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lunes, 5 de agosto de 2019
1993- STAR TREK: ESPACIO PROFUNDO NUEVE (1)
De alguna forma, escapando al limbo gris en el que se había convertido la ciencia ficción televisiva y a pesar de su salud en rápido declive, Gene Roddenberry demostró a sus críticos que estaban equivocados. Podía hacerlo otra vez, y lo hizo. “Star Trek: La Nueva Generación” dejó una profunda huella en la ciencia ficción y elevó la franquicia por encima de los logros de su augusta predecesora de los sesenta. Así que cuando se filtró que iba a producirse un tercer programa de “Star Trek”, la cuestión que se discutió profusamente entre los fans era si podría funcionar dado que en esta ocasión su creación y desarrollo eran totalmente ajenos a Roddenberry, quien había fallecido en 1991. Su título: “Espacio Profundo Nueve” o, en lo sucesivo, “EPN”
En su quinta temporada, “La Nueva Generación” obtuvo niveles de audiencia impensables no ya en la historia de Star Trek sino en la de la propia CF televisiva. Sobrepasó con mucho la popularidad de la serie original y se mantuvo año tras año entre los tres programas más vistos de la red sindicada de televisión. Michael Piller (showrunner y responsable del equipo de guionistas) llevaba tiempo persiguiendo a Rick Berman (productor ejecutivo y máximo responsable de la franquicia tras la retirada de Roddenberry por motivos de salud) para que apoyara ante Paramount la producción de una nueva serie de Star Trek aprovechando el éxito de La Nueva Generación. En su opinión, el público estaba preparado para ella. Rick finalmente accedió pero se encontró con una negativa rotunda de los ejecutivos: “Nunca haremos otra serie de Star Trek en Paramount. Todavía estamos negociando los contratos con los abogados de Roddenberry y tenemos diez abogados asignados ahora mismo a ello. No vamos a pasar por esto otra vez”.
Pero entonces, se produjo un cambio en la jerarquía corporativa. Brandon Tartikoff, antiguo presidente de la NBC, fue nombrado director de Paramount y se llevó consigo para encargarse del departamento de televisión a Kerry McCluggage, un veterano que había desarrollado o supervisado éxitos como “El Equipo A”, “Se ha Escrito Un Crimen”, “Corrupción en Miami”, “Frasier”, “Cheers” o “El Coche Fantástico”. Los dos querían una nueva serie de ciencia ficción y cuando Berman le preguntó a Tartikoff si quería decir otra de Star Trek, éste le respondió: “No me importa si es “Star Trek” o no. Quiero otro show de CF que pueda decir que ha sido creado por el mismo tipo que “Star Trek: La Nueva Generación””. Concretamente, le sugirió la idea de hacer una versión espacial del western televisivo “El Hombre del Rifle” (1958-63): un padre y su hijo solucionando injusticias en una región salvaje del Oeste.
Corría el verano de 1991 cuando Berman se reunió con Piller para empezar a preparar el proyecto. Ambos tuvieron claro que la propuesta de Tartikoff no era exactamente el tipo de historia que querían contar pero sí acabaron tomando ideas de ella que trasplantarían al nuevo programa, como la dinámica entre el comandante Benjamin Sisko y su hijo Jake. Ambos tenían claro que sólo había tres tipos de series que podían transcurrir en el espacio: a bordo de una nave, en una estación espacial o en un planeta. Esta última opción fue la que se barajó inicialmente, una especie de ciudad del Salvaje Oeste, pero se dieron cuenta de que en un momento u otro tendrían que acabar rodando fuera del estudio, en alguna localización de las montañas cercanas a Hollywood, y eso dispararía el presupuesto. Así que, dado que ya tenían en marcha una serie a bordo de una nave, quedaba la estación espacial.
