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jueves, 16 de julio de 2015
1968- TODOS SOBRE ZANZÍBAR - John Brunner (1)
Muchas de las novelas de ciencia ficción aparecidas a finales de los sesenta y comienzos de los setenta ofrecían aproximaciones al futuro inspiradas en las posibilidades y las consecuencias que sobre la sociedad estaban teniendo los nuevos avances tecnológicos. Al mismo tiempo y desde un punto de vista formal, el movimiento renovador de la Nueva Ola ya se hallaba en recesión, pero todavía dejó sentir su influencia en no pocos trabajos.
Un ejemplo perfecto de ello fue “Todos sobre Zanzíbar”, el libro más ambicioso de John Brunner -y, en el momento de su publicación, la novela de ciencia ficción más larga aparecida hasta la fecha- en el que demostró su auténtico talento como escritor.
La explosión maltusiana de la población fue uno de los temas que más preocuparon a varias obras relevantes de la ciencia ficción de los sesenta. La incontrolada expansión demográfica era algo que entonces parecía un problema inminente y de difícil solución y que también preocupaba a científicos y pensadores. Quizá el trabajo divulgativo más impactante de aquellos años fue un estudio publicado en 1968 por el ecologista y demógrafo Paul Ehrlich titulado “La Bomba de la Población”. En lugar de la actitud optimista de, por ejemplo, el científico ruso Konstantin Tsiolkovski, que a comienzos del siglo XX había predicho que la humanidad escaparía a su fatal destino en la Tierra saliendo al espacio, Ehrlich condena al ser humano a malvivir entre las ruinas de su propia estupidez: “La batalla por alimentar a toda la Humanidad ha acabado. En los años setenta y ochenta, cientos de millones de personas morirán de hambre a pesar de los programas de choque que podamos iniciar ahora”. La solución propuesta por Ehrlich pasaba por establecer una forma de eugenesia global, severas medidas de control de natalidad extendidas a todo el planeta, preferiblemente voluntarias al fomentar un cambio en el sistema de valores, pero obligatorias si fuera necesario.
Estas posiciones tan extremas contribuyeron a avivar el debate público. El pánico desatado por la retórica de Ehrlich y otros autores sobre la superpoblación llevaría a científicos ganadores del premio Nobel como Norman Borlog a investigar cultivos modificados genéticamente que permitieran alimentar al mundo. A su vez, estos desarrollos suscitaron cuestiones igualmente polémicas sobre los peligros de la manipulación genética y el dominio del hombre sobre el medio natural.
Lo que a menudo se pasa por alto, pero que está fuera de toda duda, es que el discurso de Ehrlich estuvo fuertemente influido por las pesadillas futuristas imaginadas por los escritores de ciencia ficción.
Y es que los peligros de la superpoblación habían sido descritos por autores como James Blish y Norman L.Knight en la antología de relatos “A Torrent of Faces” (1967), en la que un trillón de seres humanos se apiñaban en tan sólo un millar de ciudades. Isaac Asimov también imaginó megaurbes rebosantes de población en “Las Bóvedas de Acero” (1954); J.G.Ballard escribió el relato “Bilenio” (1962), en el que cada individuo tiene un espacio personal de tan sólo tres metros cuadrados. Por supuesto, sobresale el clásico de Harry Harrison “¡Hagan Sitio! ¡Hagan Sitio!” (1966), llevado a la pantalla como “Cuando el destino nos alcance” (1971). Siguiendo con el cine, las preocupaciones malthusianas se hallaban presentes en películas distópicas como “Naves Misteriosas” (1973) o “La Fuga de Logan” (1976). John Brunner, por tanto, no fue sino una más de entre las voces de la ciencia ficción que advertían de la preocupante explosión demográfica.
