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miércoles, 5 de julio de 2017
1984- 1984 - Michael Radford
“1984” (1948), de George Orwell, es una obra que ha trascendido el género de la ciencia ficción para ascender a la categoría de clásico de la literatura universal. Lejos de perder relevancia conforme pasa el tiempo, la visión de Orwell parece ganar actualidad cada año y en términos de ciencia ficción, es la novela distópica más influyente de la historia: su imaginería, ambiente y conceptos alrededor de un estado totalitario omnipresente y perverso ha inspirado docenas de libros y películas, desde “La Fuga de Logan” (1976) hasta “Matrix” (1999) –además de canciones (The Clash, Radiohead, Bad Religion…), obras radiofónicas y teatrales e incluso óperas-. Y es que resulta difícil encontrar otro libro que retrate de forma más potente y salvaje la anónima maquinaria de la tiranía y las formas que esos regímenes utilizan para lavar el cerebro y quebrar el espíritu de los hombres. De la novela se han extraído incluso palabras que han pasado al imaginario popular como “Orwelliano” o “Gran Hermano” (en inglés también se utilizan otras como “Neohabla” o “Policía del Pensamiento”), todas ellas referidas a algún tipo de pesadilla totalitaria.
Oceanía, antiguamente llamada Gran Bretaña, está en guerra con los continentes de Eurasia e Eastasia. Winston Smith (John Hurt) es un burócrata de bajo nivel del Ministerio de la Verdad cuyo trabajo consiste en alterar viejos periódicos y documentos oficiales con el objeto de cambiar el pasado –y por tanto el presente- y dar así la imagen más favorable posible del gobierno; un gobierno que sabe perfectamente que el presente controla el futuro manipulando el pasado. Metódicamente, Winston y sus colegas cambian los titulares de los artículos sobre la guerra o borran las fotografías de personas declaradas indeseables por el gobierno –ya arrestadas e inmediatamente vaporizadas-. Su labor consiste, literalmente, en cambiar la Historia. También asiste a reuniones multitudinarias en las que la adoración histérica al amado líder de Oceanía, el Gran Hermano, se alterna con el visionado de aburridos informes sobre la interminable guerra que la nación libra en alguna parte, contra algún enemigo (éste va cambiando según conviene al gobierno).
Winston sólo tiene 39 años, pero su aspecto demacrado y desnutrido le hacen parecer casi un anciano. Vive solo en una lóbrega habitación cuyos únicos muebles son un camastro, una mesa, una silla… y una gran pantalla de televisión que no sirve tanto para que él la contemple como para que el Partido lo vigile a él. Cuando va a trabajar, vestido con una suerte de uniforme estándar unisex de apagado color azul, atraviesa calles llenas de escombros y basura. En los muros cuelgan enormes carteles con el enigmático rostro del Gran Hermano, siempre vigilante.
Winston empieza a cuestionar su entorno y la efectividad del régimen político, compra un diario y vuelca su furia y frustración en sus páginas, escribiendo clandestinamente sus pensamientos en una esquina de su apartamento fuera del alcance de la pantalla que lo monitoriza. El paso definitivo en su rebeldía lo da tras conocer a Julia (Suzanna Hamilton), otra funcionaria del Ministerio, que le pasa una nota en la que se lee “Te Quiero”. En una sociedad que ha prohibido no sólo la vida privada sino el propio orgasmo, la pareja se convierte en unos disidentes eróticos embarcados en una peligrosa relación sexual. Smith es entonces llamado a la oficina de O´Brien, un importante funcionario del “circulo interno” del partido, que parece ser también un revolucionario y que dice querer compartir con él los escritos prohibidos de un enemigo del Estado. Al final, sin embargo, Winston y Julia son descubiertos, arrestados y torturados en la temida habitación 101 en la que se enfrentan a sus peores miedos. Ambos sufren un lavado de cerebro, se traicionan mutuamente y vuelven a ser los buenos ciudadanos que de ellos se espera, rechazando su individualidad a favor del Partido.