Berman y Piller sabían que debían crear una serie distinta a la Nueva Generación, ya que ambas iban a compartir emisión durante tres años. No podían volver a contar las aventuras de siete personas a bordo de una nave que va explorando el espacio. Una estación espacial, un lugar al que la aventura acudiera en lugar de que los personajes tuvieran que salir a buscarla, no sólo era una premisa diferente sino que permitía centrarse más en los propios personajes. De hecho, esta serie sería argumentalmente más densa que su coetánea, con más personajes, más acción y efectos especiales. Aún no lo sabían pero al término de su andadura, siete años después, EPN habría explorado a fondo multitud de personajes y los habría involucrado en una gran guerra interplanetaria a gran escala narrada en el curso de varios años.
Pues bien, ¿dónde situar la estación Espacio Profundo Nueve? Pues en algún punto de la galaxia que fuera peligroso y, por tanto, con potencial dramático. Piller y Berman bebieron de lo ya construido en La Nueva Generación. En el episodio de la cuarta temporada “Los Heridos”, se había presentado a los Cardasianos. Más tarde, “Alférez Ro” introducía a la actriz Michelle Forbes en el papel de la oficial de la Flota Ro Laren, originaria del planeta Bajor. La temperamental alférez permaneció a bordo de la Enterprise varios episodios y sirvió para dar más contexto a las penurias por las que había pasado su planeta durante la ocupación por parte de los Cardasianos. “El Precio” introducía el concepto de “agujeros de gusano”, fenómenos cósmicos que podían utilizarse como atajo para viajar de un punto a otro de la galaxia.
Pues bien, EPN estaba localizado cerca de un agujero de gusano que conectaba el Cuadrante Alfa con el Gamma y que se hallaba no lejos de Bajor. Los habitantes de éste, como ya se había contado en la Nueva Generación, eran gente pacífica y religiosa, mientras que los Cardasianos, humanoides con ciertos rasgos reptilianos que habían ocupado ese mundo durante décadas haciendo uso de una extrema crueldad, eran una especie arrogante e imperialista. La ocupación había terminado hacía poco y Espacio Profundo Nueve era una estación orbital cardasiana abandonada y que había sido utilizada bajo el nombre de Terok Nor como factoría operada por esclavos/prisioneros políticos. La Federación, aceptada como árbitro y fuerza de intermediación entre ambas partes en conflicto, toma el control de estas instalaciones y traslada allí a parte de su personal.
La nueva serie surgió de un plano conceptual del Universo Star Trek que su creador, Gene Roddenberry, siempre se negó a reconocer. Éste tenía una visión del futuro como un tiempo pleno de armonía, paz y prosperidad, libre de intrigas y rencillas y poblado por aseados y heroicos oficiales de la Flota Estelar que convivían en concordia y cumplían su deber a bordo de inmaculadas astronaves al servicio de una Federación benevolente. Aunque “La Nueva Generación” había empezado a explorar temas más oscuros e introdujo en algunos personajes rasgos menos ejemplarizantes, no abandonó ni mucho menos su sustrato optimista. En no pocas ocasiones la censura ejercida por Roddenberry a muchas historias había sido fuente de frustración para los guionistas de “La Nueva Generación”.
Para la nueva serie, ni Berman ni Piller querían romper las reglas establecidas por Roddenberry pero al mismo tiempo y para dar gancho a las historias, necesitaban conflictos. Así que tomaron el camino intermedio: no había muchos roces entre los oficiales de la estación, pero sí en todo aquello que los rodeaba.Había problemas con el espacio físico en que tenían que vivir y trabajar, una estación inhóspita y en mal estado controlada por una caprichosa tecnología extraterrestre; y había problemas entre los personajes que la habitaban porque cada uno tenía su cultura y objetivos. A bordo de la Enterprise, todo el mundo estaba comprometido con la misma misión y todo el mundo se llevaba bien. Pero aquí coexisten bajo el mismo techo diferentes especies alienígenas y sus maneras de vivir y formas de enfocar la existencia son muy distintas. Así, por ejemplo, el cantinero de la estación, el ferengui Quark, sólo piensa en llenar sus bolsillos por cualquier medio legal o ilegal; mientras que el jefe de seguridad, el metamorfo Odo, está decidido a evitar todo tipo de infracciones. El choque es inevitable.
