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lunes, 25 de marzo de 2013
1934-LA LEGIÓN DEL ESPACIO - Jack Williamson
La Ciencia Ficción alcanzó su consolidación como género en Estados Unidos durante los años veinte y treinta del siglo pasado. Hasta ese momento los autores habían publicado relatos de CF de forma aislada y puntual. La aparición de la revista "Amazing Stories" en 1926 inició un proceso de aglutinamiento y concentración de escritores y aficionados alrededor de cabeceras especializadas en el género.
Ciertamente, en Europa se escribía ciencia ficción -y de gran calidad- firmada por Maurice Renard, Karel Capek, Aldous Huxley, Yevgueni Zamiatin, Olaf Stapledon... - Pero estos autores no se veían a sí mismos como novelistas de ciencia ficción y sus obras no propiciaron en Europa un movimiento popular de aficionados que impulsaran definitivamente el género. Ese fenómeno se dio en Estados Unidos gracias, entre otros factores, a una potente industria editorial enfocada a la literatura de entretenimiento. Durante cuatro décadas, multitud de revistas ofrecieron al ávido público norteamericano una miríada de historias y seriales de aventuras espaciales. Los dos autores más relevantes de este periodo inicial fueron Edgar Rice Burroughs y E.E.Doc Smith, de quienes ya hemos hablado con profusión en este blog. Pero entre todos esos cientos de autores y miles de historias, hay uno que también merece una mención especial: Jack Williamson.
Williamson desarrolló una carrera inmensamente prolífica pero sus comienzos se hallan en el ámbito de las revistas pulp. Nacido en 1908, publicó su primera historia en 1928 en las páginas de "Amazing Stories" y a pesar de su extensa trayectoria y multitud de libros interesantes no sería hasta 2001 cuando, ya nonagenario, recibió un premio Hugo.
Su obra más destacada de este periodo prebélico fue "La Legión del Espacio", serializada originalmente en "Astounding Science Fiction" entre abril y septiembre de 1934, revisada para su publicación en libro en 1947, y continuada en seis volúmenes más, concluyendo medio siglo después con la tardía y prescindible "La Reina de la Legión" (1983).
Se trata de una space opera ligera y frenética en la que sucesivas generaciones de la familia de ingenieros Ulnar encabezan la colonización del Sistema Solar en naves de motores atómicos. Para el siglo XXX, los soldados de élite de la Legión del Espacio defienden las colonias humanas contra los Medusas, terroríficos y misteriosos alienígenas.
En el primer volumen el héroe es John Ulnar, un joven que acaba de finalizar su adiestramiento en la Academia de la Legión, una especie de policía interplanetaria creada tras la abolición del Imperio y la asunción del poder por el Palacio Púrpura. Gracias a sus conexiones familiares -un tío suyo es el comandante del Cuerpo- John es asignado a una misión especial: proteger a la (joven y hermosa) Aladorea Anthar, una mujer que protege el secreto del arma definitiva, el AKKA, con la cual podría destruirse todo el Sistema Solar.
Pero John no tarda en averiguar que su propia e importante familia, los Ulnar, desea derrocar al gobierno para reinstaurar el imperio. Fiel a la Legión, se niega a participar en el complot, en el que además interviene una horripilante especie alienígena de avanzada tecnología, los Medusas, cuyo auténtico objetivo es tan secreto como poco desinteresado. Son criaturas que sólo tienen en común con el animal marino que les da nombre su textura; aparte de eso, tienen el tamaño de elefantes, cuatro ojos, cientos de tentáculos y la capacidad de volar.
En compañía de tres legionarios, John se lanza a rescatar a Aladorea, retenida por los Medusas en su moribundo planeta para obligarla a revelar el secreto del AKKA. La aventura les embarcará en persecuciones y batallas espaciales, exploración de misteriosas nebulosas, odiseas por el letal mundo de los Medusas, enfrentamientos con monstruosas criaturas, huidas de prisiones y fortalezas y combates desesperados. En este y siguientes volúmenes, los legionarios y Aladorea salvaran en solitario a los mundos "humanos" de diversas amenazas, ya sean alienígenas capaces de mover cuerpos celestiales o civilizaciones robóticas.