George Orwell era en realidad el seudónimo literario de Eric Blair (1903-1950), originario de una familia británica de clase media-baja –su padre era un funcionario del Departamento de Opio de la India-. Blair se alistó durante un tiempo en la Policía Imperial en Birmania, trabajó como maestro y luego combatió junto a los republicanos en la Guerra Civil Española. Fue al regresar a Inglaterra cuando encontró su verdadera vocación, la de escritor, publicando trabajos tanto de ficción como de corte periodístico. En todos ellos se percibe un fuerte sentimiento de afinidad por los pobres y las clases trabajadoras y el deseo de convertirse en su portavoz. “1984” fue su última y mejor novela. Escrita cuando el autor se hallaba enfermo de tuberculosis –murió pocos meses después de verla publicada-, sin duda esa dolencia proyectó una sombra aún más oscura sobre todo el libro.
La primera adaptación al lenguaje audiovisual de la novela tuvo lugar en forma de episodio de sesenta minutos para la serie televisiva americana “Studio One”, con Eddie Albert encarnando a Winston y Lorne Greene a O´Brien. En 1954, la BBC realizó una aclamada traslación teatral emitida en directo, escrita por Nigel Kneale y protagonizada por Peter Cushing. Su éxito llevó a una adaptación para la pantalla grande en 1956, dirigida por Michael Anderson y con el papel principal encarnado por Edmond O´Brien. El énfasis en los detalles futuristas y la dilución del mensaje político dieron como resultado una versión aguada que disgustó tanto a la viuda de Orwell que intervino para retirarla de circulación, asegurándose de denegar en lo sucesivo los derechos de reestreno -para frustración de los historiadores del cine-.
En 1980, el director británico Michael Radford consiguió persuadir a la viuda para que le cediera los derechos de adaptación de la novela asegurándole que no incluiría los típicos adornos futuristas y llamativos efectos especiales. No sólo eso: consiguió estrenarla justo en el emblemático año del título y, por si fuera poco, la rodó en el mismo periodo en el que transcurre la acción del libro, de abril a junio. Pero con todo el interés por la fidelidad a la obra original que esto demuestra, no dejan de ser detalles con más valor promocional que otra cosa. Al fin y al cabo, el propio Winston se ve obligado a admitir que no tiene manera de saber en qué día o siquiera en qué año está viviendo, tal es el control que el gobierno ejerce sobre todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos. Dado que la Historia está reescribiéndose continuamente y que no hay avance social o tecnológico alguno, el calendario resulta irrelevante.
Pero más allá de todo esto, la adaptación de Radford es no sólo una versión fiel del libro de Orwell, sino una excelente película por derecho propio, una cinta que impacta por su vívida carga intelectual. “1984”, la novela, no es una obra fácil de adaptar por cuanto se asemeja más a un ensayo político que a una narrativa de ficción. Aún así, la sobrecogedora ambientación y la brillantez de las ideas de Orwell se plasman aquí con una claridad y contundencia sobresalientes. En parte, el film resulta tan descorazonador por el contraste entre el agobiante mundo cotidiano en el que viven los protagonistas y los liberadores momentos que pasan juntos al margen del mismo. Estas últimas escenas tienen una cualidad irreal, de tiempo detenido pero simultáneamente próximo a terminar. Imágenes como la de Suzanna vestida con un viejo vestido o la de los dos amantes contemplando algo tan sencillo como una mujer tendiendo la colada, suscitan una sensación nostálgica por todas aquellas cosas y actos cotidianos que son al tiempo bellas en su sencillez y efímeras por su naturaleza. Esos momentos son pequeños destellos utópicos en una pesadilla distópica. Así, la distopía se identifica con el entorno urbano, la superpoblación y la saturación audiovisual; la utopía con la naturaleza, la soledad y el silencio.
