Libros, películas, comics... una galaxia de visiones sobre lo que nos espera en el mañana
jueves, 19 de enero de 2017
H.R. GIGER
Giger fue probablemente el artista y diseñador más importante y peculiar de la ciencia ficción cinematográfica. En vez de seguir el estilo puramente tecnológico o naturalista de maestros como Virgil Finlay, Chris Foss, Frank Kelly Freas o Jim Burns, se movió a sus anchas entre lo surrealista y lo erótico, creando imágenes que fusionaban lo orgánico y lo tecnológico. Sus pinturas eran algo nuevo y muy diferente que retrataba una verdadera biotecnología alienígena. Él mismo bautizó sus visiones como “biomecánica”, visiones que tomaban casi siempre formas humanas y monocromáticas mezcladas con grotescos apéndices o fondos barrocos de inspiración mecánica.
Hans Rudolf Giger nació en Suiza en 1940. Provenía de una familia suficientemente acomodada (su padre era farmacéutico) como para permitirse su propio chalet en los Alpes (que más tarde el dibujante regaló a su primera mujer, Mia, con la que siempre mantuvo una relación amistosa), pero también poco proclive a que su hijo siguiera un camino, el del arte, muy incierto desde el punto de vista económico. El joven Hans, por tanto, se sometió a los deseos paternos y estudió Arquitectura y Diseño Industrial antes de dedicarse ya plenamente al arte a finales de los sesenta.
Siendo aún un niño, su hermana lo llevó a un museo local para ver una momia egipcia, una visión que lo asustó tanto que se sintió impulsado a regresar a verla una y otra vez durante semanas, decidido a vencer su miedo. La momia y su simbolismo de la muerte se convirtieron en dos de las principales influencias de su obra. Bebió también de los maestros de la escuela surrealista y decadente, desde El Bosco hasta Dalí, pasando por Max Ernst o Arnold Böcklin. Atormentado regularmente por horribles pesadillas, su mórbido, grotesco y necrofílico estilo empezó a dominar su obra ya a comienzos de los setenta.
Los únicos libros en los que Giger ha participado son los suyos propios, volúmenes que recopilan sus trabajos con los títulos de “A Rh+” (1971) o “H.R.Giger” (1976). Su obsesión por la muerte volvió a afectarle de lleno a raíz de la trágica desaparición de su primera compañera sentimental y musa, Li Tobler. Esta actriz y modelo padecía trastornos emocionales, era drogadicta y sufría frecuentes depresiones y agotamiento a causa de las agotadoras giras de su profesión. Cuando en 1975 se pegó un tiro –algunos dicen que la siniestra atmósfera que rodeaba a Giger tuvo también algo que ver- fue un duro golpe para el pintor, que se volcó en su arte como tabla salvavidas. Y así, dos años más tarde, aparece su tercer libro, “Necronomicon” (1977), cuyo título rinde homenaje a otra de sus influencias, el escritor de terror H.P.Lovecraft.
Fue este último volumen el que empezó a llamar la atención en Inglaterra y Norteamérica. Uno de los que lo conocieron por entonces fue Dan O´Bannon, con quien había coincidido durante la frustrada producción para una adaptación de la novela “Dune” promovida por el –entre otras cosas- escritor y cineasta Alejandro Jodorowsky. O´Bannon había comenzado en el cine de la mano de John Carpenter en la película “Estrella Oscura” (1974). Ese trabajo le valió ser elegido por Jodorowsky para supervisar en París los efectos visuales de “Dune” y fue entonces cuando conoció a Giger, quien también había realizado algunos diseños para la película. O´Bannon se sintió impresionado por el arte del suizo tanto como por su extrañísima personalidad. El americano recordaba cómo Giger le había ofrecido opio, explicándole que lo utilizaba para entumecer su cabeza, ya que tenía miedo de sus visiones. O´Bannon trató de tranquilizarlo: “Está todo en tu mente”. “Eso es lo que me da miedo”, respondió el suizo.
Cuando en 1978 se puso en marcha la producción de “Alien: El 8º Pasajero”, el director Ridley Scott se topó con el problema de crear una criatura verdaderamente terrorífica. Los diseñadores conceptuales que ya trabajaban en el proyecto no acababan de conseguirlo, y O´Bannon –que había escrito con Ronald Shusett la historia original y participaba como asesor en efectos visuales- le pidió a Giger que realizara algún diseño para el huevo y el abrazacaras (el estadio inicial del xenomorfo). Cuando vieron lo que el suizo les envió, a Scott y O´Bannon no les hizo falta buscar más.
Le pidieron a Giger que desarrollara asimismo la criatura adulta a partir de dos pinturas incluidas en el “Necronomicón” , “Necronom IV” y “Necronom V” y el resultado es historia. No sólo se llevó Giger a su casa un Oscar a los Mejores Efectos Visuales, sino que su Alien ha pasado a formar parte de la cultura popular contemporánea.
Las criaturas alienígenas de Giger son feroces y tremendamente extrañas y exudan una sensación de amenaza mecánica que casa perfectamente con su función de máquina biológica asesina. Pero lo más importante de sus diseños, sin embargo, es la sensación de extrañeza, de incomodidad, que se desprende de ellos. Sus figuras destilan al mismo tiempo una palpable carnalidad, erotismo incluso, y un surrealismo bizarro que las hace verdaderamente inhumanas. Con todo, aunque Giger sacude nuestras preconcepciones e imagina criaturas auténticamente extrañas a nosotros, al mismo tiempo y una vez más, subvierte nuestras expectativas al revelar perturbadoras similitudes entre las especies: los aliens pueden haber sido creados para matar, pero eso no cambia el hecho de que sean seres sexuales que albergan sentimientos. Giger les da a sus monstruos personalidad sin restarles misterio.
