diversidad racial en los
repartos de las películas que refleje la propia diversidad de nuestras culturas
crecientemente globalizadas, han ido cobrando importancia desde hace años. De
lo que se habla menos es que esa inclusión no debería limitarse a una mera
figuración. En “Presa”, al elegir para el reparto a auténticos nativos conocedores
de sus tradiciones, se obtiene un nivel de naturalidad y fluidez en sus
interacciones que sería muy difícil obtener con actores no indios. Las raíces
de Amber Midthunder, la actriz que da vida a Naru, por ejemplo, le brindan una
buena acreditación para el papel: miembro de la Tribu Assiniboine y Sioux de
Fort Peck, Montana -aunque nació en la Nación Navajo de Shiprock, Nuevo México-
su madre es de ascendencia tailandesa y china (trabaja como directora de
casting y doble de acción) y su padre es un actor de linaje Assiniboine (tribu
asentada sobre todo en Canadá y Norte de Estados Unidos). Más allá de que sus
facciones y ascendencia la conecten bien con el personaje, Midthunder sabe
darle a Naru una fiereza y determinación completamente verosímiles.
Comentaristas
y críticos nativos americanos dijeron reconocer perfectamente pequeñas escenas
de la vida cotidiana de la tribu y, de hecho, se ha dicho que “Presa” ha
establecido un nuevo estándar para la representación de los nativos americanos
en el cine. Sin duda en ello tuvo mucho que ver la productora Jhane Myers,
miembro de las tribus Comanche y Pies Negros y que ha dedicado su carrera
profesional en el cine a tratar de que la cultura de su pueblo obtenga una
representación adecuada.
Como
era de esperar, hubo algunas críticas por no haberse atrevido el director a dar
el paso definitivo: rodar en idioma comanche en lugar de en inglés.
Trachtenberg declaró que lo habían intentado, pero que no funcionó. Dado que no
hubiera sido la primera vez en hacer algo parecido (ahí está “Apocalipto”,
2006, en la que Mel Gibson hizo que sus actores hablaran en maya), puede
sospecharse que se trató de uno de esos casos en los que se combinó una
reacción negativa por parte del público de una proyección de prueba y el
conocimiento de la tradicional aversión del público general norteamericano a
los subtítulos.
Por
otra parte, la película utiliza el lenguaje para colocar a los nativos en el
centro de la historia. Avanzada la trama, Naru entra en conflicto con un grupo
de tramperos franceses que tratan a los nativos como animales. Sin embargo, como
la historia se narra desde la perspectiva de Naru, son los europeos quienes se
presentan hablando un lenguaje extraño que no se traduce mediante subtítulos.
El espectador debe inferir el significado de la misma manera que lo hace Naru mientras
está con ellos. Parece un recurso sencillo, pero hay que pensar que durante
décadas, las lenguas nativas en el cine se han utilizado como una forma de
conferir “otredad” a los pueblos indígenas, haciéndoles parecer salvajes e
incivilizados. “Presa” invierte ese tropo por completo. Sí, Naru y su tribu
hablan inglés pero ello se hace en beneficio de la máxima audiencia posible.
Cualquier espectador con un mínimo sentido común se dará cuenta de que los
personajes, en su mundo, utilizan su lengua nativa.
Lo
que sí incorpora la película en varias secuencias es lenguaje de signos, una
forma de comunicación utilizada frecuentemente por los indios de las Llanuras
hasta que el gobierno federal la asfixió en el siglo XIX cuando envió a los niños
nativos a “civilizarse” a las escuelas occidentales. Hoy, se hacen esfuerzos
por evitar la extinción definitiva de este lenguaje y verlo en “Presa” apunta a
un genuino interés por reflejar con detalle y fidelidad histórica la cultura
nativa.
En
términos de trama, “Presa” ofrece pocas variaciones respecto a otras entregas
de la saga: un humano hábil en las artes del combate y/o la supervivencia
descubre que un Depredador está actuando en su entorno y se las arregla para
sobrevivir a sus compañeros hasta el predecible y desesperado enfrentamiento
final entre ambos “cazadores”. Realmente, poco se puede hacer con el argumento
si lo que se desea es respetar la premisa central que ha caracterizado la saga
(y que en realidad se remonta al relato de Richard Connell, “El Juego Más
Peligroso”, 1924; y su adaptación al cine, “El Malvado Zaroff”, 1932).
Admitiendo que las variaciones que se pueden hacer de la dinámica “humano cazado por un alienígena” son limitadas, hay que reconocer que “Presa” demuestra comprender mejor que sus predecesoras la metáfora central de la saga. Los guionistas, Patrick Aison y el propio Trachtenberg, se fijaron en el “Depredador” original para recuperar su tema principal: el horror del colonialismo.