El estilo que Radford utiliza para la película resulta un experimento interesante. Como hizo Chaplin en “Tiempos Modernos”, inserta diálogos que no pretenden ser comprendidos –palabras y frases embrolladas y sin sentido que brotan de las televisiones del Gran Hermano y que tienen el mismo peso sonoro que los mensajes o diálogos con auténtico significado. Es quizá un intento de trasladar al cine un aspecto muy importante de la novela pero de casi imposible adaptación visual: la importancia del lenguaje, de las palabras, y cómo pueden manipularse, borrarse o crearse para transformar lo que verdaderamente importa: la forma de pensar. Todos los niveles de la vida de Winston están saturados de palabras en la forma de incesantes discursos triunfales y dogmáticos documentales sobre la guerra en curso. Sólo hay tres lugares donde se puede escapar brevemente de semejante bombardeo audiovisual: la zona rural en la que se refugian Winston y Julia los domingos, el dormitorio que ambos alquilan para sus encuentros y, muy significativamente, la oficina de O´Brien. Como funcionario de alto nivel, O´Brien tiene el privilegio y el poder para desconectar la Voz.
Pero lo que dice la Voz son mentiras y las imágenes que la acompañan son al tiempo falsas y verdaderas. “Esta es nuestra gente”, dice la locución que acompaña a las imágenes de soldados cargando, aviones estrellándose, casas bombardeadas, tanques avanzando… todas ellas imágenes reales de grandes conflictos del siglo XX, cortejadas por la Voz glosando las grandes victorias de Oceanía. Cuando a Winston le invade el escepticismo, se repite ese mismo montaje visual pero esta vez con las reflexiones del propio personaje: “La guerra no es real” o “La guerra no está destinada a ganarse, sino a perpetuarse”. Al final, en la última escena del film, un Winston reformado vuelve a contemplar las mismas imágenes con una voz en off que retoma el mensaje triunfal. Lo que vemos y lo que escuchamos son cosas diferentes. Lo que vemos es, claramente, “nuestra” historia, pertenece a lo que reconocemos como nuestro pasado auténtico. Pero lo que escuchamos como acompañamiento es un pastiche propagandístico, una ficción manipuladora disfrazada de noticias. Vemos nuestra historia y oímos la ficción elaborada por alguien. Esa dicotomía resulta particularmente relevante en nuestra actual sociedad de la “información”, donde sufrimos una continua avalancha de imágenes y palabras. ¿Quién la controla? ¿Quién la manipula? ¿Cómo se mezcla lo auténtico con lo falso? ¿Cómo puede distinguirse una y otra cosa?
Para Orwell, 1984 era simplemente el año en el que estaba escribiendo el libro (1948) con los dos últimos dígitos intercambiados. No pretendía describir un futuro lejano ni ser profético, sino presentar una exageración alegórica del derrotero que, a su juicio, estaba tomando el gobierno de su propio país tras la Segunda Guerra Mundial, una Inglaterra acosada por el hambre y la pobreza. Los Aliados dividían Europa en bloques, la Unión Soviética absorbía Hungría y Checoslovaquia en su esfera de influencia mientras desarrollaba su propia bomba atómica… Orwell temía que en tales circunstancias, el fascismo, el estalinismo o el centralismo tiránico se aprovecharan del conformismo del pueblo para hacerse con el poder y transformar al país primero y luego al mundo entero en un campo de prisioneros totalitario.
Radford y su diseñador de producción, Allen Cameron, preservan fielmente esa idea y, así, diseño y fotografía tienen un aire de posguerra, con teléfonos arcaicos, aparatos de televisión en blanco y negro… la única intrusión de la modernidad viene en la forma de un helicóptero. Los edificios y las habitaciones están construidas de hormigón, el paisaje urbano oscila entre una zona industrial y un área recién bombardeada y todo –los cableados eléctricos, los muebles- tiene un aspecto decrépito y gris. Radford y el director de fotografía, Roger Deakins, querían originalmente rodar la película en blanco y negro pero la productora, Virgin Films, se opuso a tal idea por considerarla arriesgada desde un punto de vista comercial. No obstante, ambos cineastas tenían muy claro que la película no podía exhibir unos colores mínimamente vivos so pena de arruinar la atmósfera en la que transcurría la historia. Así que Deakins utilizó una técnica de revelado algo más cara pero adecuada a sus propósitos y en virtud de la cual se lavaban todos los colores del negativo, dando a la película un aspecto visual dominado por el gris y el azul apagado –las únicas excepciones son las ensoñaciones y recuerdos de Winston, bañados por una especie de brillo dorado-.