Esa extrañeza permeaba sus cuadros incluso cuando éstos “sólo” representaban paisajes. La serie de obras que llevan ese nombre, son paisajes biológicos que, como todo lo que hacía, son al tiempo atrayentes y repulsivos. Nos trasladan a mundos a caballo entre lo alienígena y lo surrealista construidos a partir de piel, músculo y sangre. Giger volcaba en ellos su fascinación por lo que la sensibilidad general califica de grotesco, con montañas que parecen tumores, cañones que recuerdan a heridas supurantes y colinas de mucosidades.
Uno de las más famosos es el número XX, “The Penis Landscape”, que fue reproducido e incluido como poster en el álbum “Frankenchrist” (1985) del grupo punk Dead Kennedys. A consecuencia de ello, los miembros de la banda (entre otros) fueron acusados criminalmente por distribuir material dañino para menores. El solista y propietario de la discográfica, Jello Biafra, y el representante, Michael Bonnaro, fueron procesados pero el jurado no consiguió llegar a un veredicto.
En cualquier caso, fue su contribución para “Alien” fue lo que revolucionó el cine de CF hasta un punto que resulta difícil cuantificar. Su estilo “biomecánico” ha sido adoptado en mayor o menor medida por infinidad de diseñadores, ilustradores, tatuadores y fetichistas. Películas que se inspiraron en él fueron “Saturno 3” (1980), “La Cosa” (1982), “Lifeforce-Fuerza Vital” (1985), “Videodrome” (1982) o, más recientemente, “Matrix” (1999, los guerreros mecánicos) o “Los Vengadores” (2012, los Chitauri).
La relación de Giger con el resto de la franquicia “Alien” ha sido problemática. James Cameron prescindió de él en “Aliens” (1986), discutió con el productor de “Alien3” (1992), no fue acreditado por los diseños de “Alien: Resurrección” (1997) y, por fin, fue recuperado por Ridley Scott para “Prometeus” (2012), la última película en la que participó. Por lo demás, su relación con el mundo del cine fue más bien discreta, limitándose a diseños conceptuales –no siempre bien trasladados a la pantalla- para “Poltergeist II: El Otro Lado” (1986), la igualmente mediocre “Species” (1995) y su secuela (1998). También diseñó un Batmovil para “Batman Forever” (1995), que lamentablemente nunca llegó a utilizarse pero que sin duda hubiera sido lo mejor de la película.
Sin salir del ámbito cinematográfico, Giger no pudo sacar adelante su propio proyecto, “El Misterio de San Gotardo”, un film fantástico en el que había estado trabajando desde la década de los setenta. Escribió el guión y trabajó en el arte conceptual de esta película, que calificó como “una historia de amor única”. Desde luego, no le faltaba razón. Lo describía así: “Trata sobre un hombre y su amor por un engendro de la Naturaleza, Armbeinda, que es un miembro inteligente que combina un brazo y una pierna. Es el desarrollo de una imagen recurrente en mi trabajo”. Efectivamente, la idea estaba ya presente en su primer boceto, realizado allá por 1963, titulado “El Mendigo”, en el que se mostraba una pierna y un brazo sosteniendo un sombrero. Giger llenó varios cuadernos con las historias de esta raza de biomecanoides creados por una organización militar.
Pero sin duda fue “Alien” lo que despertó un interés masivo en la obra de Giger. Los aficionados se lanzaron a comprar un libro sobre sus pinturas y diseños para el film, “H.R.Giger´s Alien” (1979) y sus trabajos con aerógrafo, tinta y acrílicos adornaron las portadas de revistas como “Heyne Science Fiction Magazin”, “Omni” o “The Twilight Zone Magazine”.
Fue sólo al final de su vida que el mundo del arte “serio” le aceptó en su seno, abriendo las puertas de los museos a exposiciones y retrospectivas de su obra. Aunque en sus últimos años se había convertido ya en un auténtico icono de la cultura popular, estaba demasiado enfermo y frágil como para seguir creando. Prefería quedarse en su desvencijada casa de Zurich, un laberinto lleno de sus dibujos, pinturas, esculturas y talismanes diversos: una colección de cráneos, extrañas cosas flotando en tarros de cristal, incontables pilas de libros, un gato…y su Oscar de la Academia. Según comentaba uno de sus allegados, la casa era casi un ser vivo. En sus últimos años, se limitó a recorrer las inquietantes y abarrotadas estancias gruñendo cuando sus parientes y empleados trataban de poner algo de orden allí. Murió en 2014 a consecuencia de las heridas recibidas en una caída.
Con el paso de los años, Giger ha sido imitado hasta la saciedad, pero nadie ha conseguido verdaderamente igualar su enfermizo estilo. El artista mencionaba al miedo y a la muerte como sus musas. ¿Cuántos pueden decir eso, y además hacerlo con sinceridad? Es uno de esos visionarios únicos, un creador atrevido y original que no gustará a todo el mundo, pero que a nadie deja indiferente.
Brutal. Giger, uno de los grandes artistas de la ciencia ficción.
ResponderEliminarGracias por está entrada, lograste confirmar que la relación de Coger y Obannon se gestó a partir de la película que Jodorowski nunca hizo, Ojalá en el futuro le pudieras dedicar una entrada a ese proyecto frustrado
ResponderEliminarEl propio O´Bannon lo comentaba en el documental sobre el making of de "Alien". En cuanto a proyectos de películas de CF que nunca se hicieron, la verdad es que podría escribir muchas entradas. ¡Hay tantos...!
ResponderEliminarUn grande giger, ojala pudieras escribir sobre la pelicula dune de jodorowski que no se hizo.
ResponderEliminarInfluyó a todo el planeta. Pocas personas pueden decir eso.
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