Además de la evidente animadversión entre Cardasianos y Bajoranos, éstos –representados en la estación por el oficial de enlace Kira Nerys- resultan ser un pueblo místico, muy espiritual, que poco tienen que ver con los racionalistas humanos del siglo XXIV. Otro conflicto servido. Y todo ello antes de comenzar la serie.
¿Y qué opinó Rodenberry del proyecto? Aquí las declaraciones de unos y otros difieren pero lo mejor que se puede encontrar revisándolas es que se mostró indiferente. Susan Sackett, ayudante de Roddenberry, dijo que éste odiaba el concepto de “EPN” y que no quería que se llevase a término. Al fin y al cabo la civilización humana que él había creado para la serie original estaba muchos pasos por delante de la nuestra pero la que se nos mostraba en EPN era básicamente la misma que tenemos hoy día, con individuos lastrados por los mismos defectos y rasgos egoístas y codiciosos. Pero es que, además, Roddenberry tenía un ego de dimensiones considerables y sus propios allegados no pueden descartar que su negativa derivara de no haber participado directamente en su creación.
El caso es que menos de un mes después de que muriera Roddenberry, en octubre de 1991, Paramount le dio luz verde a la serie y Berman y Piller se pusieron manos a la obra para escribir lo que se conoce como la “biblia” (básicamente una guía de personajes, lugares, razas, interrelaciones políticas, tecnología… todo lo que sirve de trasfondo al desarrollo de la serie y que los guionistas deberán tomar como referencia) así como el piloto de dos horas de duración en el que se establecían los parámetros principales sobre los que iba a girar la serie, su escenario, los personajes y las relaciones existentes entre ellos. Invirtieron varios meses en esta tarea, aprovechando la experiencia acumulada en “La Nueva Generación” y sabiendo lo que era posible llevar a la pantalla y lo que no lo era, lo que podía funcionar y lo que no.
Más allá de ese trampolín inicial, la serie iba a necesitar un showrunner y un equipo titular de guionistas. Piller contactó con Peter Allan Fields, que estaba trabajando en la quinta temporada de la Nueva Generación, para ofrecerle trasladarse a EPN. Su contrato le obligaba a ello pero no hizo falta invocar esa cláusula. En ese punto, Fields no sabía demasiado acerca de La Nueva Generación ni, ya puestos, de Star Trek. La nueva serie le iba a permitir empezar de cero y en un puesto privilegiado ya que son los guionistas los que dan verdadero cuerpo y orientación a cualquier programa más allá del comienzo impuesto por los productores
Pero por el momento, estaba solo en un despacho, esperando a que Berman y Piller, atascados con el piloto durante semanas, terminaran de reescribirlo una y otra vez. Después de que Brannon Braga –uno de los guionistas titulares de la Nueva Generación- rechazara su traslado a EPN, en junio de 1992, se unió Ira Steven Behr. Éste había abandonado de malas maneras el puesto de guionista principal de La Nueva Generación al finalizar la tercera temporada, dejando a Michael Piller solo en un momento muy complicado y caótico de la producción. Haciendo gala de su profesionalidad y reconociendo el talento de Behr, Piller le llamó, le pidió que revisara la “biblia” y le dijo que, si lo encontraba interesante, le daría el puesto de showrunner. Behr no se mostró entusiasmado pero sí vio el potencial que tenía y tomó en cuenta la libertad que se le prometió a la hora de separarse de las líneas pacíficas y armoniosas que habían limitado tanto los programas anteriores. No sólo aceptó sino que en la tercera temporada Piller, con toda confianza, le pasaría el testigo de productor ejecutivo para poder centrarse él en las otras series que supervisaba: “Star Trek: Voyager” y “Legend”.