En general, el aspecto visual de la película recuerda más al de un film de época que a uno de ciencia ficción. Es un mundo retro tan verosímil que se diría una versión alternativa de 1948. La ausencia de artefactos futuristas o efectos especiales –de acuerdo con lo pactado con la viuda de Orwell- ha permitido a esta película envejecer mucho mejor que otras cintas de ciencia ficción de aquellos años. Parece hecha en algún momento indeterminado de los últimos cincuenta años, una sensación que perdurará al menos otro medio siglo.
John Hurt es un actor espléndido con un fuerte carisma. Y, sin embargo, aquí consigue parecer tan monocromático como el entorno en el que se mueve, exactamente como Winston debería ser y actuar. Su cuerpo escuálido, expresión de agotamiento y aspecto general macilento reflejan perfectamente tanto las consecuencias físicas del sistema en el que vive como la angustia interna en la que está sumido.
Suzanna Hamilton es una actriz mucho mejor de lo que su discreta filmografía daría a entender y aquí construye con eficacia el papel de mujer con una belleza infantil y un temperamento ferozmente rebelde producto de las privaciones que sufrió siendo una huérfana de guerra. Las escenas de amor que comparte con Hurt transmiten una emotividad desnuda y dolorosa.
Richard Burton ofrece aquí su última interpretación cinematográfica, puesto que murió aquel mismo año tras décadas de alcoholismo. Su precario estado de salud salta a la vista pero Burton lo utiliza para dar forma a su personaje, la perfecta encarnación del Partido corrupto e inmoral. A pesar de que no fue el actor inicialmente elegido para el papel (originalmente fue Paul Scofield, que tuvo que retirarse debido a un accidente y luego se manejaron nombres como Anthony Hopkins, Sean Connery o Rod Steiger) y que se unió al reparto seis semanas después de comenzado el rodaje, Burton compone un excelente O´Brien, al tiempo simpático e intimidante y totalmente verosímil en la difícil y desasosegante secuencia final, cuando debe desgarrar el alma de Winston y recomponerla a criterio del Partido utilizando maneras suaves, una lógica aparentemente indestructible y un nihilismo persuasivo. Su interpretación es enérgica y sobrecogedora, pero no cae en ningún momento en el sadismo fácil o el histrionismo.
“1984” de Michael Radford, a diferencia de su predecesora de 1956, rehúye los tópicos de la ciencia ficción y el simplismo, asimilando y transmitiendo el verdadero y oscuro corazón de la novela. No es una película fácil de ver y exige más atención que el blockbuster de turno. Tiene un ritmo lento, carece de acción y es francamente deprimente y psicológicamente brutal... pero al mismo tiempo ejerce una suerte de fascinación casi enfermiza sobre el espectador. Probablemente pueda contarse entre las mejores adaptaciones que se hayan hecho de una novela clásica y, además, de una tan difícil de trasladar al lenguaje visual como “1984”.
hola, no la vi entera la pelicula pero no me gusto mucho, la atmosfera de la pelicula no me parecio la adecuada, esta hablando de un futuro posible, y parece que se congelo en el tiempo, ademas me parecio aburrida y el libro no es nada aburrido, los actores son inmensos, pero no me gusto el enfoque del director, orwell no hablaba de lo que iba a pasar en el futuro por eso dicen que no es ciencia ficcion, me parece que es una critica entre otras cosas a la pasividad de los intelectuales con las cosas que pasaban en los totalitarismos como el sovietico, en una carta orwell dice que es como que habla del nazismo y el comunismo juntos, muestra lo que podria pasar si como pasaba en su tiempo todos se hacian los tontos con estas cosas. el libro es enorme, una copia de nosotros de zamiatin pero mucho mejor logrado, una historia de amor, ensayo politico y novela distopica todo junto, cuando la lei me impacto mucho, especialmente el final, cuando obama recibio el premio nobel de la paz diciendo que la guerra era buena, vi un ejemplo de doblepensar, saludos.