Las similitudes de "La Legión del Espacio" con los “Tres Mosqueteros” de Alejandro Dumas son algo más que casualidad. No sólo el nombre de uno de los legionarios es un anagrama del de el escritor francés (Hal Samdu), sino que los tres tienen perfiles muy característicos y reconocibles: el inteligente y serio (Jay Kalam), el fuerte (Samdu) y el gordo y gracioso (Giles Habibula). Este último, que combina las personalidades de Porthos y el Falstaff de Shakespeare, se convirtió en modelo para otros personajes grotescos de la CF, incluyendo el Nicholas van Rijn de Poul Anderson.
La Legión recuerda al cuerpo de Mosqueteros, y los Púrpuras y los Verdes son trasuntos de la guardia del Cardenal y la del Rey. Como a Dartagnan, a John Star le ofrecen un alto puesto si traiciona a sus amigos. Y, a un nivel conceptual, como en "Los Tres Mosqueteros", "La Legión del Espacio" sustenta dos ideas. En primer lugar, que no es el nacimiento sino las acciones de cada cual lo que determina la auténtica naturaleza de uno y si es o no digno de respeto. De esta forma, John Ulnar no sólo rechaza el destino que le corresponde de acuerdo a su legado familiar sino que se enfrenta a él. Sus compañeros no son de noble cuna pero su valor y altos ideales los sitúan en la esfera de lo heroico.
Y, por supuesto, la amistad, un sentimiento que se forja a través de las penalidades. Como ocurría en "Los Tres Mosqueteros", John Ulnar inicia su relación con sus futuros camaradas de mala manera (se ve obligado a arrestarlos y encerrarlos en celdas), pero la alta misión que asumen -rescatar a Aladoree y salvar a la humanidad- les enseñará a confiar los unos en los otros.
Williamson se mueve en la fina línea que separa el fetichismo por la tecnología y la desconfianza hacia la misma, dicotomía por lo demás común en la ciencia ficción. Hay naves relucientes, armas de increíble poder destructivo, viajes hiperespaciales... pero al final, es la valentía, determinación y habilidad humanas las que salvan a la especie. Los cuatro legionarios comienzan su aventura a bordo de la más moderna nave disponible, pero acaban siendo despojados de todo, vestidos con andrajos y armados con estacas. Y, sin embargo, gracias a su férrea voluntad e ingenio, son capaces de las más sobresalientes hazañas, saliendo victoriosos a pesar de enfrentarse a fuerzas naturales y cósmicas de dimensión titánica o especies alienígenas mucho más avanzadas. Lo que importa no es tanto la tecnología como las acciones y decisiones que toman los humanos que la utilizan.
Las ediciones actuales de "La Legión del Espacio" comienzan con un prólogo añadido años después de su serialización original, en el que se expone la línea temporal de la saga y lanza pistas sobre lo que el lector irá encontrando en sucesivos volúmenes. Es un anzuelo intrigante que no halla digna continuación en la novela propiamente dicha. Los primeros relatos de Williamson, aparecidos en esta época, se caracterizan por la falta de planificación argumental y su aplicación de recetas trilladas.
Y es que no debió haber sido fácil dedicarse a escribir para los pulps de los años treinta. Los autores debían ajustarse a directrices y esquemas muy rígidos impuestos por los editores; no existía todavía una tradición cultural o un precedente al que recurrir. Y, sobre todo, las tarifas eran minúsculas ("Amazing Stories" y "Wonder Stories" pagaban medio céntimo por palabra), lo que obligaba a trabajar mucho y rápido. En esas condiciones, lo más fácil era ajustarse a fórmulas de éxito probado y asegurarse la venta del relato en lugar de arriesgarse con planteamientos originales que pudieran resultar rechazados.