Durante algunas semanas y sin saber todavía cómo iba a ser la serie, Behr y Fields se dedicaron a ir apuntando ideas para posibles episodios y tratar de discernir cuál había de ser la dirección a tomar. Porque, al fin y al cabo, Berman y Piller “sólo” estaban escribiendo un piloto pero no tenían ni idea de, por ejemplo, lo que era el Cuadrante Gamma o lo que éste significaba o cómo iba a estructurarse la serie. De lo que sí estaba seguro Behr es de que iba a ser diferente a lo visto hasta ese momento en Star Trek y que no iba a sentirse atado por todo lo contado anteriormente en las otras series. Era un empeño muy atrevido, incluso inquietante para los guardianes de la franquicia, pero hasta donde fue posible sin desbaratar ésta Piller y Berman lo apoyaron.
Al mismo tiempo, buscaban guionistas autónomos que quisieran escribir los primeros capítulos. Ahí entra en escena Robert Hewitt Wolfe, que había vendido la historia “Un Puñado de Datas” para la Nueva Generación. Behr y Fields tenían problemas con el que iba a ser el séptimo episodio, “Menos Q” (escrito por Hannah Shearer, guionista habitual de La Nueva Generación”) y se lo entregaron a Wolfe para que les diera una solución. El resultado les satisfizo y lo contrataron en nómina.
El equipo técnico también estaba ya trabajando. Muchos de sus componentes provenían de La Nueva Generación, como el diseñador de producción Herman Zimmerman, los diseñadores Michael Okuda y Rick Sternbach, el compositor Dennis McCarthy o el maquillador Michael Westmore.
Herman Zimmerman diseñó la estación espacial con un estilo muy distinto al de las naves de la Federación. Es una especie de ciudad con su propia estructura social, el equivalente a ese pueblo del Oeste al que todo mundo acaba acudiendo. Por ese motivo, el entorno condicionó el enfoque de la serie, más centrada en los personajes. Porque EPN no era un baluarte de la Federación, sino un punto de encuentro entre especies alienígenas que representaban distintas opiniones, formas de vivir y morir, creencias…
Zimmerman se pasó varias semanas elaborando bocetos y diseños sin mucho sobre lo que apoyarse, ya que el episodio piloto aún estaba escribiéndose y el final de la quinta temporada de La Nueva Generación absorbía toda la atención de los productores. Al final, el exterior de la miniatura que serviría para las tomas generales quedó compuesto de tres anillos horizontales y concéntricos. El exterior es el de amaraje de las naves; el intermedio, el de viviendas y almacenes; y el interior alberga el núcleo energético y la Promenade o espacio comercial y de restauración, el equivalente a un centro comercial en el que todo el mundo se encuentra en su tiempo de ocio. El centro de operaciones está en un resalte unido al centro del núcleo. A esta estructura se superponen tres pilones verticales que también sirven para atracar las naves. En el extremo de cada uno de esos pilones se hallan las baterías de armas defensivas.
La configuración básica fue obra de Zimmerman y a partir de ahí los diseñadores Nathan Crowley y Joe Hodges sentaron las bases de lo que iba a ser la arquitectura cardasiana, una mezcla de formas crustáceas (ya creadas para el vestuario de esa raza en La Nueva Generación) y colosalismo fascista. Construida, como dije, por los Cardasianos, EPN es un lugar que no exhibe las pulidas líneas y brillante luminosidad de las naves de la Flota Estelar con las que estaban familiarizados los fans de Star Trek. De hecho, sus estancias y corredores son oscuros y su arquitectura y detalles tienen formas irregulares y muy angulosas que despiertan cierto sentimiento de incomodidad en detalles tan omnipresentes como la forma en que se abren las puertas o la disposición del centro de mando. Los humanos nunca se sentirían allí como en casa. Marvin Rush, el director de fotografía, acentúo esa sensación con una paleta de colores apagados y un incremento en el contraste gracias a una iluminación mucho menos difusa.