El título del libro que comentamos ahora expresa gráficamente la angustia subyacente de un mundo presionado por la falta de recursos y hace referencia a una teoría de comienzos del siglo XX que decía que la población del mundo cabría, de pie y hombro con hombro, en la isla de Wight. A finales de los sesenta, cuando se escribió la novela, esa isla ya no era suficiente y habría que utilizar la más extensa isla de Man. Brunner creía que en el momento de arranque de la acción, cuarenta años después, en el 2010, se necesitaría una isla del tamaño de Zanzíbar, unas tres veces mayor que Wight. Al terminar la historia narrada en el libro, que cubre tan solo unos meses, la población mundial, unos 8.000 millones, ya ha sobrepasado ese límite.
Las consecuencias de semejante explosión maltusiana son claras. En los países desarrollados, el precio de la propiedad inmobiliaria es tan alto que todo el mundo excepto los muy ricos, vive apiñado en atiborrados bloques de apartamentos. Y ellos son los que tienen suerte, porque muchísima gente ni siquiera tiene eso y ha de sobrevivir en la calle. Otra consecuencia de la superpoblación son las despiadadas leyes eugénicas que prohíben tener hijos a cualquiera cuya genética amenace con pasar a la descendencia alguna característica no deseable –desde una enfermedad al simple daltonismo-, limitando además severamente el número de hijos que una pareja genéticamente “limpia” puede tener. Semejantes leyes han convertido a los hijos en símbolos del estatus económico. Los matrimonios que gozan de buena posición económica y que han podido pagar una dispensa especial para tener más de dos hijos son objeto de amargas envidias.
Pero el argumento que sustenta estas leyes no es baladí. El planeta está tan superpoblado que apenas puede sostener a la gente que ya lo habita. No sólo los recursos (alimento, agua, energía…) tienen precios carísimos y la contaminación ha alcanzado niveles brutales, sino que ya no se puede disponer del adecuado espacio físico y psicológico para mantener una vida mínimamente razonable. Ello, como señala uno de los personajes, ha llevado a estallidos irracionales de violencia en los que individuos aparentemente normales caen en la locura asesina, atacando salvajemente a quienes les rodean en lugares públicos. Aquellos que mantienen la cordura lo hacen gracias a su dependencia de las drogas, ya sean la legalizada marihuana, tranquilizantes prescritos por los médicos o productos psicodélicos ilegales.
Como veremos más adelante, Brunner recurre a una arriesgada estructura narrativa para abordar ese mundo al límite de sus fuerzas desde una multiplicidad de puntos de vista. Es un mundo desesperadamente necesitado de un momento de respiro que le permita reflexionar y ejercer el sentido común.
Este es, a grandes rasgos, el decorado que conforma el fondo de la acción, la cual, sin embargo, es mucho más difícil de resumir porque se divide en un extenso número de hilos argumentales que, vistos en su conjunto, construyen la imagen de ese mundo en lenta desintegración pero que todavía conserva una vibrante energía, un deseo de trascender la situación actual y elevarse a niveles superiores tanto individual como colectivamente.
Hay, no obstante, dos subargumentos dominantes. Por un lado, el de Norman House, un americano de color que ha accedido a los niveles superiores de dirección de la General Technics (GT), una megacorporación multinacional. Para progresar en su carrera, Norman ha utilizado de forma sutil su condición racial como palanca políticamente correcta que le permita ascender allá donde su cerebro y experiencia no le habrían servido. Pero su posición dentro de la empresa, aunque excelente, no le da la satisfacción que esperaba. No puede desprenderse del sentimiento de que ha perdido algo importante por el camino, que la vida debe consistir en algo más.
Por otra parte, el compañero de piso de House, Donald Hogan, es un espía durmiente que lleva años realizando análisis de inteligencia. Especialista en encontrar pautas, ha pasado una década acudiendo a la Biblioteca Pública de Nueva York para leer todo tipo de escritos y rellenar informes con sus conclusiones. Pero en su interior esconde el secreto deseo de ser “activado” para cumplir algún papel más relevante sobre el terreno.