En
el fondo, “Depredador” es una versión moderna y en clave de CF del concepto del
“gran cazador blanco”, un término que se aplicó tanto a personajes reales como
Alan Black o Frederick Selous, como ficticios, por ejemplo, Allan Quatermain.
Estas figuras eran casi siempre europeos o americanos que viajaban a África
para embarcarse en safaris. Eran los tiempos en los que África era conocida
como “El Continente Negro” y sus habitantes se consideraban salvajes
primitivos. Rápidamente, estos cazadores construyeron una mitología en torno a
ellos que les invistió de un aura legendaria.
Inevitablemente,
no tardó en surgir una industria turística alrededor de la caza mayor en
África. El primer negocio de safaris lo fundaron los cazadores R.J.Cunningham,
Bill Judd, George Outram y Leslie Tarston en 1903. El cazador quedó
inmortalizado también en la cultura popular, ejerciendo algunos de ellos, muy
famosos, como en el caso de Bunny Allen, como asesores en películas como
“Safari” (1956) o “Mogambo” (1953). Se dice que el propio John Huston estaba
obsesionado con disparar a un elefante mientras rodaba “La Reina de África”
(1951)
Trachtenberg
y Aison comprenden que “Depredador” es, como decía, una película de terror
sobre el colonialismo, pero llevan la metáfora un paso más allá. Después de
todo, los protagonistas de la película original eran un equipo de operaciones
encubiertas cuya misión, en el fondo, era extender la influencia de Estados
Unidos en América Central. El personaje indígena más importante de aquel film,
Ana Gonsalves (Elpidia Carrillo), la única superviviente del ataque a un
campamento de la guerrilla, se pasa casi toda la historia como prisionera
indefensa. El cazador alienígena tiene poco interés en ella. Como está
desarmada y cautiva, en un primer encuentro declina matarla por no considerarla
un trofeo digno. Podría verse esto como una especie de justicia kármica por la
intervención ilegal y sangrienta encabezada por “Dutch” Dillon (Arnold
Schwarzenegger).
En
“Presa”, sin embargo, Naru se parece más a Ana que a Dutch. Como ella, Naru es
la mujer más destacada de un reparto predominantemente masculino; y también se
pasa una parte relevante de la historia siendo prisionera o marginada, primero
por sus propios compañeros de tribu y luego por los tramperos franceses. Como
Ana, Naru sobrevive a su primer encuentro con la criatura porque ésta no la considera
una amenaza. Sin embargo, y a diferencia de su predecesora (o sucesora, según
la cronología que se escoja), Naru se reafirma y toma la iniciativa.
En
lugar de poner el foco en una fuerza externa que, sin ser invitada, interviene en
los asuntos de otra nación, “Presa” lo hace en la población nativa. En varias
ocasiones, se establece una equivalencia entre el Depredador y los recién
llegados europeos que están empezando a asentarse y esquilmar el norte del
continente americano. Naru encuentra trampas preparadas por esos cazadores que
no se distancian tanto de la tecnología empleada por el propio Depredador. En
un momento determinado, la joven llega a un prado cubierto de cadáveres de
búfalos desollados, una imagen que evoca directamente los cuerpos colgados de
un árbol en la película original. Podría pensarse que el responsable de la
matanza es el alienígena, una suposición que se desvanece cuando Naru encuentra
en el lugar un cigarro abandonado. Aquel horror es obra del hombre, una imagen
extraída directamente de la historia de Estados Unidos y conectada
explícitamente con la subyugación de la población nativa. En palabras de un
oficial anónimo del ejército: “Cada búfalo muerto es un indio menos”.
“Presa”
es una película que juega continuamente con las inversiones conceptuales. Cuando
Naru y la partida de Taabe se acercan a la guarida de su presa, ella les
advierte: “El puma no pensará que lo
estamos cazando. Pensará que él nos está cazando”. Naru es noqueada y
utilizada como cebo por uno de los tramperos y ella le hace lo mismo más
adelante: “Hiciste sangrar a mi hermano.
Así que ahora sangra tú". Incluso las heridas reflejan estas
inversiones: un trampero muere por el rebote de una bala sobre el Depredador; y
éste, que desmembra a un indio durante el ataque inicial, acaba a su vez desmembrado
en el clímax.
La
oposición a la agresión externa es asimismo un concepto fundamental en “Presa”.
Taabe convierte en arma improvisada una de las calaveras trofeo del cinturón
del Depredador. Naru, por su parte, está embarcada en su propio y extremo
ritual para convertirse en cazadora. “Crees
que el objetivo de la kühtaamia es demostrar que puedes cazar”, le dice
Sumu (Stefany Mathias). "Pero sólo
hay un objetivo: sobrevivir". Y Taabe resume la importancia del ritual
para establecer límites: “Cuando llega el
puma, le dices: 'Hasta aquí puedes llegar'. No más. Eso es todo.'"