ResponderEliminarEn cuanto al libro, te invito a leer la reseña del mismo publicada en este mismo blog. No coincido contigo en cuanto a la atmósfera. Efectivamente, parece todo congelado en el tiempo pero eso es porque el sistema político y social impide cualquier tipo de innovación y por tanto evolución alguna. Si q creo q el ideario de orwell esta bien trasladado. Y si, hay poca acción y es lenta, pero es q la novela tampoco abunda mucho en ello. Gracias por tu comentario! !
ResponderEliminarhola manuel voy a leer la etrada del libro, lo de la pelicula son opiniones de cada uno, pero es dificil que te guste mas la pelicula que un libro en general, el libro me parecio extraordinario. gracias por tu cometario, keep up the good work! saludos.
EliminarNo. No es q me guste mas la pelicula. Es q creo q es una buena pelicula, valorada independientemente de su fuente original. Es complicado, normalmente injusto y casi siempre espinoso tratar de elegir entre un libro y una pelicula, porq son medios diferentes, q utilizab lenguajes distintos y q tienen sus propias virtudes y limitaciones. El libro es una obra maestra de la literatura moderna, no creo q tanto por su estilo o lenguaje como por las ideas, la manera de engarzarlas y lo poderoso de su mensaje. No creo q la pelicula pueda ser calificada de obra maestra, pero aún asi creo q es un buen film q no traiciona el material original (q, por otra parte, no fue escrito von miras a vender los derechos de adaptacion ni su autor tenia el tipo de "imaginación" cinematográfica q mu hos autores modernos si han cultivado tras haberse criado ya en la cultura del cine. Un saludo y gracias por tus aportaciones!
EliminarPuede ser como decis, yo no se mucho de cine, peliculas que me gustaron como el total recall o alien 2 son mainstream y con una estetica para que la entiendan todos, sin embargo me gusto bastante solaris de tarkowski q a pesar de ser lenta no me aburrio y me parecio muy bien hecha y la vi sin haber leido el libro que es muy bueno tambien. yo creo que se pueden hacer las peliculas bien sin ser aburridas, pero es cierto que son distintos lenguajes, por ejemplo el silencio de los corderos me gusto mucho mas la pelicula que el libro, en cambio otro libro de harris, domingo negro me gusto mucho mas el libro que la pelicula. por otro lado le decis a alguien que a los 16 años se puede entender el libro pero no la pelicula, no estoy tan de acuerdo, si lees el libro sin saber nada de politica ni historia te va a parecer los juegos del hambre o divergente, pero es un libro poderosisimo no un producto porque habla de una ficcion basada en la realidad sin ser un documental, la novela de zamiatin me resulto lenta y pesada, la de orwell es entretenida y abarca mucho mas, como el poder usa el lenguaje y el pensamiento para controlar a la gente, la señora que cuelga la ropa es un agente del gran hermano sin saberlo. es un buen producto de ficcion pero con sustrato real, el trabajo de winston existia de verdad como cuando borraban a trotsky de las fotos. orwell va mas alla y explica como hacia la dictadura para quebrar las voluntades( y agrego yo, no solo las dictaduras), como ultima cosa decis que el libro no es muy cinematografico pero tampoco estoy de acuerdo, aunque ya habia distopias esta es como si fuera la primera, y fue parodiada hasta el hartazgo desde brazil hasta los simpsons, por eso la pelicula me parece que se lo tomo muy serio y literal y la ambientacion antigua cuando era un film sobre un futuro posible, pero quizas es que yo no tengo vision artistica. no es que te contradiga, es que creo que de la discusion salen las mejores cosas, y en todo caso discutir con una eminencia futuril como vos es un lujo, disculpa lo latoso y muchos saludos.
EliminarNo te preocupes por disentir con mis puntos de vista. No soy, como dices, ninguna eminencia, simplemente doy mi opinión intentando fundamentarla, fundamentos que unos compartirán y otros no. Encantado de recibir tus aportaciones.