Brunner pone la trama en marcha mediante dos descubrimientos aparentemente inconexos. El primero es el cambio de poder en el pequeño país africano de Beninia, que se está viendo inundado por refugiados de las guerras que arrasan las tres naciones vecinas. Empobrecido y con facciones enemigas en su seno, debería generarse una situación explosiva, pero por alguna razón, Beninia no ha conocido más que la paz desde su independencia de Gran Bretaña. El mérito de ello se le atribuye al presidente del país, Zadkiel F.Obomi. Pero él está a punto de jubilarse y entonces, ¿quién liderará y protegerá a este pequeño país que no conoce la guerra, pero tampoco la industria, la alfabetización ni la tecnología?
Elihu Masters, el embajador norteamericano en Beninia y amigo personal de Obomi, acude al consejo de administración de General Technics con una oferta. Si la corporación ayuda a educar a la población y construir las infraestructuras necesarias para su desarrollo, Beninia les concederá los derechos de explotación de sus vastos depósitos de minerales y petróleo. Para salir de la alienación en que siente se ha encallado su vida, Norman maniobra para situarse al frente del ambicioso proyecto y antes de que se de cuenta ya está en Beninia, donde el asesinato es desconocido y la palabra más cercana a “ira” en su vocabulario es “locura”.
Y entonces, casi simultáneamente, se anuncia el segundo acontecimiento. El gobierno del país asiático de Yakatang –un trasunto de Indonesia- anuncia que uno de sus científicos punteros, el doctor Sugaiguntung, ha inventado un procedimiento para que todo el mundo, incluso aquellos con genotipos potencialmente peligrosos, pueda engendrar niños perfectos. La noticia cae como una bomba en unos Estados Unidos aplastados por unas leyes eugenésicas que restringen a unos cuantos privilegiados el derecho a tener un niño.
A raíz de este anuncio, Donald es “activado”, llevado a una base militar en Asia para una eptificación (adiestramiento y condicionamiento psicológico y físico para realizar determinadas tareas, en este caso el asesinato) y encomendada una misión: infiltrarse en Yakatang, demostrar que el descubrimiento del doctor Sugaiguntung es una mentira, manipular a la opinión pública para derrocar al jefe de gobierno y sustituirlo por un rebelde apoyado por los estadounidenses. Donald no está seguro de querer mezclarse en todo esto, pero ya no es dueño de sus actos. Los reflejos condicionados que le han implantado empiezan a pensar y actuar por él…
Ambas líneas argumentales acabarán confluyendo al final. En realidad, las historias de Norman y Donald, aunque centrales, no son particularmente originales. Mucho más interesantes son el resto de los personajes, de los que Brunner se sirve en pequeñas dosis para dotar de densidad narrativa al libro y pintar el ambicioso retrato de su mundo futuro. Entre ellos encontramos a Guinivere Steele, la directora de una cadena de boutiques especialista en organizar extravagantes fiestas para la alta sociedad en las que se humilla a los invitados que la disgustan; los hermanos Clodard son descendientes de la élite colonial francesa, amargados por una existencia sin objetivo y ansiosos por comenzar una nueva vida en África aunque ello signifique romper sus lazos familiares; Sheena y Frank Frusler han concebido un hijo, pero si quieren tenerlo deben huir de Estados Unidos para eludir las leyes eugenésicas; Shalmaneser es un ordenador de última generación del que depende la gestión de GT y su nuevo proyecto africano y que quizá haya alcanzado ya la autoconciencia …
Posiblemente el mejor de todos ellos sea Chad C.Mulligan, un escritor bohemio que sale del anonimato en el que se había sumido tras triunfar con sus libros para convertirse en una suerte de voz crítica del sistema. Mulligan es una especie de Marshall McLuhan, un intelectual y filósofo de la modernidad, más amargado y frustrado que el auténtico pero no menos observador e incisivo cuando se trata de analizar el entorno artificial en el que la humanidad se empeña en encerrarse. Como McLuhan –y el propio Brunner-, Mulligan quiere sacudir las conciencias de sus lectores, despertarlos con la esperanza de que miren alrededor y se den cuenta de lo que se están haciendo a ellos mismos.