Quizás las cosas no hubieran cambiado y la ciencia ficción hubiera languidecido, puede que hasta su extinción, si no hubiera sido porque los editores se encontraban a menudo cortos de material y se veían obligados a rellenar sus revistas con historias menos convencionales que, para su asombro, encantaron a los lectores. Sea como fuere, hubo unos cuantos nombres que destacaron por encima de la media, como John Russell Fearn -que publicó con varios seudónimos y plagió sin reparos ideas de multitud de fuentes-; o Edmond Hamilton, autor de "Capitán Futuro". Y, por supuesto Jack Williamson.
Su prosa en estos años reflejaba la influencia de otro popular escritor pulp de la época, Abraham Merrit, asimilando el colorido y el sentido de la acción de sus historias pero sustituyendo los elementos fantásticos por otros científicos. "La Legión del Espacio" combina el sentido épico de las space operas de E.E.Smith con el esquema propio de las novelas de Burroughs (chica bella+heroe noble+secuestro de la primera+aventuras del segundo para rescatar a la primera).
"La Legión del Espacio", como tantas obras de este periodo, no ha envejecido bien. El argumento resulta predecible, los personajes unidimensionales, la trama lineal y la prosa gastada. Resultan particularmente irritantes las continuas quejas y lamentos del obeso legionario Giles Habibula y la inútil repetición de información, necesaria en una obra serializada pero redundante en su recopilación como novela. La obra posterior de Williamson reviste mayor interés por mucho que no haya disfrutado de tantas reediciones como la saga de "La Legión", incluyendo otras space operas suyas como "Breakdown" (1942) o "El Destructor Oscuro" (1976).
Los méritos de Williamson hay que buscarlos en su sentido de la maravilla, el escenario de dimensiones cósmicas, el colorido de las aventuras o su dinámico ritmo -que apelan más a un lector infantil o adolescente que a uno adulto-. Es una obra que contrasta poderosamente con el tipo de ciencia ficción que impulsaría tan solo unos años más tarde Joseph W.Campbell desde su puesto de editor de "Astounding Science Fiction".
Pero el alcance de la influencia de Williamson y otros autores similares fue más allá de lo que a primera vista pueda parecer (las historias de héroes rescatadores de princesas en lucha con un malvado Imperio han pervivido en la época moderna en las películas de Star Wars).
Por ejemplo, Las superarmas que pueblan las páginas de las historias de Williamson tuvieron un efecto nada despreciable sobre la psique de la nación americana. Fue gracias a estas ficciones donde se halla el nacimiento del culto a la "superarma" definitiva. Las resplandecientes astronaves de aquellas space operas son la adecuada expresión de la capacidad destructiva de la especie humana. El pueblo americano y en especial los políticos y militares, como el general Billy Mitchell -condecorado héroe de guerra y director del American Air Service- se vieron influidos por lo que vieron en aquellas historias, especialmente en lo que se refiere al desarrollo del poder aéreo. La ciencia ficción había predicho la evolución de los globos a los aviones cada vez más perfeccionados y de éstos a los misiles, convirtiendo los cielos en un campo de batalla y un medio transmisor de muerte y destrucción. Las fantasías y espejismos sobre el "arma definitiva" tuvieron mucho que ver con aquellas historias.
Así, la ciencia ficción jugó un papel fundamental en que el pueblo americano aceptara la noción de la guerra aérea mucho antes de su aparición y aplicación práctica. Creó la ilusión de la superioridad del arma aérea sobre el resto -especialmente la naval-; legitimó el concepto de bombardeo y creó un código de guerra implícito que puso el énfasis en el bombardeo estratégico. La space opera dejó claro que quien domina los cielos domina la tierra -idea que, como han dejado claro Vietnam, Irak o Afganistán, es errónea-.
un clasicaso de la edad de oro de la C-F!!!. Es ilogica, ridicula y por eso terriblemente entretenida (hasta explota la luna!). da para hacer una pelicula al mejor estilo Star Wars.
ResponderEliminarLa lei de chaval y me encantó. La recomiendo para chavales especialmente.
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