EliminarExcelente entrada, Manuel.
ResponderEliminarUna de las mejores adaptaciones de una novela (sea del genero que sea) que conozco.
Había leído el libro tal vez un año o unos meses antes de ver la película. En 1984 se habló mucho de "1984", la novela, y yo con 15-16 años y ya bastante aficionado al género no pude resistir la tentación de leer primero una y, cuando se estrenó ver la otra.
La verdad es que encontré que la peli había captado perfectamente el espíritu y la atmósfera de la novela.
No la he vuelto a ver completa desde entonces pero aun tengo grabadas secuencias como la de la tortura con un simpático roedor....
A mi me da la impresion -y solo es una opinión - q el libro lo puede entender perfectamente un adolescente (de hecho, quiza debiera ser lectura obligatoria en las escuelas en vez de algunos vetustos clásicos - pero la película exige del espectador un nivel de madurez audiovisual, una paciencia y una disposición reflexiva, por lo q puede q no sea el mejor producto para un joven. Un saludo y gracias por el comentario!
ResponderEliminarEs ciertamente una magnífica adaptación de la novela.
ResponderEliminarPara mí Winston Smith tendrá siempre el rostro de John Hurt.
Aunque la novela tiene mucha más miga, como el libro prohibido que Orwell introduce dentro de la novela: "Teoría y práctica del colectivismo oligarquico". Un libro dentro de otro, como también ocurre en las novelas de Eco.
Por cierto, este año espero ansioso dos estrenos, el de Blade Runner 2049 y Valerian y la ciudad de los mil planetas.¡Espero que no me decepcionen!.
Veremos,...aunque me pregunto si realmnente era necesario continuar Blade Runner... ¿no hubiera sido mejor dejar la película como clásico autoconclusivo e independiente de todo lo demás? En cuanto a Valerian..sí, ya hacía falta... Me alegro de que sea un francés quien lo adapte. Visualmente tiene una pinta sobresaliente. Veremos la historia...
EliminarUn saludo!
Una de las pocas, poquísimas, películas en las que John Hurt no muere, ¿cierto?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Por lo menos no físicamente....
EliminarMagnifica reseña.
Pues sí, Anónimo, a eso mismo me refería.
EliminarJ.
Un buen homenaje al gran actor que fue John Hurt, fallecido recientemente. Desde hace tiempo, Manuel, te voy siguiendo en tu magnífico blog. Un saludo.
ResponderEliminarIncreíble la visión de Orwell la película no se donde conseguirla pero opino que hay que apreciar tanto uno como a otro desde la proyección. Excelente reseña señor Manuel.
ResponderEliminarLas referencias entre esta película y V de Venganza y también son ineludibles.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Efectivamente. Alan Moore tuvo presente la obra de Orwell a la hora de crear "V de Vendetta". Lo comento en el análisis que hice de la obra en este mismo blog:
Eliminarhttp://universodecienciaficcion.blogspot.com.es/2017/03/1982-v-de-vendetta-alan-moore-y-david.html#moreç
Un saludo
Acabo de ver el los dos primeros capítulos de la serie "handmaid's tale" y aún no sé muy bien porqué me he acordado de esta película. Es diferente, pero tiene referencias como el ojo que vigila, los minutos del odio (cuando a las sirvientas se les ofrece la posibilidad de escarmentar a un violador).
ResponderEliminarSobre la película, me pareció un acierto el ambiente 'congelado' como alguien más arriba comenta, pues eso es lo que se consigue con esos tipos de regímenes que intenta reflejar la obra.
Gracias por el blog, acabo de descubrirlo y sin dudas ahondaré más en sus otros contenidos.
Te espero por aqui. Como dices, la sombra de 1984 es muy alargada y muchísimas otras obras han bebido de sus ideas. La lista sería interminable
ResponderEliminarManuel, leí ese artículo también, solo que no comenté en su momento. Pero ambos, el actual y el que mencionás, son muy interesantes.
ResponderEliminarGracias.
J.