Así, “Presa” sigue una línea similar a westerns contemporáneos como “Los
Odiosos Ocho” (2015) o “El Renacido” (2015), que reformulan la frontera
estadounidense no como un territorio de maravillas, aventuras y oportunidades,
sino de horrores, violencia y atropellos. Parece apropiado que en el clímax de
la película la criatura acabe atrapada en un atolladero, casi tragada por el
paisaje.
A diferencia
de los últimos films del universo Depredador, “Presa” recorta deliberadamente
la escala de la dramática confrontación sobre la que se apoya la trama. A los
guionistas no les interesa demasiado ampliar la mitología de la saga o plantear
amenazas de ámbito global. En cambio, mantienen el conflicto a un nivel muy
personal, que fue uno de los grandes aciertos de la película original. Como en
ésta, “Presa” invierte bastante tiempo en los preliminares de la acción. Sólo
se vislumbra al Depredador como un borrón tembloroso que apenas se siluetea en el
paisaje, el punto de vista de su visor calorífico o breves pistas visuales de
que ha resultado herido. Todo el mundo sabe qué forma tiene uno de estos
extraterrestres, así que la película se puede permitir mantenerlo oculto durante
más tiempo del que habría sido posible en otras circunstancias. El resto del
metraje, una parte importante del mismo, de hecho, se invierte en mostrar la
cultura comanche y sus rituales de caza. Así, ambas películas, la de 1987 y la
de 2022, cuentan sus propias historias, cada una de las cuales habría tenido
sus respectivos y diferentes desarrollos y conclusiones de haber eliminado de
las mismas al alienígena.
Al
reducir la escala de la historia a un nivel casi íntimo, la amenaza del
Depredador se convierte en algo mucho más asfixiante. De esta forma, “Presa”
consigue recuperar para la franquicia sus raíces de película de terror con
monstruo, lo que, a su vez, sintoniza con las fortalezas de Dan Trachtenber
como director. Como ya había hecho en su película de debut, “Calle Cloverfield
10”, aquí transmite un intenso suspense a partir de lo mundano. Incluso cuando
Naru realiza tareas cotidianas (montar un campamento, seguir pistas) se tiene
la sensación de que hay algo peligroso acechando en los alrededores.
“Presa”
resulta ser quizá un poco más lento de lo esperable para una pelicula que ha
sido alabada como la mejor de la franquicia. Intercaladas en las escenas de
caza del Depredador, hay varios segmentos bastante largos sin apenas acción.
Dicho esto, Trachtenberg va dosificando el aumento de tensión, mostrando
progresivamente algunas de las muertes más brutales de la saga y escenificando
peleas y matanzas con una eficacia e intensidad impecables en escenas como la
de los indios encarándose con su enemigo armados con hachas y flechas; Naru esquivando
al puma en los árboles; el alienígena matando a un oso pardo o exterminando a
los tramperos franceses que trataban de emboscarlo; o el emocionante duelo
cuerpo a cuerpo de Naru contra el cazador extraterrestre. Escalonar las escenas
de acción en lugar de encadenarlas febrilmente sin solución de continuidad,
permite brindarle a cada personaje su propio momento para brillar, mostrando
cuáles son sus habilidades, de qué son capaces y, en fin, conectar con el
espectador lo suficiente como para que sus muertes signifiquen algo.
Más
allá de la acción, “Presa” no sólo ofrece una historia con una estructura
tomada directamente del cine de monstruos, sino que la implementa con acierto.
Lo que hace que las mejores películas de esta categoría funcionen no es la
criatura en sí, sino el drama de los humanos a cuyo lado nos situamos y que
deben lidiar con la situación. Es un equilibrio difícil de lograr, ya que
guionista y director deben satisfacer el deseo del público de saber más sobre
el monstruo sin atascarse en la exposición, revelar demasiado y demasiado
pronto y/o perder de vista la trama de los humanos protagonistas.
Esto es algo que no habían sabido conseguir las películas más recientes de la franquicia, que prefirieron sacrificar todo lo anterior en aras de expandir el universo conceptual de la saga. “Predator” introdujo amenazas galácticas todavía peores que los Depredadores aliñándolas con conspiraciones gubernamentales. Y “Depredadores” incluyó facciones alienígenas en guerra y una jerarquía más sofisticada. El resultado fue que esas entregas lograron construir mundos mucho más interesantes que las propias historias alrededor de las cuales se apoyaban.