Tras la retirada de los Cardasianos, EPN pasó a manos de Bajor pero dado que se trata de un planeta relativamente poco avanzado y arrasado por décadas de ocupación y resistencia, son incapaces de defenderse a sí mismos. Es por ello que piden ayuda a la Federación, que accede enviar personal de la Flota Estelar para dirigir, mantener y operar la instalación. Este acuerdo toma una importancia estratégica enorme cuando se descubre que en sus cercanías existe un agujero de gusano que permite viajar rápidamente al inexplorado Cuadrante Gamma. Durante las primeras temporadas de la serie se invirtieron muchos esfuerzos en reconvertir los sistemas y tecnología cardasianos de la estación a los propios de la Federación bajo la dirección del Jefe Miles O´Brien, transferido desde la Enterprise de Picard. O´Brien (cuyo origen irlandés recuerda al escocés del clásico Montgomery Scott) se pasa la mayor parte del tiempo reparando constantes fallos y averías (especialmente en los replicadores de la estación) debido a las incompatibilidades de las dos tecnologías.
El personal de la estación nunca llega a controlar totalmente la tecnología de la misma, como le pasó a O´Brien cuando desencadenó involuntariamente un programa automático que casi acaba en la autodestrucción de EPN en el episodio “Defensa Civil”. Incluso el Defiant, la avanzada nave que la Federación asigna a la defensa de la estación en la segunda temporada (lo que le aportaba a la serie una mayor movilidad) es sólo un prototipo en el que hay que solucionar muchos problemas. Igualmente interesante es que, habiendo sido diseñado originalmente para enfrentarse a los Borg, el Defiant representa la primera de una nueva clase de naves exclusivamente bélicas en contraposición con las tradicionales, destinadas a la exploración y la diplomacia. Ello indicaba un nuevo giro “oscuro” para el universo Star Trek, presente también en otros aspectos aparentemente menos relevantes, como las holosuites que gestiona Quark en su bar y cuyo uso principal es la recreación de fantasías sexuales para sus clientes, un fin que se evitaba educadamente en las holocubiertas de la Enterprise en “La Nueva Generación”.
(Continúa en la siguiente entrada)
Hola. Gracias por la info.
ResponderEliminarMe encanta todo lo que dicen en este blog, Juan Pablo Uhrich tambien comparte informacion muy importante sobre la ciencia Ficción.
ResponderEliminarSaludos, y sumo admiración por el brillante trabajo expuesto y el nivelazo de criterio de este blog. Y porque me importa lo que hay escrito y expuesto, le presto atención y señalo un error: que la fotografía nº star11.jpg de este artículo corresponde al músico Peter Gabriel, no al guionista Peter Allan Fields. Y muchas gracias Manuel
ResponderEliminarPues tienes razón! Vaya plancha...en cuanto pueda lo arreglo. Grcias por la puntualización!!
EliminarMuy buen artículo. La estoy viendo actualmente esta serie y me sorprende lo buena que es. De hecho me parece infinitamente mejor que "La nueva generación" (aquella siempre me pareció demasiado pulcra y todos los personajes parecían santos inmaculados)
ResponderEliminarDS9 difiere ampliamente de la supuesta visión "utópica" de Rodenberry, pero gana en todos los demás aspectos, incluso hasta en el elenco. Los personajes son los más memorables y queribles desde la serie original y el enfoque en sus personalidades, sus miedos, sus pasados es algo que destaca ampliamente.
Además desde lo interpretativo brillan mucho más, algo que no sé si se pueda decir de TNG (sacando los capítulos centrados en Picard y algunos de Data, el resto del elenco flojea bastante)
Realmente, gran sorpresa fue esta serie, ya que luego de ver TNG no esperaba mucho.