He comentado muchas veces que la ciencia ficción –con alguna excepción- no ha pretendido nunca como género predecir el futuro. Sin embargo, hay ciertas obras que, al transcurrir el tiempo, han demostrado tener una clarividencia especial. “Todos sobre Zanzíbar” es una de ellas. Dado que su trama transcurre en el año 2010, el paso del tiempo ya nos permite analizar la habilidad de Brunner para anticipar el mundo que estaba por venir, empezando –y esto es tan anecdótico como divertido- por el que uno de sus líderes más populares sea un tal Presidente Obomi de sonoro parecido al actual jefe de estado norteamericano. Merece la pena destacar algunos de los puntos en los que el autor se acercó mucho a nuestra realidad, tanto global como local.
-El principal rival de Estados Unidos ya no es la Unión Soviética, sino China. Esa rivalidad, sin embargo, se produce no tanto en el terreno de la carrera armamentística como en el de la economía, el comercio y la tecnología.
-El terrorismo se ha convertido en una de las principales amenazas para Estados Unidos, consiguiendo incluso atacar edificios en el interior del país.
-Los precios en Norteamérica se han sextuplicado entre 1960 y 2010, una tasa de inflación muy cercana a la que efectivamente tuvo lugar (en el mismo periodo se multiplicó por siete).
-Se producen actos espontáneos y aleatorios de violencia perpetrados por individuos trastornados, a menudo en escuelas.
-Los europeos han formado una unión para mejorar su economía e influencia en los asuntos mundiales. Gran Bretaña tiende a alinearse con Estados Unidos mientras que el resto de países del viejo continente se muestran a menudo críticos con las iniciativas norteamericanas.
-África sigue estando a la cola del mundo en lo que a desarrollo se refiere. Israel continúa focalizando las tensiones en el Oriente Próximo.
-La homosexualidad y bisexualidad son algo corriente y, en el terreno sexual, los medicamentos para incrementar el rendimiento son ampliamente utilizados y publicitados en los medios de comunicación.
-Aunque el matrimonio sigue existiendo como institución, muchos jóvenes prefieren mantener relaciones más abiertas y breves en lugar de asumir compromisos sentimentales a largo plazo.
-Décadas de políticas activas de integración han conseguido que gente de color ocupe posiciones de poder, aunque las tensiones raciales aún se mantienen vivas en el seno de la sociedad.
-Los vehículos se alimentan con motores eléctricos. El principal fabricante junto a General Motors es Honda (que en los años sesenta era conocido sólo por sus motocicletas.
-Detroit no sólo no ha prosperado, sino que se ha convertido en una ciudad fantasma llena de fábricas abandonadas. Sin embargo, allí ha surgido una nueva música –con un sonido parecido al movimiento tecno de Detroit en los noventa-.
-Las cadenas de televisión emiten a todo el planeta vía satélite.
-Sistemas similares a la televisión por streaming permiten a la gente diseñar sus propias listas de programación. En los aviones, pequeñas pantallas individuales ofrecen entretenimiento a los pasajeros.
-La gente recurre a avatares que les representan en las comunicaciones a distancia.
-Los ordenadores utilizan impresoras laser.
-Movimientos sociales y políticos han marginalizado el consumo de tabaco, pero la marihuana se ha legalizado.
-La gente es cada vez más dependiente, personal y económicamente, de artilugios tecnológicos relacionados con la comunicación. Uno de las mejores frases del libro es aquella con la que uno de los personajes define los Nuevos Pobres: “Gente que va demasiado atrasada en el pago de las letras del modelo del año que viene para dar la entrada del siguiente”.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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