“Presa”, sin embargo, devuelve la franquicia a sus raíces, en primer lugar, utilizando personajes con atractivo y vidas propias más allá de la aventura que se nos cuenta; y, en segundo lugar, ofreciendo una historia autocontenida que no necesita mayor conocimiento de la mitología desarrollada por la franquicia hasta ese momento. Lo cual no quiere decir tampoco que ésta no tenga acomodo en la película. Hay pistas, detalles esparcidos por toda la trama, que sugieren un universo más amplio, pero se presentan de una forma sutil que no distrae de la historia central. Esto, además, es coherente con el propio periodo temporal en el que transcurre la película. Naru y su tribu no son científicos con tecnología que les permita descubrir los “por qués” o “cómos” de la criatura. Naru aprende sobre ésta de una forma más natural, instintiva –y dura-, pero siempre conocimientos limitados a lo que necesita para sobrevivir y contraatacar.
El resultado es una película entretenida y accesible tanto para los fans veteranos como para los recién llegados. Para aquellos no familiarizados con los elementos y tropos de la franquicia, la limitada perspectiva de Naru hace que vayan aprendiendo sobre la criatura al mismo tiempo que ella. Para los expertos en la mitología de Depredador, sin embargo, lo interesante consiste en ver cómo la protagonista descubre la información que ellos ya conocen, por ejemplo, la forma cómo Naru averigua la habilidad de la criatura para rastrear el calor corporal y piensa en una forma de contrarrestarla, es diferente a lo que habíamos visto anteriormente en la saga –y, a su vez, hace que el redescubrimiento de esa información parezca algo nuevo-.
Al devolver la franquicia de Depredador a sus bases, localizar la historia en el pasado y recuperar los temas postcoloniales del film original pero cambiando sutilmente el énfasis de los mismos, “Presa” consigue infundir nueva vida a una saga irregular y desgastada. Ofrece sobresalientes escenas de acción; personajes bien construidos e insertos en una cultura adecuadamente representada; y suficiente sangre como para complacer a los más aficionados a la vertiente violenta de la saga. Y todo ello envuelto en una historia autoconclusiva e independiente que amplia la mitología de Depredador de una manera satisfactoria para los seguidores más veteranos y accesible para los recién llegados. Por todo ello, “Presa” es, sin discusión, la mejor aportación a la franquicia desde la ya lejana película original.
Sólo he visto la 1ª peli una vez y fue en el siglo pasado, pero aún así matrevo a decir que eso del colonialismo es producto del sesgo actual. Depredador no va "sobre el colonialismo", va sobre el provincianismo yanki. Del resto sólo he visto la 2ª y también en el siglo pasado, pero creo que en ella tampoco hay colonialismo. Un cazador no coloniza nada . Todo esto es tan delirante como ver un western en la teleserie esa de los zombis. El victimismo se ha ido de madre. La de zombis es ficción religiosa y esto de depredador simplemente es una historia de monstruos aunque inevitablemente dice muchas cosas sobre su época que está muy bien señalar. Me juego el cuello a que los responsables de la de Schwarnegger no pensaron ni un segundo en el colonialismo ni en comentar la política exterior de su país del momento.
ResponderEliminarHola, antes de nada felicitar al autor por un blog tan ameno e instructivo para los aficionados al género en cualquiera de sus formas. Sobre Prey pues muy de acuerdo con el párrafo final; es un film disfrutable y, ya que las comparaciones son odiosas, sólo decir que Mactiernan quien es y su visión del acoso y caza al que ven sometidos el pobre Chuache y sus compis, en un crescendo de tensión fantástico junto con una banda sonora que te lleva en volandas pues, sigue siendo el referente. La interpretación en clave colonial es interesante aunque, conociéndolo, no creo estuviera en la agenda del mismo, diría que ambas son hijas de su tiempo y, sobre todo la primera, de su director, que plasmó la fisicidad de un enfrentamiento tan desigual, magistralmente, una asignatura pendiente en estos tiempos del croma. Un saludo!.
ResponderEliminarLa mejor de la saga según* se vea. La realización es espectacular. La llegada del drone en las cámaras y el nuevo lenguaje cinematográfico va superando al siglo XX. Ciertamente me recordaba Pathfinder (2007) o el Pacto de los lobos(2002). Si te gusta la Naturaleza ésta es la tuya como el que le guste el ámbito urbano será la de Danny Glover Predator 2
ResponderEliminar*Es una franquicia muy inteligente, una para cada público, junto con la de Alien la más heterogénea.
Entre la Pathfinder (2007) y el Pacto de los Lobos(2002) la peli es muy lograda, gusta mucho por la naturaleza y la realización es espectacular. Guión impecable, previsible desarrollo en apariencia pero por éso con apetencia de disfrutarla. 9/10
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